Feria Navideña: Priorizar lo local
La recurrente polémica de la ubicación de la Feria no debe confundir el objetivo: comprar la producción nacional contribuye como nada a superar la crisis económica
De por sí, que la Feria Navideña arranque el 24 de diciembre y se prolongue hasta Año Nuevo es una particularidad de Tarija que parece burla, pero que tiene que ver con el remate de mercaderías no colocadas en otros puntos del país, con todo, pasa por ser uno de los eventos clásicos de estas fechas.
Clásica también se ha vuelto la disputa en estas fechas de un grupo de gremiales que siguen insistiendo en instalar la feria navideña en Villa Fátima, a pesar de que hace un lustro que ya no se instala en el lugar. La pelea es siempre recurrente, y el Gobierno Municipal suele acabar haciendo demasiadas concesiones solo para conseguir que la feria no se instale literalmente en mitad de la ciudad, como si fuera una ratonera, sin ningún tipo de servicio de aseo ni previsiones de seguridad.
Este año ha colaborado la pandemia y su rebrote, que ya ha puesto en sobreaviso a la población, que además se viene acostumbrando a comprar en lugares más abiertos y espaciosos, aunque la pelea se reabrió precisamente por la existencia de un nuevo alcalde con el que negociar.
La pelea empezó con la llegada de Rodrigo Paz a la Alcaldía. El heredero de UNIR decidió hacer del “orden” uno de los ejes de su gestión y lo primero que intentó enfrentar fue precisamente la feria navideña. Para entonces se dio cuenta que había en el barrio El Constructor un campo ferial en el que su antecesor y aliado, Óscar Montes, había gastado una millonada en construir un campo gremial que nunca nadie quiso utilizar.
La obra de marras subió de los doce millones de bolivianos para un puñado de tejados de calamina, pilares de aluminio y vallas de seguridad, además de algunos edificios de administración. Pero alguien creyó que aquello de irse al otro lado de la Circunvalación – donde por cierto viven muchos más vecinos que dentro de la misma avenida – era irse demasiado lejos y se resentirían las ventas. Hubo protestas aunque se habilitaron numerosas líneas de bus y de taxi trufi, y el colmo fueron las lluvias, que convirtieron todo en entorno en un barrial.
Paz, como con todo lo que intentó “ordenar”, acabó cediendo a la presión de vecinos y comerciantes y trasladó la feria al parque Temático, donde los problemas fueron similares. Lema propone ahora la Avenida Integración, cuya suerte será incierta.
Desde hace un tiempo, los comerciantes se han acostumbrado a culpar a los imponderables, o a los políticos, de la falta de ventas y el poco movimiento económico que se genera con ese tipo de actividades, sin embargo, bien merecería una reflexión al respecto del contenido mismo de la Feria. Hace años que Tarija es prácticamente una feria ambulante desde el Mercado Campesino hasta Juan XXIII, y la pandemia lo ha acentuado. Los productos que se ofrecen en la Feria Navideña no suele diferenciarse del resto: plásticos chinos importados, normalmente de contrabando, imitaciones de mediana calidad, o mercadería de temporada. Ni siquiera el precio acaba siendo diferencial.
En este país, la libre expresión y el libre mercado siguen estando garantizados – aunque alguna vez han estado muy amenazados -, y desde estas líneas volveremos a insistir una vez más en recomendar comprar tarijeño. Producción natural, artesanal, o la que sea, pero tarijeño, pues esa es la forma en la que mejor se contribuirá, precisamente, a salir de la crisis.
DESTACADO.- Hace años que Tarija es prácticamente una feria ambulante desde el Mercado Campesino hasta Juan XXIII, y la pandemia lo ha acentuado