El conteo infinito

El TSE debe buscar el respaldo político suficiente para volver a activar un sistema de conteo rápido y seguro que evite la incertidumbre

Criticar al Órgano Electoral Plurinacional (OEP) se ha convertido en moneda corriente, y aunque vienen demostrando una eficacia y una eficiencia en el desempeño de sus funciones desde 2020 bastante satisfactoria, los fantasmas del pasado y los temores del futuro le obligan a ser impecable en el manejo de la transparencia y la información.

Este proceso electoral administrado en un corto periodo de tiempo y entre muchos torpedeos, principalmente desde el Tribunal Constitucional, que se sigue resistiendo a su renovación, ha demostrado esta capacidad, pero también ha dejado al descubierto el “mito” del cuarto poder del Estado, reconocido pro sus propios vocales: dependen de las normas que les pone el poder legislativo, supervisadas por el poder judicial, y sobre todo, de los recursos que les entrega el poder ejecutivo. En la Cumbre partidaria tras la intervención judicial todo fueron palabras bonitas, incluso del Gobierno, pero a la hora de la verdad, ni hubo Ley que enmendara el problema, ni recursos para “ignorar” al TCP.

Con todo, a menos de nueve meses de la próxima elección, hay dos asuntos que siguen generando dudas y prejuicios en la credibilidad de la institución, pero que se deben resolver, sobre todo, desde la política.

Efectivamente no es difícil contar votos, sobre todo si solo se tiene la voluntad absoluta de que gane la democracia.

Uno tiene que ver con la credibilidad del padrón electoral, docenas de veces avalado por organizaciones internacionales como la propia Organización de Estados Americanos (OEA), pero que sigue siendo vulnerable ante campañas de desprestigio y acciones de descrédito que alimentan bulos y preparan los terrenos. Los miembros del Tribunal deben encontrar la mejor manera de facilitar la información y también, encontrar los avales, sobre todo de los participantes, que acaben de una vez con los rumores.

El otro tiene que ver con el sistema de conteo rápido que permite a los ciudadanos tener la información completa pocas horas después del cierre de las ánforas. El mismo sistema que se emplea desde hace décadas en la inmensísima mayoría de los países del mundo, incluidos algunos tan vastos como Brasil o Estados Unidos y que en Bolivia fracasó estrepitosamente en la elección de 2019, aunque el mismo había sido empleado en el referéndum de 2016 y en las judiciales de 2017.

Después de lo sucedido en 2019, cuando el sistema fue interrumpido durante horas cuando se daba por hecha la segunda vuelta para después actualizarlo con el margen mínimo que la impedía en favor de Evo Morales, origen de todo lo que vino después, nadie se atrevió en 2020 a volver a utilizar el sistema, tampoco en 2021 con las elecciones subnacionales, y en estas de 2024 se ha perdido una buena oportunidad para familiarizar a los ciudadanos y a los políticos con el sistema, que efectivamente es muy fiable, porque efectivamente no es difícil contar votos, sobre todo si solo se tiene la voluntad absoluta de que gane la democracia.

Tres días de recuento en las próximas elecciones de 2025 serán intolerables, sobre todo si la incertidumbre actual llega hasta aquellos días. Evitar cualquier forma de violencia debe ser el primer objetivo. Tarea pendiente.


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