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Moderación en Navidad

No hay duda de que este 2020 será recordado en la historia, pero no debemos bajar la guardia. La pandemia está de vuelta y cuidar a la familia, esta vez, supone compartir menos.

2020 ha sido uno de los años más complejos que hemos contado desde estas páginas de diario, y todavía nos aguarda la incertidumbre de la última semana con la pandemia creciendo a pasos agigantados.

Mañana es Navidad, y esta noche la inmensa mayoría de las familias se reunirán en la mesa para compartir un plato de comida, el que sea. Hay familias que lo viven como una tradición más cultural y quienes lo viven desde la profundidad de la Fe. En cualquier caso, el simbolismo de la Navidad está presente en nuestra cultura en estas fechas.

Este año será seguramente un poco más difícil, pues casi 10.000 personas han fallecido por culpa de la pandemia del Covid-19, otras muchas han padecido la enfermedad, con diferentes dolencias arrastradas. Un drama en el que hay seguramente muchos responsables, empezando por lo cercano, pero que tiene mucho que ver con nuestra precariedad sistémica.

Si muchas familias son las que han sentido de lleno los efectos de la pandemia en el plano de la salud, muchas más son las que están viviendo sus efectos sociales: el desempleo, la pobreza, el hambre y, muchas veces, la propia desintegración familiar.

En un país como el nuestro, la familia sigue siendo la principal red de protección social. El núcleo desde el que se pueden hacer frente a las necesidades de desarrollo, el factor que cubre las necesidades básicas en caso de problemas y la organización que asume las tareas de cuidado en caso de dificultades. La pandemia ha puesto también en jaque esa cohesión, pues las medidas recomendadas para cortar el contagio chocan de frente con el contacto con la familia ampliada.

El golpe económico para el Estado es más grave de lo que se describe y la profundidad de su impacto, pero también de la estrategia de salida, dependerá la duración y la capacidad de salir adelante. Las medidas de emergencia no deben nublar la capacidad de pensar en una salida a mediano plazo que fortalezca el aparato productivo nacional.

El panorama es incierto, pero la Navidad es siempre motivo de esperanza, lo que unido a la capacidad de resiliencia que hemos desarrollado en este país, convierten a estos días en una nueva oportunidad de imaginar un futuro diferente.

Bolivia ha salido ya de muchas situaciones límite. De hecho, hemos sido uno de los pocos países que hemos enfrentado la pandemia sin dejar de participar en la lucha política, tan descarnada como siempre, tal vez más polarizada que antes, y resuelta, como era de esperar, con resultados extremos tanto para unos como para otros.

Esta noche es Navidad y en el mundo Católico renace la esperanza por hacer el bien, por servir a los demás y por vivir en el Amor de Jesucristo. No hay duda de que este 2020 será recordado en la historia, pero no debemos bajar la guardia. La pandemia está de vuelta y cuidar a la familia, esta vez, supone seguramente compartir menos.

Que tenga una muy feliz Navidad.

DESTACADO: En un país como el nuestro, la familia sigue siendo la principal red de protección social. El núcleo desde el que se pueden hacer frente a las necesidades


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