Las obras que no llegaron

El pasado 22 de enero se debía haber procedido a la investidura de un nuevo Gobierno en Bolivia. Ese día se daban por concluidos los últimos cinco años de Evo Morales en el Gobierno, y de haberse realizado una transición en condiciones normales, hubiera sido el momento de evaluar los logros...

El pasado 22 de enero se debía haber procedido a la investidura de un nuevo Gobierno en Bolivia. Ese día se daban por concluidos los últimos cinco años de Evo Morales en el Gobierno, y de haberse realizado una transición en condiciones normales, hubiera sido el momento de evaluar los logros y fracasos de ese periodo en términos de gestión e inversión pública.

Lo cierto es que el periodo no aguanta comparación con el quinquenio inmediatamente anterior. En esa etapa, se entregó de aquellas maneras la vinculación carretera con Potosí; se construyó la termoeléctrica, la planta separadora de líquidos en el Gran Chaco y llegó el Sistema Interconectado Nacional hasta las puertas de Tarija y el Chaco. Probablemente por eso, en 2014 Evo Morales ganó las elecciones en Tarija con un 51%, pues se preveía que lo que venía después podía ser bueno.

Las promesas entonces han quedado en casi nada, pues así están las cosas cinco años después:

El aeropuerto de Tarija sigue siendo uno de los peores del país y se ha realizado apenas una mínima inversión en su pista de aterrizaje, más por seguridad que por otra cosa.

La planta de tratamiento de aguas residuales, prometida varias veces en campaña de 2014 y 2016, es un simple estudio de identificación para un proyecto que no tiene recursos de inversión a la vista.

El Sistema Interconectado Nacional sigue esperando en la estación a ser distribuido por los municipios.

La planta petroquímica de Yacuiba es cada vez más una quimera de la que nadie quiere hablar, pues si no la impulsaron quienes hablaban de industrialización estratégica, peor queda entre los que hablan de iniciativas privadas.
Las grandes obras no se cumplieron, pero sí hay docenas de pequeños proyectos que embargaron la voz a demasiados. No conviene olvidarlo
El desdoblamiento de la Ruta 9 entre Yacuiba y Villa Montes, que pasa por ser uno de los tramos más siniestros de la red vial fundamental del país, quedó primero reducido a un proyecto de doble vía entre Yacuiba y Campo Pajoso, finalmente entregado a la Empresa Boliviana de la Construcción (EBC) en plena campaña de 2019 y que apenas ha pasado de un acto de inauguración y algún movimiento de tierras.

No hay avenida Ecológica, esa carretera de circunvalación externa a cargo de la ABC que se necesita urgentemente para vincular las llegadas del norte y del sur sin saturar la ciudad.

No hay Hospital Cardiovascular en San Lorenzo; el Oncológico y el Materno Infantil son dos grandes obras que avanzan sin recursos para equipamiento y personal.

Ni siquiera hay un triste parque industrial en Cercado, con aspiración de plataforma logística, ni en el Chaco, que pretendía proyectarse como centro de referencia petroquímico.

Tampoco hay la tercera frontera hacia Jujuy, que dependía de los trámites de Cancillería; la variante Canaletas – Entre Ríos sigue siendo un caos costoso y nunca se desarrolló Carrizal.

La única promesa cumplida en plazo es la ruta Entre Ríos – Palos Blancos, pese a que las características de la vía fueron modificadas y la empresa española que la construyó se fue dejando un reguero de deudas entre docenas de pequeños trabajadores.

Lo que sí hay es una amenaza concreta sobre Tariquía y un reguero interminable de obras, pequeñas presas y atajados – nada que ver con un plan hidrológico departamental -, edificios más o menos simpáticos, canchas multifuncionales, etc. Proyectos que han embargado la voz a muchos, pero que en definitiva, no han cambiado la fisonomía del departamento.

Ahora que vienen nuevas campañas, es necesario recordar para que los males no se repitan.

 

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