El voto se respeta

No era la primera vez que un miembro del Gobierno o del Movimiento Al Socialismo (MAS) se refería a la legitimidad del voto luego de la habilitación de Evo Morales para las elecciones de octubre, y con cara de cartón entonaba aquello de lo sacramental del sufragio ciudadano y su poder...

No era la primera vez que un miembro del Gobierno o del Movimiento Al Socialismo (MAS) se refería a la legitimidad del voto luego de la habilitación de Evo Morales para las elecciones de octubre, y con cara de cartón entonaba aquello de lo sacramental del sufragio ciudadano y su poder indiscutible, que todo Gobierno y ciudadano debe respetar y proteger.

El propio Evo Morales se ha referido varias veces a ello antes del referéndum del 21 de febrero, después de conocer los resultados del 21 de febrero, después de analizarlos, luego de que en su partido promovieran una acción abstracta constitucional, luego de que el Tribunal Constitucional considerara un derecho humano la repostulación negada en las ánforas y varias veces más ya como aspirante firme. La frase más recurrente colocada en medios internacionales era “yo no quería, pero el pueblo me pide”, a lo que irremediablemente debería seguir un emoticon.

Esta vez fue el Vicepresidente Álvaro García Linera el que se manifestó en términos similares sobre el respeto al voto, eso sí, hablando del voto de las elecciones de octubre de 2019 y no el del referéndum del 21 de febrero de 2016, que fue superado/burlado – según la interpretación jurídica de cada cual – por la sentencia Constitucional que considera el derecho a la reelección un “derecho humano” inserto en la Convención Interamericana de Derechos Humanos, lo que ha servido para modificar uno de los aspectos inspiradores del ordenamiento constitucional – la limitación de mandatos para evitar el prorroguismo y la contaminación caudillista – y cuya modificación, según la mayoría de los juristas, requeriría precisamente de un referéndum.
Una cosa son los chistes jocosos sobre sus errores en las multiplicaciones o los vídeos “casuales” ultraproducidos haciendo de padre ejemplar, y otra simular un título universitario  o comprometerse a no ir a una elección hasta que pase la tormenta y después seguir en las mismas como si tal cosa
García Linera ha sido golpeado severamente en su credibilidad, y de ahí que sus palabras resulten más que nunca analizadas y cuestionadas. Una cosa son los chistes jocosos sobre sus errores en las multiplicaciones o los vídeos “casuales” ultraproducidos haciendo de padre ejemplar, y otra simular un título universitario  o comprometerse a no ir a una elección hasta que pase la tormenta y después seguir en las mismas como si tal cosa.

La democracia ha resultado ser el sistema menos falible de entre todos los alguna vez ensayados, precisamente por las limitaciones al poder que impone el sometimiento al voto cada cierto tiempo. Es perfectible, de hecho sería mucho más sano votar no solo por líderes de poder absoluto durante un periodo, sino votar por las diferentes ocurrencias que en esos periodos tratan de colocar, aún sin haberlas mencionado antes.

La base de la democracia es el respeto al voto, lo cual es una perogrullada en sí mismo, pero las alarmas suenan porque del “si perdemos nos tenemos que ir calladitos” o “el referéndum se gana por un voto” se ha pasado al “hay que jugar la segunda parte” y al “empate técnico”.

Las elecciones de octubre serán determinantes para la credibilidad del Estado y en ese sentido, es necesario proteger a las instituciones y a los ciudadanos que deben salvaguardar el voto y no lanzar ataques preventivos ni mensajes que suenan a amenaza. Es momento de cabezas frías, de ver la realidad, de cuidar la verdad y sobre todo, de hacer reflexión y corregir errores. Las elecciones se ganan con votos, no con mensajes, y de cuidarlos se debe encargar la población boliviana.

 

 

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