Y ahora las pensiones

Los jubilados no cobraron sus pensiones en plazo y más allá de las excusas, suma a la desconfianza general que desprende el anejo económico actual

Lo único que no podía pasar en este periodo de asentamiento de la Gestora Pública de Pensiones ha sucedido: los pensionistas no cobraron sus pensiones en el plazo establecido, y más allá de las excusas y razonamientos, sobre las posibilidades de deslindar responsabilidades en empresas externas y sobre culpar a un asunto técnico “sin importancia”, el daño ya está hecho, porque lo cierto es que lo único que no podía pasar en el proceso es lo que ha sucedido, valga la redundancia: los pensionistas no cobraron sus pensiones en el plazo establecido.

Nada más importa, porque efectivamente y como han dejado claro los diferentes personeros/voceros de la nueva entidad pública, todo el manejo de los recursos que eran de las Administradoras de Fondos de Pensiones viene regulado por leyes y decretos. Por si no era suficiente, algunos han reafirmado como inamovibles algunos de los principios más lesivos para la propia economía nacional: seguir priorizando las inversiones en bancos triple A de las potencias hegemónicas y en el sistema financiero nacional, siempre tan endogámico, por encima de las inversiones sustanciales en el sector productivo nacional, tan necesitado de fe.

El desafío era de riesgo porque en 17 años de gobierno “socialista”, nadie ha conseguido posicionar suficientemente la virtud de tener un Estado poderoso, ni siquiera de la necesidad de apostar por nosotros mismos, ni de la imprescindible solidaridad entre connacionales, etc. Al contrario, se siguen repitiendo mantras sobre la individualidad, los impuestos, y esos asuntos que se basan en la desconfianza… y en solo tres meses se han dado más argumentos.

Ya puede esforzarse el gobierno en dar miles de explicaciones y forzar datos que respalden sus tesis; ya pueden insistir en que no hay un problema económico, en que no faltan dólares, etc., si lo que cuenta son las acciones y todas ellas muestran problemas, desde cesar al director de la ASFI por decir que hay problemas con el dólar hasta no pagar en plazo las pensiones.

Hay que dar por buenas las explicaciones del gobierno sobre el asunto técnico. No podría ser de otra manera y no lo será hasta que se evidencie lo contrario, pero evidentemente Luis Arce avanza a paso firme hacia la sepultación de sus potencialidades políticas.

Hay que retroceder años para recordar un tiempo de incertidumbre como el actual y es difícil de comprender cómo el mismo hombre que consiguió que los bolivianos apostaran por su propia moneda de forma sustancial no solo no pueda encontrar soluciones a la coyuntura, sino que permita que se cometan errores como lo sucedido con el pago de las pensiones.

La cuestión es que esto no va de opciones políticas sino de la salud de todo un país que crece y que quiere seguir creciendo. Ojalá por una vez alguien se concentre de una vez en el presente y deje los cálculos y las excusas para otro momento.


Más del autor