La precipitada campaña por Tarija

Tarija es, pese a todo, el departamento que más ha avanzado en su desarrollo autonómico, y el que antes ha evidenciado las costuras que lo encajonan. Hay cuestiones metodológicas, pero también de sintonía con el poder central

Cuando el resultado electoral nacional y el rastro de cadáveres políticos que ha dejado la elección del 18 de octubre todavía están calientes, en Tarija se dispara la campaña por las subnacionales antes siquiera de que alguien pueda hacer una evaluación.

El mismo domingo, mientras se cerraban los recuentos, Johnny Torres, subgobernador de Cercado con el MNR, llegó a PlusTLT para decir que va a ser candidato a la Alcaldía. Un día después, en el festejo del MAS en la plaza Luis de Fuentes, los allegados coreaban el nombre de Walter Ferrufino, subgobernador de O´Connor y jefe de campaña como candidato a la Gobernación. Después llegó el pulso en el Concejo Municipal para elegir alcalde alterno, un pulso que se libra mirando también la campaña que se viene. A la vez, el exalcalde Óscar Montes, líder de UNIR, empezaba su campaña en Villa Montes buscando aliados, aunque su equipo corrigió después el textual de la convocatoria.

Tarija merece hacer una reflexión profunda de lo sucedido, de lo que viene sucediendo y de cómo se va a plantear el encaje en el nuevo país que viene

Si todo va por los cauces establecidos, el 14 de noviembre se estaría posesionando a Luis Arce Catacora como Presidente del Estado Plurinacional. Dos días después, el Tribunal Supremo Electoral debería presentar la convocatoria para las elecciones municipales, departamentales y también regionales en el caso de Tarija. Según los cálculos, a mediados de marzo de 2021 se estaría acudiendo de nuevos a las ánforas para elegir alcaldes, concejales, subgobernadores, gobernadores y asambleístas.

Tradicionalmente las elecciones subnacionales venían a “compensar” o corregir de alguna manera el poder otorgado en las elecciones nacionales básicamente al MAS, pues es desde 2005 desde que se eligen autoridades departamentales por voto directo. El MAS ganó dos veces la elección nacional en Tarija con el 51%, en 2009 y 2014 y posteriormente perdió la Gobernación y las alcaldías más importantes; no lo ha hecho ni en 2019 ni en 2020, por lo que queda por ver como operará ese asunto en la próxima elección de 2021. Cierto cansancio empieza a hacer mella.

Tarija es, pese a todo, el departamento que más ha avanzado en su desarrollo autonómico, y el que antes ha evidenciado las costuras que lo encajonan. Hay cuestiones metodológicas, pero también de sintonía con el poder central, aunque no solo. De los quince años de desarrollo autonómico, cuatro coincidieron con el mismo MAS en Gobierno y Gobernación y fueron desastrosos, mientras que este último se presumía una buena relación entre Áñez y Oliva y los resultados han sido bastante decepcionantes.

Los políticos quieren lanzar ya la carrera electoral, para deslumbrar con sus mensajes de alegría, sus relatos épicos y sus fantasías. Lo cierto es que Tarija merece hacer una reflexión profunda de lo sucedido, de lo que viene sucediendo y de cómo se va a plantear el encaje en el nuevo país que viene, montado en una crisis después de años tratando de salir de otra. La prudencia, en estos casos, es la mejor de las compañías.


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