El extraño silencio sobre “la ruta de los españoles”

Nadie en la zona reclama, seguramente por los antecedentes, pero la ruta se está convirtiendo en un riesgo demasiado grande para los profesionales del vehículo y también para los transeúntes ocasionales

Aunque alguna vez tengamos ensoñaciones de pueblo ultra rico, lo cierto es que abordar la construcción de una carretera, cualquier carretera, implica destinar importantes recursos que se restan de otro lado. Priorizar tiene estas cosas. En el departamento hay docenas de tramos que esperan su oportunidad de convertirse en asfalto, pero lo cierto es que cualquier inversión hay que calcularla al detalle para lo que no nos pasen las cosas del pasado.

Una de esas pesadillas del pasado es precisamente el tramo Entre Ríos – Palos Blancos, el tramo central de la ruta al Chaco y que desde siempre se había atragantado por su complejidad, aun sin ser una ruta de alta montaña. Cuando llegaron los recursos frescos por el buen momento del petróleo, coincidiendo además con las elecciones de 2014, los políticos competían por llevar gestión y el propio Evo Morales fue el que resolvió ejecutar de una vez ese tramo largamente demandado.

La Administradora Boliviana de Carreteras licitó y adjudicó en 2014 la obra Entre Ríos – Palos Blancos, y ya desde ese momento hubo demasiadas sospechas. Primero porque se adjudicó a una empresa española sin ningún tipo de experiencia en Bolivia, que después se demostró que llegó con un pequeño equipo de ingenieros que subcontrataron absolutamente todo - y, además, después, se fueron dejando más de un problema de pago entre sus contratados-.

Los constructores bolivianos ya advirtieron entonces que el precio ofertado, unos 85 millones de dólares, era demasiado poco para un tramo con unos 60 kilómetros con determinadas características de tránsito en cuanto a curvaturas y pendientes. Sin embargo, la propia ABC no tardó demasiado en autorizar cambios en las pendientes y en las curvaturas, lo que convirtió una carretera de 60 kilómetros/hora garantizados en una vía lenta con tramos de 40.

Todo esto lo contamos en elpais.bo con pelos y señales y nunca fuimos desmentidos por la empresa ni por la ABC, al contrario, pero sí se empezó a formar una especie de bandos que nada tenían que ver con la ejecución técnica de la obra sobre la que se exigía máxima transparencia y calidad, sino con lo político, con defender al político que había hecho realidad la obra, en este caso Evo Morales, argumentando exclusivamente que lo pasado era peor.

Han pasado menos de cinco años desde su entrega y el resultado es desolador. El pavimento se levanta por todo lado poniendo en riesgo a los vehículos que transitan sobre él y el tramo de Tapecua, que efectivamente era el que requería mayor solución técnica, se ha convertido en un nuevo “angosto” en el que hay que pasar básicamente rezando para no encontrarse a nadie de frente, porque no cabe. Ya no se trata de radios de curva o pendientes, es que solo hay un carril y medio como máximo.

Nadie en la zona reclama, seguramente por los antecedentes, pero la ruta se está convirtiendo en un riesgo demasiado grande para los profesionales del vehículo y también para los transeúntes ocasionales. Mientras tanto, los responsables técnicos de la obra hace tiempo que hicieron las maletas de vuelta a España sin que nadie les pida responsabilidades. En este caso, y va nuestra palabra por delante, no es porque no se advirtieran las deficiencias. ¿Por qué fue entonces? Ojalá pronto se elimine este calculado silencio.


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