El MAS tiene la palabra
Lo que hace una semana se consideraba una buena señal: la renovación de las Directivas en Diputados y Senadores, en este último caso con presencia de todas las bancadas, ha pasado ahora a considerarse una amenaza en los círculos palaciegos. Todo esto sin que ni siquiera se haya llevado...
Lo que hace una semana se consideraba una buena señal: la renovación de las Directivas en Diputados y Senadores, en este último caso con presencia de todas las bancadas, ha pasado ahora a considerarse una amenaza en los círculos palaciegos. Todo esto sin que ni siquiera se haya llevado adelante una sola sesión para conocer las intenciones reales del MAS. Al contrario, los rumores y chismes al más alto nivel están perjudicando una acción – la de que la Asamblea sesione - que resulta fundamental para iniciar la aclamada pacificación.
El MAS tiene los dos tercios en la Asamblea Plurinacional. Los tiene desde aquella elección de octubre de 2014 en la que la oposición concurrió dividida facilitando precisamente esos resultados, como bien recuerdan Samuel Doria Medina y Tuto Quiroga, protagonistas en aquel entonces con UD y PDC.
Si algo ha llevado a la situación actual ha sido precisamente la falta de respeto al texto constitucional, la intención de Evo Morales de pelear un cuarto mandato – tercero con estas normas – por encima incluso de lo sucedido el 20 de octubre con el “fraude” detallado por la OEA. Por tanto, no sería una buena idea que el nuevo Gobierno, que a sí mismo se denomina “de transición” pese a algunas decisiones ya adoptadas por sus ministros, trate de apoltronarse en el cargo o siquiera pretenda saltarse los preceptos constitucionales por una supuesta emergencia que no está todavía justificada.
Lo inmediato es convocar elecciones, pero esa no es una tarea que competa al Ejecutivo. Menos a un Ejecutivo con escasa representatividad y en minoría en la Asamblea Plurinacional. Es el MAS por tanto quien debe dar un paso adelante en su estrategia y fijar el calendario que consideren suficiente y necesario para repetir una elección con nuevos actores que ya el propio Evo Morales concedió aquel 10 de noviembre, sin explicarse demasiado bien.
Es curioso que el Gobierno y sus simpatizantes nieguen vehementemente estar acorralados al mismo tiempo que pretenden gobernar por Decreto apoyándose en jurisprudencia preconstitucional
La batalla por el relato parece haberse asentado. Cada cual se quedará con su cuento y dentro de diez años, cuando los detalles se hayan ido olvidando, la Historia pondrá las cosas en su lugar, pero en el momento inmediato, nadie quiere una guerra civil y nadie quiere más muertos, que por muy innecesarios que nos parezcan, se pueden seguir produciendo en la medida que las movilizaciones no frenen y los militares sigan en las calles del país.
Es al MAS, más que a cualquier otro partido, al que le conviene una elección rápida con sus bases todavía movilizadas y sin creer que la vida puede seguir igual sin Evo Morales y con muchos votantes que retiraron su apoyo al MAS asustados por la deriva de los acontecimientos.
Es curioso que el Gobierno y sus simpatizantes nieguen vehementemente estar acorralados al mismo tiempo que pretenden gobernar por Decreto apoyándose en jurisprudencia preconstitucional, como si todo lo que hubiera pasado en estos 13 años no hubiera existido. Como si Bolivia no hubiera madurado.
La salida es convocar elecciones, pues nadie está cómodo en este momento que parece peligroso de alargar. Si todos los quieren… ¿Por qué no se hace?
El MAS tiene los dos tercios en la Asamblea Plurinacional. Los tiene desde aquella elección de octubre de 2014 en la que la oposición concurrió dividida facilitando precisamente esos resultados, como bien recuerdan Samuel Doria Medina y Tuto Quiroga, protagonistas en aquel entonces con UD y PDC.
Si algo ha llevado a la situación actual ha sido precisamente la falta de respeto al texto constitucional, la intención de Evo Morales de pelear un cuarto mandato – tercero con estas normas – por encima incluso de lo sucedido el 20 de octubre con el “fraude” detallado por la OEA. Por tanto, no sería una buena idea que el nuevo Gobierno, que a sí mismo se denomina “de transición” pese a algunas decisiones ya adoptadas por sus ministros, trate de apoltronarse en el cargo o siquiera pretenda saltarse los preceptos constitucionales por una supuesta emergencia que no está todavía justificada.
Lo inmediato es convocar elecciones, pero esa no es una tarea que competa al Ejecutivo. Menos a un Ejecutivo con escasa representatividad y en minoría en la Asamblea Plurinacional. Es el MAS por tanto quien debe dar un paso adelante en su estrategia y fijar el calendario que consideren suficiente y necesario para repetir una elección con nuevos actores que ya el propio Evo Morales concedió aquel 10 de noviembre, sin explicarse demasiado bien.
Es curioso que el Gobierno y sus simpatizantes nieguen vehementemente estar acorralados al mismo tiempo que pretenden gobernar por Decreto apoyándose en jurisprudencia preconstitucional
La batalla por el relato parece haberse asentado. Cada cual se quedará con su cuento y dentro de diez años, cuando los detalles se hayan ido olvidando, la Historia pondrá las cosas en su lugar, pero en el momento inmediato, nadie quiere una guerra civil y nadie quiere más muertos, que por muy innecesarios que nos parezcan, se pueden seguir produciendo en la medida que las movilizaciones no frenen y los militares sigan en las calles del país.
Es al MAS, más que a cualquier otro partido, al que le conviene una elección rápida con sus bases todavía movilizadas y sin creer que la vida puede seguir igual sin Evo Morales y con muchos votantes que retiraron su apoyo al MAS asustados por la deriva de los acontecimientos.
Es curioso que el Gobierno y sus simpatizantes nieguen vehementemente estar acorralados al mismo tiempo que pretenden gobernar por Decreto apoyándose en jurisprudencia preconstitucional, como si todo lo que hubiera pasado en estos 13 años no hubiera existido. Como si Bolivia no hubiera madurado.
La salida es convocar elecciones, pues nadie está cómodo en este momento que parece peligroso de alargar. Si todos los quieren… ¿Por qué no se hace?