La sequía y la plata de siempre
Pese a la época de lluvias se conoció ayer que la sequía nuevamente azota al Gran Chaco, ya se habla de recursos y de declaratorias de emergencia. Pero ¿cuántos años más se recurrirá a las mismas “soluciones” sin éxito?. Instituciones de Villa Montes realizarán la evaluación de...
Pese a la época de lluvias se conoció ayer que la sequía nuevamente azota al Gran Chaco, ya se habla de recursos y de declaratorias de emergencia. Pero ¿cuántos años más se recurrirá a las mismas “soluciones” sin éxito?.
Instituciones de Villa Montes realizarán la evaluación de los daños ocasionados en la actividad agrícola y ganadera de la zona.
El responsable de Gestión de Riesgos del Gobierno Autónomo Municipal, César Salazar, indicó que no hay agua para el consumo humano, ni para los animales, por lo que se presenta –una vez más- una situación preocupante.
Más aún este panorama lo vivimos en todos los pasados años, se trata del mismo problema de siempre. No es secreto que muchos proyectos no se cumplieron y el dinero destinado a solucionar este conflicto se extravió en otros bolsillos.
En el año 2013 se habló de la peor sequía de los últimos tiempos, se erogó dinero, más aún el entonces ejecutivo seccional del municipio de Villa Montes, Rubén Vaca, denunció que los ganaderos de la zona hacían “negocio” con el fenómeno natural de la sequía, porque accedían a subvenciones del Estado.
Explicaba por ejemplo que los ganaderos se comprometieron a poner bombas de agua tras la perforación de 160 pozos, incluso con 350 metros de profundidad, pero no cumplieron con el acuerdo. Sin embargo, continuaron recibiendo dinero.
Este tipo de denuncias siguieron sumando año tras año hasta llegar al 2020 con el problema intacto. Hoy una vez más vemos ganado morir y comunidades con el sol a plomo sin agua para tomar.
Se habla del negocio de las cisternas de agua y del dinero recibido e invertido en todo menos en resolver el problema.
¿Hasta cuándo la plata para este problema no se invertirá en lograr verdaderas soluciones?, ¿Hasta cuándo la corrupción frenará las respuestas a este problema? ¿No es acaso fundamental evitar tanto sufrimiento de la población de comunidades alejadas y frenar la muerte del ganado por este motivo?
Lo claro es que la sequía en el Chaco es periódica, ocasiona una pérdida anual del tres por ciento del hato ganadero del Chaco boliviano. Reportes desde la zona muestran al ganado muerto por falta de forraje y agua. Pero también se ve a cientos de familias sin agua para cocinar y tomar. Lo preocupante es que se declara emergencia en el Chaco desde el año 2004 y seguimos...
“Cada año es lo mismo. Llegan estos meses y tenemos que perforar la tierra. A cada familia les damos dos tachos de agua por semana para que se hagan alcanzar. Estamos aburridos de lo mismo, quisiéramos soluciones profundas”, decía una autoridad del municipio de Caraparí en el año 2010.
Sin duda, el problema demanda una atención estructural, pero sobre todo una solución limpia y sincera, para lo cual se debe trabajar en forma conjunta con los gobiernos departamentales, los municipales y los ganaderos de la zona afectada.
Ojalá no nos “sorprenda” este problema los próximos diez años más.
Instituciones de Villa Montes realizarán la evaluación de los daños ocasionados en la actividad agrícola y ganadera de la zona.
El responsable de Gestión de Riesgos del Gobierno Autónomo Municipal, César Salazar, indicó que no hay agua para el consumo humano, ni para los animales, por lo que se presenta –una vez más- una situación preocupante.
Más aún este panorama lo vivimos en todos los pasados años, se trata del mismo problema de siempre. No es secreto que muchos proyectos no se cumplieron y el dinero destinado a solucionar este conflicto se extravió en otros bolsillos.
En el año 2013 se habló de la peor sequía de los últimos tiempos, se erogó dinero, más aún el entonces ejecutivo seccional del municipio de Villa Montes, Rubén Vaca, denunció que los ganaderos de la zona hacían “negocio” con el fenómeno natural de la sequía, porque accedían a subvenciones del Estado.
Explicaba por ejemplo que los ganaderos se comprometieron a poner bombas de agua tras la perforación de 160 pozos, incluso con 350 metros de profundidad, pero no cumplieron con el acuerdo. Sin embargo, continuaron recibiendo dinero.
Este tipo de denuncias siguieron sumando año tras año hasta llegar al 2020 con el problema intacto. Hoy una vez más vemos ganado morir y comunidades con el sol a plomo sin agua para tomar.
Se habla del negocio de las cisternas de agua y del dinero recibido e invertido en todo menos en resolver el problema.
¿Hasta cuándo la plata para este problema no se invertirá en lograr verdaderas soluciones?, ¿Hasta cuándo la corrupción frenará las respuestas a este problema? ¿No es acaso fundamental evitar tanto sufrimiento de la población de comunidades alejadas y frenar la muerte del ganado por este motivo?
Lo claro es que la sequía en el Chaco es periódica, ocasiona una pérdida anual del tres por ciento del hato ganadero del Chaco boliviano. Reportes desde la zona muestran al ganado muerto por falta de forraje y agua. Pero también se ve a cientos de familias sin agua para cocinar y tomar. Lo preocupante es que se declara emergencia en el Chaco desde el año 2004 y seguimos...
“Cada año es lo mismo. Llegan estos meses y tenemos que perforar la tierra. A cada familia les damos dos tachos de agua por semana para que se hagan alcanzar. Estamos aburridos de lo mismo, quisiéramos soluciones profundas”, decía una autoridad del municipio de Caraparí en el año 2010.
Sin duda, el problema demanda una atención estructural, pero sobre todo una solución limpia y sincera, para lo cual se debe trabajar en forma conjunta con los gobiernos departamentales, los municipales y los ganaderos de la zona afectada.
Ojalá no nos “sorprenda” este problema los próximos diez años más.