Coronavirus, el momento de la prudencia
El pánico al coronavirus se ha extendido ya a nivel planetario. Inicialmente era un problema chino, pero era una simple cuestión de tiempo que la cuestión se extendiera. Y vaya que lo ha hecho. Todos los ojos estaban centrados en el gigante asiático, siempre tan autónomo y hermético, pero...
El pánico al coronavirus se ha extendido ya a nivel planetario. Inicialmente era un problema chino, pero era una simple cuestión de tiempo que la cuestión se extendiera. Y vaya que lo ha hecho. Todos los ojos estaban centrados en el gigante asiático, siempre tan autónomo y hermético, pero los números cantan. La relación de infectados y muertos en el resto de países, en los que el virus llegó con cierto retraso, son mayores.
La ola populista en los países occidentales ha provocado el caos. Italia está por cerrar fronteras; España por paralizar servicios escolares y laborales; los espectáculos deportivos ya serán solo para televisión y los Juegos Olímpicos están en el punto de mira.
No hay vacuna para el coronavirus, de hecho hay poca más información de lo que se describió al principio, precisamente en China. Una especie de virus que se trata como una infección respiratoria aguda; una gripe más fuerte que mata a los ciudadanos de mayor edad sobre todo, o a cualquiera que tenga otros problemas asociados. En China ya sospechan que lo peor de la crisis ha pasado, sobre todo gracias a que se han implementado algunas medidas de higiene que dejaban mucho que desear en ese país.
¿Cuándo iba a llegar al coronavirus a Bolivia? Esa era una pregunta recurrente en determinados foros de salud, y fue también carne de meme y mofa en redes sociales. Era. La identificación del virus en Argentina, Chile, Perú y Brasil nos dejaron prácticamente rodeados, y era cuestión de tiempo que apareciera en el país, algo que se confirmó anoche, con dos casos en Oruro y Santa Cruz con dos mujeres mayores de 60 años que viajaron a Italia.
La velocidad del contagio la hace algo diferente a lo que fue la crisis de la Gripe AH1N1 de hace unos años, y distinta al ébola, la gripe porcina, el mal de las vacas locas y otras tantas epidemias que se convirtieron en fenómenos virales en su momento.
¿Es posible que el coronavirus nos preocupe más que el dengue, que sigue desatado en el país y se ha cobrado ya decenas de vidas? Lo cierto es que no se trata de hacer comparaciones, los profesionales de la salud deben estar preparados para enfrentar la epidemia si es que llega y no por ello, dejar de atender el dengue.
Bolivia ya venía sufriendo los efectos del coronavirus: el barril del petróleo se ha ido al piso aprovechando las dudas y el descontrol en la OPEP, lo que ha venido a ser el colofón al golpe que ya se sentía en las bolsas de valores por el temor irracional a la producción china y la cancelación de eventos multitudinarios, como el Mobile, que mueve ingentes cantidades de dinero cada año en tecnología.
El tiempo de la broma ha pasado. Tampoco es el tiempo de la alarma. Es el momento de repasar los hábitos de higiene, de tomar las previsiones, de evaluar nuestros sistemas de salud y sus capacidades, y también de algunas “costumbres” que no son tales y que cada año causan multitud de problemas con la gripe común, con la hepatitis, con la mononucleosis y hasta con la cirrosis.
Vamos hacia el invierno. Es tiempo de cuidarse, no de paralizarse.
La ola populista en los países occidentales ha provocado el caos. Italia está por cerrar fronteras; España por paralizar servicios escolares y laborales; los espectáculos deportivos ya serán solo para televisión y los Juegos Olímpicos están en el punto de mira.
No hay vacuna para el coronavirus, de hecho hay poca más información de lo que se describió al principio, precisamente en China. Una especie de virus que se trata como una infección respiratoria aguda; una gripe más fuerte que mata a los ciudadanos de mayor edad sobre todo, o a cualquiera que tenga otros problemas asociados. En China ya sospechan que lo peor de la crisis ha pasado, sobre todo gracias a que se han implementado algunas medidas de higiene que dejaban mucho que desear en ese país.
¿Cuándo iba a llegar al coronavirus a Bolivia? Esa era una pregunta recurrente en determinados foros de salud, y fue también carne de meme y mofa en redes sociales. Era. La identificación del virus en Argentina, Chile, Perú y Brasil nos dejaron prácticamente rodeados, y era cuestión de tiempo que apareciera en el país, algo que se confirmó anoche, con dos casos en Oruro y Santa Cruz con dos mujeres mayores de 60 años que viajaron a Italia.
La velocidad del contagio la hace algo diferente a lo que fue la crisis de la Gripe AH1N1 de hace unos años, y distinta al ébola, la gripe porcina, el mal de las vacas locas y otras tantas epidemias que se convirtieron en fenómenos virales en su momento.
¿Es posible que el coronavirus nos preocupe más que el dengue, que sigue desatado en el país y se ha cobrado ya decenas de vidas? Lo cierto es que no se trata de hacer comparaciones, los profesionales de la salud deben estar preparados para enfrentar la epidemia si es que llega y no por ello, dejar de atender el dengue.
Bolivia ya venía sufriendo los efectos del coronavirus: el barril del petróleo se ha ido al piso aprovechando las dudas y el descontrol en la OPEP, lo que ha venido a ser el colofón al golpe que ya se sentía en las bolsas de valores por el temor irracional a la producción china y la cancelación de eventos multitudinarios, como el Mobile, que mueve ingentes cantidades de dinero cada año en tecnología.
El tiempo de la broma ha pasado. Tampoco es el tiempo de la alarma. Es el momento de repasar los hábitos de higiene, de tomar las previsiones, de evaluar nuestros sistemas de salud y sus capacidades, y también de algunas “costumbres” que no son tales y que cada año causan multitud de problemas con la gripe común, con la hepatitis, con la mononucleosis y hasta con la cirrosis.
Vamos hacia el invierno. Es tiempo de cuidarse, no de paralizarse.