Una feliz Navidad
Llegamos a uno de los días más importantes del año para los países de raíz católica, sea de origen o por sometimiento, pero que ha calado profundo en la cultura criolla boliviana. La Navidad llena de contenido estos días místicos de luz y días más largos que durante toda la historia de...
Llegamos a uno de los días más importantes del año para los países de raíz católica, sea de origen o por sometimiento, pero que ha calado profundo en la cultura criolla boliviana. La Navidad llena de contenido estos días místicos de luz y días más largos que durante toda la historia de la humanidad han reunido las curiosidades e intereses de las generaciones. En Bolivia fundamentalmente celebramos el nacimiento de Jesús en el exilio, en un pesebre pobre, rodeado por sus queridos y que en sí supone el renacer cíclico de la esperanza pura y original en un futuro mejor.
El sentido metafórico de las fechas navideñas es explotado en todos los ámbitos sociales, aunque se imponga el fervor comercial cada vez más impersonal y carente de sentido, la Navidad es sobre todo tiempo de perdonar, de acercar a las familias, de volver a sentir que el bien puede triunfar sobre el mal, de hacer propósitos para ser mejores cada día.
Se acaba un año en el que la tensión ha estado a flor de piel, y en el que algunos de los aspectos fundamentales de la convivencia pacífica se han llevado hasta el límite, impulsados por pulsiones viles y soportados desde una violencia implícita que en ocasiones ejerce el Gobierno y en ocasiones la sociedad civil con el fin de imponer sus objetivos.
No se trata, sin embargo, de esconder detrás del espíritu navideño de renovación y buenos propósitos los errores cometidos durante un año, ni hacer olvidar las decisiones tomadas. Cuando se acabe la picana, Bolivia seguirá debatiendo sobre la pertinencia o no del famoso referéndum del 21F y de la necesidad o no de dirimir el conflicto en las ánforas – una vez más – mientras que Tariquía seguirá amenazada por la voracidad petrolera y la urgencia económica fácil.
2019 promete ser un año intensamente duro; en lo político, con las posiciones cada vez más extremadas entre unos y otros y con un debate permanente que no acaba de llegar al fondo de la cuestión y se dirime más como una pelea de aficiones, a ver quién grita más; y en lo económico, por las previsiones del Fondo Monetario Internacional y las advertencias de otros sectores que señalan que el petróleo se hunde y los mercados vecinos ya no son aliados silenciosos, sino todo lo contrario.
Es bueno por lo tanto aprovechar esos momentos de paz y felicidad, tratar de ofrecerlos a todos aquellos que conocemos y que tal vez sepamos que no tendrán las mismas oportunidades. La Navidad nunca fue comprar juguetes, sino hacer espacio en la mesa común; tender una mano u ofrecer una disculpa. En estos tiempos acelerados, es tiempo de que seamos más gente, y eso empieza por cada uno.
Por eso, desde el diario El País les deseamos las mejores bendiciones y felicidades para estas fechas y para el resto del año; esperando que sus sueños de bondad y paz se cumplan, recordando, amable lector, que no son las fechas las que propician los cambios, sino la voluntad y acción de cada uno para alcanzar sus metas.
Feliz Navidad
El sentido metafórico de las fechas navideñas es explotado en todos los ámbitos sociales, aunque se imponga el fervor comercial cada vez más impersonal y carente de sentido, la Navidad es sobre todo tiempo de perdonar, de acercar a las familias, de volver a sentir que el bien puede triunfar sobre el mal, de hacer propósitos para ser mejores cada día.
Se acaba un año en el que la tensión ha estado a flor de piel, y en el que algunos de los aspectos fundamentales de la convivencia pacífica se han llevado hasta el límite, impulsados por pulsiones viles y soportados desde una violencia implícita que en ocasiones ejerce el Gobierno y en ocasiones la sociedad civil con el fin de imponer sus objetivos.
No se trata, sin embargo, de esconder detrás del espíritu navideño de renovación y buenos propósitos los errores cometidos durante un año, ni hacer olvidar las decisiones tomadas. Cuando se acabe la picana, Bolivia seguirá debatiendo sobre la pertinencia o no del famoso referéndum del 21F y de la necesidad o no de dirimir el conflicto en las ánforas – una vez más – mientras que Tariquía seguirá amenazada por la voracidad petrolera y la urgencia económica fácil.
2019 promete ser un año intensamente duro; en lo político, con las posiciones cada vez más extremadas entre unos y otros y con un debate permanente que no acaba de llegar al fondo de la cuestión y se dirime más como una pelea de aficiones, a ver quién grita más; y en lo económico, por las previsiones del Fondo Monetario Internacional y las advertencias de otros sectores que señalan que el petróleo se hunde y los mercados vecinos ya no son aliados silenciosos, sino todo lo contrario.
Es bueno por lo tanto aprovechar esos momentos de paz y felicidad, tratar de ofrecerlos a todos aquellos que conocemos y que tal vez sepamos que no tendrán las mismas oportunidades. La Navidad nunca fue comprar juguetes, sino hacer espacio en la mesa común; tender una mano u ofrecer una disculpa. En estos tiempos acelerados, es tiempo de que seamos más gente, y eso empieza por cada uno.
Por eso, desde el diario El País les deseamos las mejores bendiciones y felicidades para estas fechas y para el resto del año; esperando que sus sueños de bondad y paz se cumplan, recordando, amable lector, que no son las fechas las que propician los cambios, sino la voluntad y acción de cada uno para alcanzar sus metas.
Feliz Navidad