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Hacer la unidad departamental

Después de más de una década y media de retórica autonomista, Tarija y el Chaco tienen sentadas las bases para desarrollarse de forma autónoma. No es verdad que solo hayan sido palabras. Con mejor o peor fortunio, Tarija y el Chaco se han dotado de sendos Estatutos Autonómicos en una época...

Después de más de una década y media de retórica autonomista, Tarija y el Chaco tienen sentadas las bases para desarrollarse de forma autónoma. No es verdad que solo hayan sido palabras. Con mejor o peor fortunio, Tarija y el Chaco se han dotado de sendos Estatutos Autonómicos en una época en la que al Gobierno Nacional no le gusta nada que suene a autogestión y en la que la abundancia de recursos a nublado la hoja de ruta
principal.

No ha sido fácil, en ese contexto, avanzar en los consensos. Una década después, quedan claros cuales fueron los errores que se cometieron en aquellas negociaciones de
2007 – 2009, aunque tampoco conviene dejar en el olvido las condiciones sociales
y políticas que así lo determinaron. Los Pactos Estatutarios, todos, desde la inclusión de los Ejecutivos Seccionales hasta la gestación de la Autonomía Regional de Chaco son soluciones políticas en tiempos complejos, como lo sería posteriormente la Constitución Política del Estado, que debemos asumir y desarrollar.

Fueron respuestas que “los padres” de la autonomía tarijeña consensuaron y que no se pueden desconocer, sino afrontar en su desarrollo.

En estos diez años, la figura más compleja puesta en marcha y asumiendo pleno ejercicio, han sido los cargos de ejecutivos seccionales primero y subgobernadores después. Nunca han tenido un marco competencial claro ni un calendario institucional – recién por
segunda vez han dado informe en la Asamblea -, pero como lo que sobraban eran recursos, cada cual ha hecho lo que ha querido y podido sin que nadie le pusiera condiciones ni peor, limitaciones.

La que sin embargo no ha empezado a andar es la Autonomía Regional del Chaco, que tardó años en desarrollar su propio documento estatutario, aprobado al final a la carrera y bajo supervisión de los Ejecutivos Seccionales de entonces – creados en la Autonomía
Regional – y que pasaban por ser los guardianes de su 15% del 45%, una de las medidas que sin duda está lastrando el desarrollo de la Región Autónoma, pues no existen recursos para la visión conjunta y siempre habrá uno más y otro menos favorecido.

En ambos casos parecen pertinentes los ajustes, pero siempre en el marco de la legalidad.
El Tribunal Constitucional avaló una figura y descartó la otra, obviamente es
el tiempo de la política, de lograr los consensos, pero no de saltarse la Ley.

La Autonomía Departamental y la Autonomía Regional deben lograr entenderse. Es necesario que los protagonistas de uno y de otro se sienten a hablar. Se encuentren. Compartan. Tracen objetivos comunes. Los marcos de juego pueden resultar ahora difusos, sobre todo porque nadie ha empezado a caminar.

La Gobernación de Tarija hace bien en llevar los programas departamentales al Chaco, porque de eso se trata la autonomía, de ejercerla, de compartirla con los ciudadanos, de que estos se sientan parte de algo que va mucho más allá de licitar tal o cual obra o de “recuperar” unas empresas para entregarlas inmediatamente a otro poder, peor aún
más lejano.
Es tiempo de construir

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