El camino de la petroquímica
Han pasado algo más de dos largos años para que la petroquímica de propileno y polipropileno de Yacuiba vuelvan a considerarse un proyecto en marcha, ahora bien, la licitación no es ni de lejos similar a la que ya se intentó en 2017 y que acabó frustrada como “daño colateral” de los...
Han pasado algo más de dos largos años para que la petroquímica de propileno y polipropileno de Yacuiba vuelvan a considerarse un proyecto en marcha, ahora bien, la licitación no es ni de lejos similar a la que ya se intentó en 2017 y que acabó frustrada como “daño colateral” de los manejos de YPFB.
La licitación de la Ingeniería Básica es sin duda una buena noticia más allá de los cálculos electorales de quienes la impulsan y la critican. Difícilmente algún chaqueño o tarijeño podrá volver a decidir su voto en función a esta licitación que ya fue prometida en 2014-2015 y hasta ahora nada.
Es una buena noticia porque permitirá despejar todas las dudas que se generaron con la licitación de 2016 y su posterior anulación en 2017 cuando ya había un informe de adjudicación en la mesa del Ministro Luis Alberto Sánchez y colgada para consultas públicas en la web de YPFB.
Sánchez instruyó la anulación en mayo de 2017 y unos seis meses después reconoció públicamente que no se daría ni un paso más en ese proceso hasta que no se resolvieran las dudas sobre la tecnología y los mercados.
La industrialización requería una mayor inversión sostenida en el tiempo, pero que en una situación de incertidumbre como la actual, donde los mercados naturales demandan cada vez menos gas, hubiera dado la estabilidad necesaria para sostener las operaciones
La sospecha era evidente. Las dos licitaciones consecutivas en las que se definieron esos asuntos las había ganado Tecnimont, misma empresa que figuraba en el informe como propuesta de adjudicación para la construcción definitiva, además en una asociación accidental con Técnicas Reunidas, justamente la empresa que hizo la planta Separadora de Líquidos de Yacuiba y que es desde donde se va a alimentar la planta.
La decisión del Ministro fue tal vez la más acertada de toda su gestión, el escándalo se hubiera desatado en cualquier momento por un posible trato de favor o uso de información privilegiada en la licitación, sin embargo para entonces YPFB ya estaba en pleno terremoto, porque la misma Unidad de Transparencia del Ministerio de Hidrocarburos había desvelado un presunto negociado en ciernes sobre la compra con sobreprecio de tres taladros de perforación. Como fuera, uno fue víctima del otro o viceversa.
Es verdad que han pasado dos años largos desde entonces y que en numerosas ocasiones el Ministerio había anunciado esta licitación. Finalmente ha optado por dar un paso atrás, esperemos sea para tomar impulso.
El fin último de la nacionalización de 2006, que hoy sigue siendo una de las principales banderas de la gestión del Movimiento Al Socialismo, tenía como objetivo la industrialización, no una simple renegociación de términos de contrato y seguir sometidos a la voluntad de mercados que no controlamos y empresas que evidentemente buscan su máximo beneficio.
La nacionalización, evidentemente, pretendía vender plástico, no más gas. La industrialización requería, efectivamente, una mayor inversión sostenida en el tiempo, lo que hubiera mermado mucho gasto corriente sobre el que se consolidado el régimen, pero que en una situación de incertidumbre como la actual, donde los mercados naturales demandan cada vez menos gas boliviano perjudicando la cadena en todos los eslabones, incluyendo el de la voluntad de la exploración, hubiera dado la estabilidad necesaria para sostener las operaciones.
La petroquímica ha vuelto a primer plano, esperemos sea de una forma definitiva.
La licitación de la Ingeniería Básica es sin duda una buena noticia más allá de los cálculos electorales de quienes la impulsan y la critican. Difícilmente algún chaqueño o tarijeño podrá volver a decidir su voto en función a esta licitación que ya fue prometida en 2014-2015 y hasta ahora nada.
Es una buena noticia porque permitirá despejar todas las dudas que se generaron con la licitación de 2016 y su posterior anulación en 2017 cuando ya había un informe de adjudicación en la mesa del Ministro Luis Alberto Sánchez y colgada para consultas públicas en la web de YPFB.
Sánchez instruyó la anulación en mayo de 2017 y unos seis meses después reconoció públicamente que no se daría ni un paso más en ese proceso hasta que no se resolvieran las dudas sobre la tecnología y los mercados.
La industrialización requería una mayor inversión sostenida en el tiempo, pero que en una situación de incertidumbre como la actual, donde los mercados naturales demandan cada vez menos gas, hubiera dado la estabilidad necesaria para sostener las operaciones
La sospecha era evidente. Las dos licitaciones consecutivas en las que se definieron esos asuntos las había ganado Tecnimont, misma empresa que figuraba en el informe como propuesta de adjudicación para la construcción definitiva, además en una asociación accidental con Técnicas Reunidas, justamente la empresa que hizo la planta Separadora de Líquidos de Yacuiba y que es desde donde se va a alimentar la planta.
La decisión del Ministro fue tal vez la más acertada de toda su gestión, el escándalo se hubiera desatado en cualquier momento por un posible trato de favor o uso de información privilegiada en la licitación, sin embargo para entonces YPFB ya estaba en pleno terremoto, porque la misma Unidad de Transparencia del Ministerio de Hidrocarburos había desvelado un presunto negociado en ciernes sobre la compra con sobreprecio de tres taladros de perforación. Como fuera, uno fue víctima del otro o viceversa.
Es verdad que han pasado dos años largos desde entonces y que en numerosas ocasiones el Ministerio había anunciado esta licitación. Finalmente ha optado por dar un paso atrás, esperemos sea para tomar impulso.
El fin último de la nacionalización de 2006, que hoy sigue siendo una de las principales banderas de la gestión del Movimiento Al Socialismo, tenía como objetivo la industrialización, no una simple renegociación de términos de contrato y seguir sometidos a la voluntad de mercados que no controlamos y empresas que evidentemente buscan su máximo beneficio.
La nacionalización, evidentemente, pretendía vender plástico, no más gas. La industrialización requería, efectivamente, una mayor inversión sostenida en el tiempo, lo que hubiera mermado mucho gasto corriente sobre el que se consolidado el régimen, pero que en una situación de incertidumbre como la actual, donde los mercados naturales demandan cada vez menos gas boliviano perjudicando la cadena en todos los eslabones, incluyendo el de la voluntad de la exploración, hubiera dado la estabilidad necesaria para sostener las operaciones.
La petroquímica ha vuelto a primer plano, esperemos sea de una forma definitiva.