El fiasco nacional de los hidrocarburos

La falta de dólares y combustible es el resultado de una década de políticas negligentes con el gas, que ni se industrializó ni se repuso mínimamente

Argentina reemplazará a Bolivia en el suministro de gas a Brasil. El titular es meridianamente claro aunque es cierto que desde 2019 Bolivia hubiera sido incapaz de cumplir con los 30 millones de metros cúbicos que contemplaba el contrato que expiraba en ese señalado año y que el ministro de Hidrocarburos de aquel entonces intentaba convencernos de que se ampliaba automáticamente porque no se habían llegado a los volúmenes pactados en el original, 20 años atrás.

En el breve gobierno de Jeanine Áñez se pactaron nuevas condiciones por la supuesta “afinidad” de ese régimen con el de Jair Bolsonaro, que entre otras cosas modificaba el costo del transporte en un ducto ya amortizado, sin embargo tuvo poco recorrido posterior. Actualmente YPFB intenta operar como operadora independiente en el mercado energético brasilero, pero el problema evidente es la falta de reservas para garantizar una producción y un suministro a largo plazo.

El gobierno del MAS canceló la industrialización en el momento decisivo, nunca apostó por YPFB para explorar directamente y gastó los recursos excedentes en proyectos proselitistas

El memorándum firmado entre el gobierno de Lula da Silva y el de Javier Milei, aparentemente enemigos irreconciliables, y que contempla alcanzar la cifra de 30 millones de metros cúbicos de gas al día en cinco años, exactamente el mismo volumen que tenía pactado Bolivia hasta 2019, deja en evidencia varios asuntos.

El primero de todos y más importante es que la “sintonía ideológica” nunca fue un buen argumento para hacer negocios. Si en algún momento el Gobierno de Brasil apoyó el crecimiento de Bolivia pagando más que el gas que recibía – porque así establecía el contrato en una horquilla de nominaciones -, Petrobras es uno de los operadores que más ha contribuido a agotar los pozos – San Antonio y San Alberto -, sin buscar reemplazos.

El segundo es que, si bien se preveía que tanto Argentina como Brasil iban a ser “autosuficientes” a estas alturas por sus emprendimientos de riesgo propios, como el gas no convencional en Vaca Muerta y los yacimientos en aguas profundas del Presal frente a las costas de Sao Paolo, solo Argentina está siendo capaz de exportar mientras Brasil sigue en una política de reindustrialización y transformación energética donde el gas natural sigue siendo clave.

La constatación del desastre del manejo del sector de hidrocarburos en los últimos quince años se evidencia hoy en la falta de dólares y en las dificultades para adquirir combustible y no es casual, sino el resultado de años de negligencia y soberbia en los que nunca se escucharon las voces de alarma que sonaban desde todos lados.

Exportar a manos llenas nunca fue una buena idea, peor luego de apostar por esa falsa estrategia de “socios y no patrones” en las que las grandes petroleras se han seguido compensando gastos liberándose de cualquier obligación de explorar ante la ceguera de unas autoridades que creyeron que dando “incentivos” lo solucionaría.

El gobierno del MAS canceló la industrialización en el momento decisivo, nunca apostó por YPFB para explorar directamente y gastó los recursos excedentes en proyectos proselitistas. De aquellos polvos, estos lodos. Y no será porque no se advirtió.


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