Un bono para estimular la economía, no el contrabando
Todos los Gobiernos del mundo están tomando medidas proteccionistas en estos momentos, protegiendo específicamente la producción nacional e incentivando la transformación de empresas hacia actividades necesarias
Cumpliendo los compromisos de campaña, el Gobierno de Luis Arce Catacora ha señalado que pretende pagar el bono de 1.000 bolivianos incluido en la Ley contra el Hambre antes de fin de año. En paralelo, también ha señalado que en la caja del Tesoro General de la Nación hay poco más de 4.000 millones de bolivianos y no los 18.000 de los que habló el exministro de Economía, Branko Marinkovic.
La situación es crítica, pero no se va a renunciar a la entrega del bono, pues la teoría de Arce pasa porque inyectando liquidez al mercado en forma de bono se va a lograr reactivar de alguna manera la cadena productiva.
Sin embargo, un bono en época navideña, coincidente con los pagos de aguinaldos, corren el riesgo de convertirse en sidra argentina, cohetillos chinos, juguetes vietnamitas o algún que otro pequeño electrodoméstico paraguayo pasado por brasilero, algo que ya pasó en los años de bonanza con los lapidarios doble aguinaldos instruidos por el propio Arce Catacora y que acabó condenando a numerosas pequeñas y medianas empresas, que vieron como sus previsiones para aumentar tecnología y productividad se esfumaban en forma de regalo electoral de fin de año.
El problema directo de las empresas se sumaba al general, pues los productos adquiridos apenas dejaban beneficio en el país, sino que se esfumaban en mercaderías importadas de bajo valor y apenas los comerciantes podían obtener un pequeño beneficio de esa estrategia tan keynesiana de incentivar el consumo.
En la última experiencia del doble aguinaldo se introdujo la obligación de gastar una pequeña parte de él en productos nacionales y los resultados fueron satisfactorios
En la última experiencia del doble aguinaldo se introdujo la obligación de gastar una pequeña parte de él en productos nacionales, para lo que se habilitó una billetera móvil y los resultados fueron evidentes y satisfactorios.
El efecto económico de los bonos distribuidos a principio de la pandemia fue difícilmente medible, porque el confinamiento decretado sin criterio lo acabó arrasando todo, pero en adelante, es preciso que las medidas de estímulo como las anunciadas contengan medidas y sistemas de control que garanticen que llega de verdad al sistema productivo nacional y no se va en forma de contrabando.
Por el momento, el equipo económico de Luis Arce ha versado algunas frases sobre esto, pero ha apelado más a la responsabilidad individual que a buscar fórmulas específicas que garanticen que así sea.
El asunto es más serio de lo que parece y no tiene nada de dogmático, sino de sentido común. Todos los Gobiernos del mundo están tomando medidas proteccionistas en estos momentos, protegiendo específicamente la producción nacional e incentivando la transformación de empresas hacia actividades necesarias en esta fase de la pandemia mundial. Incluso Estados Unidos y Europa se han enzarzado en una batalla de sanciones comerciales, que no tienen que ver con Trump, sino con la necesidad del momento de proteger su industria.
Uno de los grandes errores del MAS fue el de sacrificar la pequeña y mediana industria y limitar la productividad, es necesario que esos errores se corrijan. La primera oportunidad para ello ya está sobre la mesa.