Tarija en el escenario de la desdolarización

La atención se centra en todas las iniciativas puestas en marcha por Rusia, por China o por Brasil para, ante la escasez, sortear la hegemonía del dólar como moneda de referencia mundial

Cumplida la efeméride departamental e incluso sin tiempo para hacer recuento de las promesas ni ponerlas sobre el calendario, que es donde después vienen las sorpresas al comprobar que muchas fueron ya “rentabilizadas” políticamente en el pasado, lo que toca es volver a la cruda realidad de la vida real en Tarija.

La economía mundial no está para muchas alegrías, el precio del crudo se estabiliza a la baja, el incremento de los precios de los alimentos y su impacto en la inflación empieza a ser amortizado, la guerra en Ucrania importa más bien poco y la atención se centra en todas las iniciativas puestas en marcha por Rusia, por China o por Brasil para, ante la escasez, sortear la hegemonía del dólar como moneda de referencia mundial.

En Bolivia el asunto se está materializando de la forma más política posible. Por un lado, el gobierno, al que nunca le gustó compartir el crédito de sus éxitos con lo que sucedía a nivel mundial, trata ahora de escurrir el bulto hacia ese escenario, pero los políticos y economistas más ideologizados, que llevan años y años prediciendo una crisis “sin precedentes” que nunca llegaba, han visto que este es el momento: las turbulencias por la falta de dólar, que son reales, está derivando hacia un vaciamiento de los depósitos bancarios según datos del INE, probablemente con dirección al colchón – o al paraíso fiscal en el caso de los más “afortunados” – previo cambio a dólares o euros.

El gobierno está obligado a ahorrar, lo que supone no gastar, pero buena parte de sus equilibrios internos tienen que ver con eso

Así, lo que es parte de un problema global se convierte en un asunto doméstico que puede ser grave en función de las decisiones que se vayan tomando. El gobierno está obligado a ahorrar, lo que supone no gastar, y buena parte de sus equilibrios internos, los que soportan al gobierno más allá del MAS, tienen que ver con gastos e inversiones. Si a todo esto se le suma una batalla intransigente por el control del aparato del partido con la que el expresidente Evo Morales está fustigando la credibilidad de Luis Arce cuestionando su idoneidad en el manejo económico y sugiriendo corrupción, la catástrofe está casi asegurada.

Tarija debe asegurar su lugar en este caos. El gas a la baja ha frenado los proyectos de industrialización y las regalías no son esa lluvia de dólares del pasado, que nos dejó deudas y compromisos absurdos. Concentrarse en las potencialidades internas, en la producción de calidad para abastecerse y exportar excedentes parece ser una buena idea sobre la que los poderes públicos deben intervenir. El vino, el coime, los frutos rojos, el maíz y otros productos agrícolas con mercado deben servir de escalera mientras tanto, pero no hay que olvidar que es el conocimiento, la cultura y la economía naranja del turismo sostenible y la creatividad los pilares que deben ayudarnos a salir adelante.

Trabajemos sin esperar demasiado de nadie. Y que viva Tarija

 


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