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Arce, la condonación de deuda externa y la banca nacional

En manos del Gobierno está ahora la posibilidad de reordenar los esfuerzos, exigir más a los que más tienen y pedir más esfuerzos en la reestructuración de las deudas, y también en las condonaciones, en el sistema financiero nacional

El presidente Luis Arce mantiene la agenda para cumplir sus compromisos de campaña. Ayer, en la XXXI Asamblea Extraordinaria de Naciones Unidas planteó clara y sobriamente la necesidad de reestructurar los mecanismos de los organismos multilaterales y, en dos ocasiones, la necesidad de aplicar condonaciones de deuda, lo que va un paso más allá de la moratoria de dos años que inicialmente se había planteado.

“Esperamos encontrar la debida comprensión y solidaridad de la cooperación internacional, particularmente la Ayuda Oficial al Desarrollo. Es imperativo movilizar las diferentes fuentes e instrumentos de financiamiento y condonación de deuda externa” puntualizó Arce para rematar después con “los organismos financieros multilaterales tienen que seguir proporcionando liquidez y efectuar condonaciones de deuda”.

En la argumentación, Arce recordó las desigualdades estructurales que se han acentuado con la pandemia del Covid-19 y pidió mayor coordinación para enfrentarla, recordó que ha afectado a todos los países, pero que el efecto no es igual para todos, porque los que vienen de más atrás siempre tienen más problemas.

La economía sigue en caída libre, y los sectores productivos plantean un nuevo diferimiento de pago y otras medidas de apoyo

Las palabras de Arce pasan a ser el pistoletazo de salida para unas negociaciones que no van a ser fáciles, pero que son posibles en el contexto actual tanto por los factores externos como por los del propio país, que ha recuperado la estabilidad tras unos años de crisis política severa.

Mientras tanto y con esa misma lógica de repartir los esfuerzos entre todos, pero sobre todo exigir más a los que más tienen, en el país se van encendiendo los debates sobre los alcances de la Ley de Diferimiento de pago de créditos y el impacto real de esa ley en la economía nacional.

Diferentes sectores sociales, desde emprendedores y pequeñas empresas hasta cuentapropistas y choferes, han planteado un nuevo diferimiento de pagos hasta que realmente se pueda considerar que la economía se ha reactivado, pues de lo contrario, 2021 puede convertirse en una liquidación permanente de empresas y negocios mientras crecen las moras. La proyección oficial es que el PIB se ha contraído un 11%, con su consiguiente destrucción de puestos de trabajo.

El Gobierno ha reaccionado a la demanda clarificando el mecanismo de pago de las cuotas diferidas: al final y sin alterar el interés, dicen, pero en la coyuntura y escuchando al propio Presidente, no parece equitativo el esfuerzo planteado para unos y para otros en la mencionada ley.

La mala gestión de la pandemia, tanto en lo médico como en lo económico, acabó con la gestión de Jeanine Áñez y sus posibilidades de candidatear, pero sobre todo dejó una honda herida en la sociedad productiva del país de la que no va a ser sencillo salir.

En manos del Gobierno está ahora la posibilidad de reordenar los esfuerzos, exigir más a los que más tienen y pedir más esfuerzos en la reestructuración de las deudas, y también en las condonaciones, en el sistema financiero nacional. El riesgo de colapso, si no se interviene, es real. 


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