Las redes y el periodismo de proximidad

La única forma que los ciudadanos tienen de protegerse ante lo que sucede en las redes sociales es su propia educación

Desde hace unos años se viene celebrando cada 30 de junio el “Día Internacional de las Redes Sociales”, seguramente una buena idea en tanto intenta poner en perspectiva el consumo masivo y el poder que estas han desarrollado en los últimos 15 años, tanto para bien como para mal.

El objetivo primordial del pseudo festejo es que las redes sociales sean una herramienta que permita a la población mundial una mayor y mejor comunicación, así como un medio para mantenerse informado, utilizando una plataforma globalizada como es Internet y efectivamente ese era el potencial que todos vimos en semejante plataforma.

Técnicamente las redes sociales son estructuras que se crean en Internet y que conectan a personas con intereses similares. Las redes sociales permiten que se creen vínculos de una manera rápida y efectiva, donde la distancia no es un obstáculo para que las relaciones personales o laborales se lleven a cabo. Es un contacto que ocurre de forma virtual a través de aplicaciones y sitios webs y que permite el intercambio entre los individuos, organizaciones o empresas. Casi todos conocemos las mismas: Facebook, Instagram y Twitter como las más grandes, Tik Tok que es de origen chino y que ha introducido algunas innovaciones, Linkedin para el uso profesional, y seguramente las aplicaciones de citas y otras especializadas.

Las fake news se instalaron como método de campaña política y los dueños de las redes lo aprovecharon para hacer plata

Desde que surgieron en el periodismo se instaló un prejuicio, y los seminarios de actualización titulaban cosas así como “el problema de las redes sociales”, y aunque se hacían los esfuerzos por utilizarlas de una forma útil, tal vez la mala aproximación y más probablemente los intereses económicos y personales de los dueños de esas redes sociales, encargados de moldear el algoritmo a su gusto, acabaron por confirmar un propio paradigma respecto a su naturaleza y su utilización.

Evidentemente el problema nunca está en el invento en sí mismo sino en la forma de utilizarla – aunque probablemente había pocos otros usos para la bomba atómica -, y tan pronto se asentaron las redes en el debate público, los políticos trataron de buscar beneficios en una forma de relación directa con los usuarios sin intermediación de un medio de comunicación. De ahí a la mentira y la manipulación había un paso. Las fake news se instalaron como método de campaña política y los dueños de las redes solo encontraron una forma para intentar evitar que esos contenidos afectaran a su utilidad como espacios de entretenimiento – no tanto de información -: Cobrar a unos y otros por la publicación a cambio de la visibilidad. Es el mercado amigo.

Nunca es tarde para volver a intentarlo. Las redes han llegado para revolucionar la comunicación y los medios, quien más quien menos, se ha sabido adecuar a esta tendencia. En esta nueva etapa de privatización, todos hemos intentado crear nuestra propia comunidad por otros medios para alcanzar los objetivos, pero en todos los casos, lo básico y elemental en este combate desigual es lo que afecta al ciudadano común, que en este caso es la víctima de quienes tratan de aprovechar el espacio para colocar sus ideas y lograr mayores impactos no por su credibilidad, sino por su plata: La única forma que los ciudadanos tienen de protegerse ante lo que sucede en las redes sociales es su propia educación, y es en eso donde hay que invertir con muchas ganas.


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