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Día del Mar... de gas, de los agrocombustibles y de los transgénicos

El día del agua (ayer 22 de marzo), el día del mar (hoy 23), y en general toda la semana, se ha visto opacada por sendos anuncios que bien podrían caracterizar a los de los gobiernos de países vecinos -Argentina, Brasil, Chile- o a los de gobiernos bolivianos anteriores al proceso de...

El día del agua (ayer 22 de marzo), el día del mar (hoy 23), y en general toda la semana, se ha visto opacada por sendos anuncios que bien podrían caracterizar a los de los gobiernos de países vecinos -Argentina, Brasil, Chile- o a los de gobiernos bolivianos anteriores al proceso de cambio.

En particular, tres son los temas que hacen cada vez más difusa la línea divisoria entre las políticas del “Gobierno de los Movimientos Sociales” y las del neoliberalismo extractivista-exportador que se creía superado.

Primero, el baldazo de agua fría que supuso la consolidación de la incomprensible alianza gobierno-agroempresarios para producir “biodiesel” (un agrocombustible) en base a la ampliación de la frontera agrícola (léase deforestación) para el monocultivo de soya transgénica. Soya que el Ministro de Hidrocarburos advirtió será exclusivamente para el biodiésel, no para la alimentación.

Hay mucho que decir sobre los agrocombustibles, y bastante hemos escrito en estas líneas en otras oportunidades. Resumamos lo siguiente: la medida beneficiará casi exclusivamente a los agroempresarios, a las transnacionales que controlan los insumos utilizados y parcialmente al gobierno en su afán de conseguir dólares ante la incertidumbre gasífera. Quedan sepultadas la soberanía alimentaria, el medio ambiente y las alternativas no capitalistas de desarrollo.

Segundo, la torpe incursión gubernamental sobre Tariquía confirma lo que muchos vienen advirtiendo desde hace años: el gobierno está del lado de las transnacionales, porque sólo las transnacionales siguen viabilizando los recursos que se utilizan para hacer funcionar el modelo económico. Son socias, ciertamente, pero del poder, no del país. Y Bolivia, que no ha sabido librarse de esta dependencia, sigue padeciendo las consecuencias del cautiverio.

Tercero, el récord Guinness al pozo de gas más profundo del mundo, noticia recalentada ayer por el ministro Luis Sánchez, no trascendió por anuncios relevantes sobre nuevas reservas (al menos no aún), sino porque en vísperas del Día del Mar volvió a hablar del “mar de gas” que supuestamente hay entre el norte de argentina y el departamento de Santa Cruz. Dedo en la llaga de la derrota diplomática más reciente del gobierno.

A esto se suma el fantasma del fracking, que está sobrevolando distintas áreas de interés petrolero en el país. Y aunque todavía no se ha materializado concretamente, Sánchez ya ha abierto las puertas a esta polémica y contaminante técnica no convencional para fracturar la Pachamama en busca de exprimirle algún gas que mantenga a flote las finanzas estatales.

Nada de esto se esperaba del proyecto original del presidente Evo Morales, quien inicialmente se rodeó de un heterogéneo pero comprometido equipo humano, y que poco a poco fue dando paso a la tecnocracia pragmática que siempre gobernó el país.
Las últimas semanas vienen confirmando que el proyecto está vacío de contenido y que ya casi no hay un elemento diferenciador al que apelar para pedirle al pueblo que defienda a “su” gobierno. Extraña estrategia para enfrentar un año electoral.

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