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Covid, una oportunidad para impulsar la innovación

Todas las empresas e instituciones públicas en Bolivia necesitamos desarrollar tecnología y adecuarse a nuevas prácticas comerciales en las que los bancos y la educación financiera también juegan un rol fundamental.

Prácticamente a cuatro meses de que se detectaran los dos primeros casos de coronavirus en el país y seis desde que el mundo se pusiera en alerta, se puede afirmar que muchas de las costumbres arraigadas han cambiado de raíz, pero estamos aún lejos de decir que habrá prácticas que no se retomarán de la misma manera.

Es verdad que en este tiempo se han explorado otras formas de hacer las cosas, siendo la conciliación de la vida laboral y familiar la que más se ha visto afectada. Medio planeta ha suspendido las clases escolares y optado por el teletrabajo, lo que ha supuesto un desafío para las familias, que en modo encapsulamiento no han podido contar siquiera con las manos más acostumbradas a auxiliar en estos casos: los abuelos.

El comercio también ha sufrido una gran transformación en precios o forma de consumo, que se ha reducido drásticamente, pero incluso algunos rubros de servicios han logrado adaptarse a la nueva realidad, y tras abusar de los streaming gratuitos se han logrado articular plataformas de pago por concierto, por ejemplo, o formas de donación y apoyo para artistas y otros.

Una cosa es supervivencia y otra sostenibilidad. muchas empresas e instituciones públicas se han adaptado a las circunstancias y han implementado el teletrabajo y la atención telefónica y por internet, pero no está claro en qué medida se va a lograr la sostenibilidad

En el retorno a las calles con “nueva normalidad” también se han incentivado otros servicios complementarios y nuevas formas de consumir, eso sí, casi siempre priorizando la individualidad sobre el colectivo.

En las bolsas de valores de todo el mundo las empresas tecnológicas han repuntado mientras que las más tradicionales han caído, como era previsible.

¿Cuánto hemos cambiado en Bolivia en este tiempo? Cabe señalar que si de algo nos podemos preciar es de una capacidad de adaptación innata que agudiza el ingenio para buscar la oportunidad en el momento preciso, y eso se ha visto también en la pandemia. Los deliverys funcionaban y la venta de ropa a domicilio, o de cualquier otra cosa, funcionaba mucho antes de que los Gobiernos se dieran cuenta de ello y propusieran, como no, formas de controlarlos.

Sin embargo, una cosa es supervivencia y otra sostenibilidad. Es verdad que muchas empresas e instituciones públicas se han adaptado a las circunstancias y han implementado el teletrabajo y la atención telefónica y por internet, pero no está claro en qué medida se va a lograr la sostenibilidad en esos campos.

Aumentar la productividad laboral es uno de los grandes desafíos de la economía boliviana, donde el trabajo todavía se sigue midiendo en horas de permanencia y poco en entrega de producto, justo la base del teletrabajo.

Todas las empresas e instituciones públicas en Bolivia necesitan/necesitamos desarrollar tecnología y adecuarse a nuevas prácticas comerciales en las que los bancos y la educación financiera también juegan un rol fundamental.

Priorizar en tiempos de crisis es difícil, pero pensar en el futuro obliga a tomar decisiones de futuro y que los poderes públicos inviertan en ese campo y con decisión. Incentivar la transformación digital es un debe que el país necesita. Las crisis son para cambiar y las instituciones deben apoyarlo con medidas creativas: valga como ejemplo de lo que no hay que hacer la subvención a la importación del papel que el Gobierno ofreció a las empresas editoras de noticias en prensa, como este medio.

Contener el virus es también reinventarse, es entrar en nuevos espacios, es crecer con decisión, es aplicar la tecnología. Es obligación sacar algo positivo de esto.


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