Un plan para Bermejo

Que el desastre lleve ya muchos lustros planeando sobre la capital del triángulo sud y nunca pase nada no quiere decir que Bermejo sea inmune al desastre ni que esté tocada por ningún tipo de hechizo mágico protector. Se debe, fundamentalmente, a la capacidad de su gente de resistir a las...

Que el desastre lleve ya muchos lustros planeando sobre la capital del triángulo sud y nunca pase nada no quiere decir que Bermejo sea inmune al desastre ni que esté tocada por ningún tipo de hechizo mágico protector. Se debe, fundamentalmente, a la capacidad de su gente de resistir a las nuevas situaciones sobrevenidas, lo que ahora llaman resiliencia, pero también a la buena suerte.

El extremo más al sur de la Patria hace décadas está dejado de la mano del Gobierno, en este caso, pues nada tiene que ver Dios con este asunto tan terrenal. Las soluciones no llegan ni a cuentagotas y mucho menos en forma de plan integral y el riesgo es el evidente: que Bermejo acabe convirtiéndose en un territorio controlado por las mafias. Por partes.

Bermejo era un enclave recóndito al sur del país, a las orillas del río del mismo nombre de una naturaleza exuberante. Y efectivamente, como era de prever, de su exuberancia brotó la primera gota de petróleo del país allá por 1924 en el Bermejo X2, un pozo simbólico que aún sigue bombeando con su cadencia cansada 95 años después.

El petróleo nunca generó grandes urbes, pero sí asentamientos  en los que se iban agolpando funcionarios, proveedores y aventureros, ciudades con su propia ley y su propia lógica. San Telmo, Tigre, Toro, Barredero, Arrozales y Bermejo son campos del mismo lineamiento estructural, a apenas medio kilómetro de profundidad, con los que Bermejo empezó a formar su identidad.
Bermejo sí necesita un plan específico, mucho más pensado de lo que el nivel político está acostumbrado, que aborde de forma integral todos los problemas y de soluciones sobre todo a sus jóvenes
Después vinieron los años del abandono salvaje, de los vertidos y pasivos; también los tiempos de Paz Estenssoro y la construcción del ingenio azucarero que visionó al ir y volver de sus exilios al contemplar los del norte argentino y que amplió una frontera agraria condenada a su suerte. Después vino en serio lo de la frontera y por tanto, lo del comercio con trámites fronterizos. Después vino el X44 y el resurgir de YPFB abocado al gas. Luego vino el contrabando como actividad tipificada. Luego el narcotráfico. Al final llegó la carretera de la red vial fundamental ya con el siglo XXI avanzado y porque a alguien en La Paz le pareció mal que los turistas argentinos llegaran por tierra – ¡y en qué tierra! – hasta Tarija.

Por el medio se dio la privatización de IABSA y entre pulsos y pulsetas, la ruina para una empresa saqueada tantas veces que apenas puede mantenerse en pie entre deudas sorteadas con sistema maquila y rogando por una nacionalización que no sería un buen negocio para el Estado.

Por el medio está también el espejismo de la bonanza tarijeña que se convirtió en cemento primero y deudas después y que no vino a convertir ni impulsar nuevos sectores de industrialización. Solo se intentó uno: la planta de cítricos, pero su suerte dependía de que los comunarios plantaran cada vez más cítricos y menos caña… y eso no sucedió.

Hace una década que se viene prometiendo un nuevo ingenio azucarero en Bermejo, y aunque esa no parece ser la mejor solución, tampoco se ha hecho nada para evitar la deriva del municipio, cada vez más dependiente del comercio informal y de los márgenes de la legalidad en la frontera. La crisis argentina y el control férreo de la frontera ha ampliado esos márgenes, pues la dificultad siempre implica especialización y competencia, ergo, guerra.

Bermejo sí necesita un plan específico, mucho más pensado de lo que el nivel político está acostumbrado, que aborde de forma integral todos los problemas y de soluciones sobre todo a sus jóvenes y población más vulnerable. Estamos a tiempo si se toma en serio.

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