Más allá de la rentabilidad tradicional

Desde estas líneas hemos expresado, en reiteradas oportunidades, la necesidad de utilizar estos recursos para fortalecer a industrias, empresas y productores nacionales. Pero siempre de manera responsable, estratégica, rentable y transparente. Sobre todo, hemos enfatizado que el uso de las...

Desde estas líneas hemos expresado, en reiteradas oportunidades, la necesidad de utilizar estos recursos para fortalecer a industrias, empresas y productores nacionales. Pero siempre de manera responsable, estratégica, rentable y transparente.

Sobre todo, hemos enfatizado que el uso de las RIN y otros recursos estatales (es decir, de todos los bolivianos y bolivianas) no sea instrumentalizado para generar efectos positivos efímeros, que permitan ganar unos puntos de popularidad, en detrimento del mediano y largo plazo, que es en realidad lo que importa en el fondo.

Esta semana, algunos analistas han defendido que el Banco Central de Bolivia (BCB) invierta sus RIN en el exterior, por ser ésta más rentable y menos riesgosa que utilizar esos recursos en créditos a empresas públicas.

Datos del Informe de Administración de las RIN de la gestión 2018, dan cuenta que estas generaron un rendimiento de 1,76% a lo largo del pasado año. Según el economista Jaime Dunn, los intereses pagados por las empresas públicas al BCB por los créditos que este les otorga están en torno al 0,62%.

En ese sentido, para el BCB “es más rentable para el país invertir afuera las reservas internacionales que prestar a sus empresas estatales”, afirmó Dunn, a tiempo de agregar que mientras los mercados extranjeros donde se invierten las RIN tienen calificación de riesgos de A, AA y AAA, el riesgo calificado de Bolivia es de BB.

Sin embargo, hay ciertas puntualizaciones que se deben realizar. Primero, para prestar a empresas públicas se debe demostrar los efectos positivos que estas inversiones tendrían en la economía nacional, con cálculos realistas y sustentados en datos y proyecciones reales.

Por otra parte, cuando se habla de invertir dentro del país, no se puede considerar únicamente la rentabilidad tradicional (tasa de retorno o interés). Hay que tomar en cuenta también los beneficios adicionales y los efectos multiplicadores de ciertos proyectos, como por ejemplo, la construcción de infraestructura estratégica (carreteras, hidrovías, telecomunicaciones, etc.). Es lo que algunos expertos, incluso internacionales, llaman “beneficios colaterales” y análisis “multidimensional” de la inversión.

Pero no sólo esto. Analistas bolivianos agregan que si se reinvierte el ahorro de los bolivianos (RIN, ahorro jubilatorio, liquidez del Tesoro, etc.) dentro del propio país también mejorarán los rendimientos: Financiando el potenciamiento de empresas industriales públicas, privadas, de servicios y los pequeños emprendimientos, entre otros, se generará un factor adicional de desarrollo económico que luego inciden en un mejor rendimiento de los préstamos internos, además de generar más fuentes de empleos estables y bien remunerados. Un “círculo virtuoso”.

No se trata de salvar los proyectos estatales fallidos ni de invertir en cavar y tapar agujeros para hacer crecer el PIB. El tema es invertir bien para que todos estemos mejor, lo obvio. Las cifras bonitas y los aplausos del Banco Mundial y del FMI sin futuro sirven quizás solo para la campaña, o poco menos.

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