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Bermejo y la impunidad

Pasan los días y la muerte de la menor Carlita M. en Bermejo corre el riesgo serio de caer en el olvido. En pasar a ser un número más en las frías estadísticas, por muy cruel y horrendo que haya sido el crimen, y por lo muy intolerable que resulte en todos sus componentes. Tres personas...

Pasan los días y la muerte de la menor Carlita M. en Bermejo corre el riesgo serio de caer en el olvido. En pasar a ser un número más en las frías estadísticas, por muy cruel y horrendo que haya sido el crimen, y por lo muy intolerable que resulte en todos sus componentes.

Tres personas – un adulto y dos adolescentes - fueron condenadas por el hecho, pero hay demasiados aspectos que siguen en el vacío y requieren de más de una explicación y asunción de responsabilidades.

Carlita M. de 14 años, desapareció el viernes 21 de febrero y su cadáver apareció en la madrugada del jueves 27 de febrero. Por el medio todo un Carnaval, literal, pero también alegórico respecto a una investigación que se trató como un secuestro, en el que se dice que se negoció con los secuestradores durante un tiempo pese a que el informe forense revela que la niña murió pocas horas después de ser retenida. Para acabar, el comandante de Frontera Policial calificó de “exitoso” el caso.

Con todo, hay vacíos. La propia Policía Nacional habló ese mismo día de que el caso podría estar conectado a otros similares en el lugar. Unos días después, el abogado de la víctima señaló que dos familias se habían contactado con él para detallar casos similares que hubieran padecido en la misma ciudad. Nada se ha aclarado.

El otro asunto tiene que ver con las cámaras de seguridad. Un proyecto de 300 cámaras iniciado en 2014, pagado en su totalidad en 2018, y que nunca pasó a manos de la Policía y del que prácticamente nada funcionaba: ni cámaras, ni drones, ni sistema de monitoreo, como revelan varias comunicaciones y la propia experiencia. Eso sí, se pagaron 20 millones de bolivianos a una empresa que ni siquiera tenía la licencia de operación acorde a lo que pedía el Ministerio de Gobierno y la propia Policía.
Los Bs 20 millones en cámaras que no sirven se unen a las adjudicaciones de medicamentos a su esposa farmacéutica, el mamógrafo que no aparece, las cosas raras de la canasta familiar, el extraño centro piscícola que sigue sin funcionar y para el que se compraron alevines antes incluso de ser construido y otras tantas obras irregulares
Este caso es quizá el más grave de los que acechan al subgobernador Never Vega por lo que implica: Carla M. salió del colegio el viernes en la tarde y nadie más la vio nunca con vida, salvo sus asesinos. Los 20 millones de bolivianos apenas sirvieron para la campaña… y ni eso.

No es, en cualquier caso, el único que cerca a Vega. Entre las adjudicaciones de medicamentos a su esposa farmacéutica, el mamógrafo que no aparece, las cosas raras de la canasta familiar, el extraño centro piscícola que sigue sin funcionar y para el que se compraron alevines antes incluso de ser construido y otras tantas obras irregulares auguran un retiro definitivo del político tantas veces reconvertido. En cualquier caso, de todos los problemas, el que probablemente más le preocupa es el de su hijo - ex secretario de Hidrocarburos, ex Cónsul - encarcelado en Orán por tráfico de drogas.

Bermejo es tal vez el municipio más vulnerable del país, al que a sus riesgos fronterizos vinculados al narcotráfico y la crisis importada de Argentina se une la angurria de las autoridades, incapaces de ordenar y dinamizar un territorio más allá de medidas populistas e inútiles, como el toque de queda.

Sin alternativas para los jóvenes y luego del incremento del control fronterizo, era cuestión de tiempo que las mafias y sus lógicas se instalaran en la ciudad que por tantos años las sorteó. Es tiempo de cambiar. Es tiempo de que se asuman responsabilidades.

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