Los desafíos del Gran Chaco y su autonomía

El Chaco tiene ante sí un futuro provisorio que debe abordar con la calma y serenidad de la adultez, y no con los fervores de la pasión partidaria ni los disparates del victimismo

El Gran Chaco se empeña en seguir conmemorando como Fiesta Grande su constitución como provincia mientras que al aniversario del referéndum que erigió la Región Autónoma del Gran Chaco se le sigue mirando de reojo, como con desconfianza. Probablemente no hay ninguna maldad en ello sino el peso de la costumbre y el empeño del calendario agrícola, por lo que como toda efeméride sirve, esencialmente, para reflexionar sobre la situación actual y la trayectoria trazada.

El Gran Chaco padece una crisis muy similar a la del resto de Tarija – muchas obras comprometidas por pagar y una dramática reducción de ingresos -, pero la aparente sintonía política con el Gobierno nacional (comparten sigla) les impide levantar la voz y más bien se ha sobrellevado con una estoica disciplina y, sobre todo, mirando para otro lado.

El Chaco tiene magníficas condiciones para enfrentar cualquier crisis y no solo por su condición de frontera, que le hace único, sino por sus potenciales agrícolas, industriales e incluso turísticas, pero la capacidad de articular estas bonanzas parece cada vez menor.

La riqueza de sus tierras cargadas de sedimento y de su clima extremo le hace apta para desarrollar varias cosechas tan pronto como se resuelvan los problemas de agua o se adapten los proyectos en ejecución además de las técnicas ancestrales, pues no es de ahora que falte agua en tiempos de sequía. La ganadería también ha dado pasos excelentes en la adecuación de sus especies y en la mejora de las razas, aunque siguen faltando los detalles que permitan mejores comercializaciones.

En lo industrial y debido a su ubicación, en la intersección de la red ferroviaria y la proximidad a los grandes proyectos como la Termoeléctrica del Sur y la Planta Separadora de Líquidos, el Chaco tiene un futuro provisorio un tanto trancado por las dudas del gobierno nacional en avanzar con la planta petroquímica. Pero esto no es excusa para no haber avanzado en la constitución de un gran parque industrial que apoye logísticamente y de mayor competitividad a la agroindustria nacional.

En lo turístico, las riquezas del río Pilcomayo y todo el Chaco Boreal están fuera de toda duda aún a pesar de la amenaza de la deforestación. Recuperar la memoria de la Guerra que fue de todos en la víspera del centenario pasa por ser un elemento clave para potenciar una industria pujante pero casi siempre precaria en el país.

El Chaco tiene potencialidad y hoy por hoy, herramientas de gestión a la mano, gracias a la Autonomía Regional, que sin embargo no se aprovechan adecuadamente. La inexistencia de una caja para administrar proyectos de ámbito regional y el reparto de todos los recursos provenientes de regalías a partes iguales entre los tres municipios está limitando el desarrollo y propiciando luchas fratricidas entre chaqueños. Ni siquiera el Fondo Rotatorio, sin duda el mejor programa ideado por la autonomía, contempla fórmulas de respuesta para este tipo de desafíos.

El Chaco tiene ante sí un futuro provisorio que debe abordar con la calma y serenidad de la adultez, y no con los fervores de la pasión partidaria ni los disparates del revanchismo victimista. El Chaco debe seguir caminando en su senda de autogestión desde la praxis. Es el momento.

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