Argentina y la soberanía

La campaña argentina ha quedado reducida a la promesa de dolarización que el candidato Javier Milei está dispuesto a implementar caiga quien caiga

Las encuestas electorales hace tiempo que perdieron su credibilidad, pues más sirven para configurar un escenario que para anticiparlo, como se supone que debería ser. A esa incertidumbre se suma que en Argentina, las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO) contribuyen más que nada a esa distorsión, pues resulta muy barato votar por cualquiera en esa cita sin que eso implique un compromiso de futuro.

En las PASO de agosto, Milei fue el candidato más votado, lo cual no quiere decir más que eso, pues las formas de las primarias argentinas permiten que cualquiera vote por cualquiera en las listas en confrontación, aunque a la hora de la verdad, es decir cuando se reparten diputados y se meten candidatos a segunda vuelta, se elija todo lo contrario.

La cuestión es que desde entonces toda la campaña ha girado sobre su figura y sus propuestas, que además han ido alejándose de las excentricidades iniciales, como vender niños, portar armas, comprar órganos, etc., siempre en nombre del liberalismo y el libre mercado, para centrarse casi en exclusiva en la promesa de dolarizar el país.

Si en las PASO se escenificó casi un empate técnico a tres tercios – aún con un 25% de abstención – las encuestas vienen señalando que Bullrich cae en picado

El debate es particularmente técnico, sobre todo en estos momentos en los que la economía mundial es volátil, asustada con las guerras, saliendo aceleradamente de una pandemia que lo cambió todo y además, con China pasando un resfrío de proporciones bíblicas que le ha obligado a replegarse en sus fronteras. Sin embargo, nadie ha podido darle una réplica suficiente a Milei no tanto en los términos económicos, sino en los políticos, pues sus metáforas son bien efectivas y el argentino promedio hace tiempo que dejó de pensar en pesos, pues son devorados aceleradamente por la inflación.

En la réplica, la gran damnificada está siendo la derecha tradicional representada por Patricia Bullrich, in capaz de ser más liberal que Milei, obviamente, pero incapaz también de colocar sus temas fuerza, como el de la inseguridad, al que la nueva estrella del libertarismo responde por igual con su receta del dólar contra la pobreza y, por si acaso, armas para todos.

Si en las PASO se escenificó casi un empate técnico a tres tercios – aún con un 25% de abstención – las encuestas vienen señalando que Bullrich cae en picado, pero el destino de su voto es incierto: si bien la juventud sociológicamente a la derecha se ha ido con Milei, experto en capitalizar el descontento, el votante de edad media ve con buenos ojos al actual ministro de Economía, Sergio Massa, que está en las antípodas ideológicas del kirchnerismo dentro del peronismo y que no deja de representar la tranquilidad de un país que con todos sus problemas, sigue funcionando y dando la talla en el escenario internacional.

La campaña de Milei ha especulado con alcanzar el 45% de los votos que le permitiría ganar en primera vuelta (o el 40 más 10 de diferencia), pero el peronismo se muestra aún tranquilo de poder alcanzar un buen resultado.

Argentina se juega mucho en esta cita que el continente entero mira con cierta incredulidad: después de tantos esfuerzos, recursos y energías, Argentina vuelve a estar en el mismo punto, en el de apostar por su soberanía, o dejarla ir.

 


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