La fiabilidad del sistema electoral boliviano

Queda una semana de campaña electoral y probablemente más dudas sobre por quién votar que por cómo votar. Con todo, la campaña de información ya está en marcha con todo lo que ello implica: rumores, teorías de la conspiración, lapiceras que se borran y millenials con más ganas de hacer...

Queda una semana de campaña electoral y probablemente más dudas sobre por quién votar que por cómo votar. Con todo, la campaña de información ya está en marcha con todo lo que ello implica: rumores, teorías de la conspiración, lapiceras que se borran y millenials con más ganas de hacer chistes que de votar.

El voto en Bolivia es una obligación, no un derecho, y como tal implica una seriedad en sus formas más allá de lo que cada uno decida a solas en el cuarto de votación ese 20 de octubre que aspira a ser histórico pase lo que pase.

La otra característica del sistema electoral es su total publicidad. Solo el momento en el cuarto de votación es un momento privado. El resto es con puertas abiertas de principio a fin. Desde la constitución de las mesas, la entrega de papeletas a cada ciudadano, su ingreso en el ánfora y, lo más importante, el posterior recuento.

Más allá de que se compartan las decisiones adoptadas por el Tribunal Supremo Electoral o las arbitrariedades en las que haya podido incurrir o no en el proceso, el momento de la verdad queda en manos de la ciudadanía, que podrá asistir a su recinto de votación, presenciar el conteo de su mesa, sacar las fotografías que considere pertinentes y utilizarlas en su mejor criterio.
En líneas generales las encuestas coinciden en darle una ventaja a Evo Morales sobre el siguiente candidato, Carlos Mesa, que bordea el 40% de voto total y el 10% de diferencia
El sistema electoral boliviano es uno de los más confiables del mundo precisamente por eso, ya que cualquier irregularidad quedaría al descubierto en apenas un par de clics en estos tiempos de internet y redes sociales.

Con todo, el runrún se instala con facilidad entre los sectores menos informados o más vulnerables tecnológicamente, lo que no deja de ser parte de una estrategia que ya fue pinchada hace tiempo. Denunciar fraude suele ser una forma de llamar la atención de forma internacional, sin embargo, los movimientos gubernamentales de los últimos meses han desactivado cualquier tipo de presión en ese sentido.

Hasta la fecha, en tiempos recientes, nadie ha podido demostrar ninguna irregularidad en ese sentido, aunque algunas e hayan repetido hasta la saciedad, como lo de los 1.400 votos de El Puente en las subnacionales de 2015. Los resultados del referéndum del 21 de febrero fueron evidentes; también los de la elección de 2014, y han sido otros los argumentos que se han utilizado para llevar la disputa electoral hasta el momento actual.

En la actual contienda hay numerosas variables que pueden cambiar los resultados más allá de lo que dicen las encuestas, que en líneas generales coinciden en darle una ventaja a Evo Morales sobre el siguiente candidato, Carlos Mesa, que bordea el 40% de voto total y el 10% de diferencia, las dos condiciones necesarias para otorgar una victoria en primera vuelta.

La cuestión puede resolverse por décimas, por ello, lo más sensato no sería iniciar los rumores de conspiración previa, sino preocuparse por seguir el conteo teniendo al menos una persona en cada mesa del país. No debería ser difícil para aquel que aspira a ser Presidente.

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