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Elecciones, una decisión suicida

Las torpezas del Movimiento Al Socialismo (MAS) han vuelto a desviar la atención de lo realmente importante a estas alturas del comienzo del mes de mayo. La imposición de la agenda electoral por encima de la agenda de salud y de la agenda económica es un nuevo despropósito que se une a la...

Las torpezas del Movimiento Al Socialismo (MAS) han vuelto a desviar la atención de lo realmente importante a estas alturas del comienzo del mes de mayo. La imposición de la agenda electoral por encima de la agenda de salud y de la agenda económica es un nuevo despropósito que se une a la deriva de un partido que no acaba de recordar cuál era su misión de existir y su proyecto para este país.

La pandemia avanza a velocidad endiablada, por mucho que los gurús de la estrategia médica se empeñen en mostrarla controlada. En una semana, los alcaldes y los Sedes tendrán que asumir la responsabilidad que el Ministerio de Salud elude: predecir los desastres que la enfermedad puede causar en sus municipios, con o sin cuarentena, sin poder disponer las pruebas suficientes como para tener un mapa claro de lo que realmente sucede. Los bolivianos morimos más y más jóvenes por el dichoso virus que en los países del entorno. Pero sin embargo, al Movimiento Al Socialismo se le ha ocurrido que lo más urgente en este momento es volver a las campañas electorales.
No es más fácil de controlar a la mitad de menores de un colegio que garantizar en condiciones de seguridad el acceso al centro de votación ampliando el horario, duplicando las mesas de sufragio y garantizando la higiene de manos de la población adulta.
El problema, además, es que el MAS no acierta ni siquiera en los argumentos. Probablemente es verdad que la respuesta a la pandemia sería más sólida con un Gobierno legítimo, pero eso no se va a lograr con la convocatoria electoral a 90 días, que con segunda vuelta y transición, llegará mucho después de lo que los peores pronósticos prevén para Bolivia. También es cierto que los primeros en hablar de control y mejoría hasta el punto de plantear la “flexibilización de la cuarentena” con una propuesta “dinámica” y que ya ha generado el caos han sido los miembros del Gobierno, pero no parece suficiente razón.

¿Quién gana con una convocatoria acelerada de elecciones? La convulsión de la Covid -19 no debe tampoco hacer olvidar que Bolivia viene de una crisis política e institucional con pocos precedentes en el país, y que el acuerdo de superación de esa crisis fue precisamente la convocatoria de unas elecciones que, además, ya se hicieron con menos urgencia de la inicialmente acordada.

Es verdad también que nadie puede pretender que los niños vuelvan a las aulas en junio o julio, pero las elecciones se posterguen hasta el año 2021, pues no es verdad que sean necesarias campañas “multitudinarias” al uso, que sirven de poco, ni que sea más fácil de controlar a la mitad de menores de un colegio que garantizar en condiciones de seguridad el acceso al centro de votación ampliando el horario, duplicando las mesas de sufragio y garantizando la higiene de manos de la población adulta.

Quedan 90 días por delante - si es que el Tribunal Constitucional no tumba la Ley, como parece probable – en los que la prioridad no debe ser ganar las elecciones sino derrotar al coronavirus, una amenaza que todavía no hemos llegado a percibir en su dimensión real. Convendría que los partidos se ajusten a ello, y que no olviden que las elecciones se ganan con votos, no con muertos

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