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El derecho a la huelga y esta Bolivia nuestra

El derecho a la huelga fue una de las conquistas más emblemáticas del movimiento obrero occidental, que en los siglos XVII y XIX logró en la práctica abolir la esclavitud y regular las relaciones obrero – patrón de forma más o menos garantista. No fue una conquista menor, sino tal vez la...

El derecho a la huelga fue una de las conquistas más emblemáticas del movimiento obrero occidental, que en los siglos XVII y XIX logró en la práctica abolir la esclavitud y regular las relaciones obrero – patrón de forma más o menos garantista. No fue una conquista menor, sino tal vez la más importante, pues regulaba de esa forma las medidas de presión que se podían ejercer, es decir, que el pulso en sí tuviera un sentido de igualdad, pues de lo que se trataba era de evidenciar quien podía más.

El derecho a la huelga garantiza que el huelguista no pueda ser retirado de su cargo por haber iniciado una protesta, legítima o no. Pero evidentemente, también protege que aquellos que se declaran en huelga no perciben sus salarios ni sus aportes sociales por ese día no trabajado. Si es indefinido, pues indefinidamente sin paga. También que no se pudieran contratar reemplazantes en el lugar del huelguista.

El asunto iba más o menos bien hasta que los cuerpos de funcionarios de los Estados crecieron exponencialmente y se empezaron a organizar sindicalmente. En democracia se convirtieron en un lobby de votantes importante, por lo que consiguieron muchas ventajas laborales con la simple negociación, pero también hubo momentos para la huelga. Entonces apareció el concepto de servicios mínimos, pues se trataba de garantizar que los servicios públicos esenciales para los ciudadanos se siguieran brindando: salud, educación, transporte, etc.

En esta Bolivia tan nuestra, donde todos los gremios tienen algo de sindical y algo de anarca, y donde el Estado en todos sus niveles es el primero en incumplir las garantías laborales de sus funcionarios poniéndolos en  ley aparte que garantiza, sobre todo, el manoseo político y el amiguismo, el derecho a la huelga no es excepción.
Los médicos tienen además un precedente; su persistencia en la lucha contra el Código Penal acabó levantando al país y tumbando el documento; pero la salud es algo más que imprescindible
Por lo general, se suele confundir el cierre patronal con la huelga; algo que se evidencia sobre todo en los paros cívicos, donde en realidad son las empresas públicas, instituciones, etc., los que deciden cerrar y no descontar el día a sus trabajadores.

En general, nadie arriesga nada, también porque la reciprocidad de descuento e inamovilidad tampoco se cumple, particularmente en lo público, donde la estabilidad laboral es un cuento chino que no importa a nadie, como para importarle a la Central Obrera.

La huelga médica está pasando a un color muy oscuro por el asunto en cuestión y lo delicado del tema. Los reclamos: institucionalización, SUS, Ley de la CNS, etc., son reclamos muy sindicales de un gremio como otro cualquiera, pero con una capacidad de bloqueo mayor y mucha solvencia económica. En Bolivia cohabitan desde hace mucho tiempo la sanidad privada y la pública, siendo los actores los mismos en un caso y en otro, y la necesidad hace que los pacientes fluyan por uno y otro en función de la urgencia y la disponibilidad presupuestaria.

Los médicos son un factor amenazado por el Seguro Universal, impulsado con muchas prisas y poco debate, gracias a una oposición inexistente. Los médicos tienen además un precedente; su persistencia en la lucha contra el Código Penal acabó levantando al país y tumbando el documento.

A estas alturas, nadie puede perder de vista las elecciones que se vienen, pero es tiempo de reflexionar, por ambas partes. La salud es mucho más que imprescindible.

 

 

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