La ausencia de YPFB

Entre confundida y desalentada, la empresa de los bolivianos parece conformarse con una situación de mera distribuidora de gas en el concierto internacional

Qué quiere hacer Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos con su propia existencia es una de las grandes preguntas que se deben poner sobre la mesa más temprano que tarde. Sobre todo ahora que la tarea se acaba, o eso parece.

El decreto de nacionalización le otorgó un papel central en toda la cadena de hidrocarburos, pero también le puso tarea: institucionalizarse, algo que sencillamente no ha pasado nunca. Ha habido algunos artificios creando Directorios y algunas herramientas de control externo, pero ni siquiera se ha sometido el cargo del presidente al aval parlamentario y se cambió la Ley para permitir que el ministro de turno fuera también el presidente del Directorio, es decir, para seguir sometiendo la empresa a los lineamientos políticos por encima de cualquier consideración técnica.

Lo que sí ha pasado con la empresa es que ha engordado hasta límites insospechados contratando personal para todo y nada, creando áreas, direcciones, construyendo edificios y comprando vagonetas. Seguramente ser la principal empresa del país obliga a eso… o tal vez no.

De lo que no se ha desecho es de sus taras y errores arrastrados, ni de esa recurrente falta de transparencia; de su web precaria diseñada para no enterarse de las cosas que realmente están pasando, de esconder los anexos de los contratos petroleros y de decir que siempre todo está bien.

Esto es lo que más errores lleva a cometer, y en no pocas ocasiones ha dejado en ridículo al presidente de turno. Este mismo 6 de agosto Arce celebró como un éxito irrepetible la puesta en marcha de un pozo que dará – si va bien - 700 barriles de petróleo al día en un país que consume unos 50.000 diariamente. Y así todo.

En realidad parece que YPFB hace tiempo ha resignado su rol: ni explora directamente ni ha logrado convencer a casi nadie de que arriesgue en el sector en Bolivia, ni siquiera dándoles pozos ya identificados y dentro de las Reservas Naturales. Los proyectos entre manos son una suerte de proyectos de compromiso – n veces han fracasado en el norte de La Paz – o reciclados.

YPFB no quiere o no se atreve o no sabe por donde empezar en el tema de los no convencionales y sin marco legal para esto, las posibilidades de inversión extranjera son escasas y YFB gastó todo su superávit en canchas por todo el país.

En ocasiones YPFB se quiere ver como una nueva gran distribuidora de gas con mecanismos modernos que permitan cubrir necesidades puntuales a través de la red de ductos instaladas con Brasil y Argentina de las que Bolivia es parte accionaria, pero de poco le servirá la infraestructura si no es capaz de producir el gas suficiente para la demanda de todos, incluida la siempre postergada industria nacional.

No es verdad que se haya acabado el gas ni que no haya más espacio en el mundo para él, pues los países de la onda climática le han dado nueva vida útil como combustible de transición, pero la sensación de pérdida de rumbo por parte de Yacimientos es desalentadora. No basta con cambiar de pantalla esta vez, al litio, el gas todavía tiene cosas importantes que ofrecerle al país y para eso necesitamos un gobierno y una empresa que asuma esa prioridad con responsabilidad y valentía.


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