La salida de Díaz y las dudas del manejo económico

Los ministros del área económica a los que se les encomendó gestionar la transición garantizando la estabilidad han acabado renunciando en medio de presiones y condicionantes políticos sobre sus áreas

En medio del desconcierto general que el Movimiento Al Socialismo y el Gobierno se intercalan en generar, se ha producido la renuncia de otro ministro en el Gabinete de Jeanine Áñez. Carlos Díaz, ministro de Planificación, renunció, como todos, por motivos personales. Con esta renuncia el grupo de incondicionales de Jeanine Áñez desde que el 13 de noviembre nombrara gabinete se reduce a Arturo Murillo en Gobierno, Víctor Hugo Zamora en Hidrocarburos y Álvaro Coimbra y Álvaro Guzmán, los benianos en Justicia y Energía. También está Luis Fernando López, que era de Camacho, pero se quedó incluso tras ser censurado en la ALP y Yerko Núñez, también beniano, que cambió Obras Públicas por el Ministerio de Presidencia, ni más ni menos.

El Ministerio de Planificación es uno de los grandes desconocidos, pero también pasa por ser el más clave a la hora de enfrentar la gestión, pues al final es el que le da orientación y sentido a las decisiones de índole económica, que son a la vez las que marcan el pulso de la política.

El Ministerio de Planificación es uno de los grandes desconocidos, pero también pasa por ser el más clave a la hora de enfrentar la gestión, pues al final es el que le da orientación económica a la política.

El Ministerio de Planificación es también el que se relaciona con el Presupuesto y con las entidades de crédito externo y multilateral. En ese sentido, su ministro asume tanta o más responsabilidad que el ministro de Economía en la ejecución de determinadas decisiones.

Hace apenas un mes salió el ministro José Luis Parada, viejo lobo de mar en la gestión pública, tan asustado por el coronavirus como por algunas instrucciones recibidas. Su reemplazante, Óscar Ortiz ha padecido severamente el virus y su reemplazante interino, Abel Martínez, recién llegado al gabinete, también. Una vez que se recupera cierta normalidad, Díaz da un paso al costado levantando nueva polvareda de especulaciones.

El jefe de los ministros, Yerko Núñez, advirtió recientemente que los ingresos del Estado son insignificantes en estos momentos. Lo hizo para justificar la necesidad de endeudamiento externo. Al mismo tiempo, Núñez, otros ministros y la propia Presidenta han dado diferentes versiones sobre la utilidad que tendrían esos créditos externos, desde la creación de un nuevo bono salud hasta la utilización en el gasto corriente, y nadie ha desmentido que el BCB ya haya abierto una partida con el famoso crédito del FMI en sus balances sin la autorización de la ALP.

Con un Gobierno en campaña, resulta difícil obtener una visión fiel de la dimensión de la crisis económica y financiera que el país está atravesando. El objetivo del gabinete de ministros, al menos mientras siga quedando alguna opción en las encuestas, sigue siendo blindar a Jeanine Áñez, aunque decisiones como la de cancelar el curso escolar deje en evidencia su capacidad de gestionar. Tal vez solo los ministros del área económica se habían creído aquello de la transitoriedad y de hacer que el Estado siguiera funcionando.

Es importante que en medio de la maraña, el manejo de la cosa pública sea transparente y no genere dudas. La falta de legitimidad y las escasas opciones que le quedan de continuidad no ayudan. Bolivia necesita salir de esta, y la resolución democrática se hace más necesaria que nunca.

 


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