La pantomima de Padcaya

Hubo un tiempo en el que el Movimiento Al Socialismo (MAS) era un partido férreo y disciplinado. En él habían coincidido los tradicionalmente disciplinados marxistas de todas las tendencias junto a los no menos disciplinados campesinos sindicalizados y gremiales con algunos otros sectores tal...

Hubo un tiempo en el que el Movimiento Al Socialismo (MAS) era un partido férreo y disciplinado. En él habían coincidido los tradicionalmente disciplinados marxistas de todas las tendencias junto a los no menos disciplinados campesinos sindicalizados y gremiales con algunos otros sectores tal vez algo más dispersos a la hora de acatar órdenes. Eran otros tiempos, los debates eran apasionados, pero luego no se admitían divergencias. Una vez tomada la decisión, el bloque se movía como tal.

Eran los tiempos en los que Morales daba instrucciones desde abajo, en comunión con sus compañeros. Nadie entonces se atrevía a cuestionar órdenes directas. Evidentemente había algunos que gustaban de rebelarse, que buscaban su protagonismo, pero eso era siempre antes de que se cerrara el debate.

Ya con el ascenso al “trono” de Lino Condori, beneficiario despótico del derrocamiento – hoy inconstitucional – del Gobernador Mario Cossío por la Ley Marco de Autonomía, se empezaron a evidenciar corrientes críticas que no solo calentaban o precipitaban debates donde no existían, sino que una vez concluido el mismo, mantenían el empeño.

La situación llegó al punto en el que cada conflicto entre matrices o entre instituciones gobernadas por el MAS requerían de la llegada del Presidente Evo Morales para definir cualquier asunto por menor que pareciera, pues ya antes habían quedado desautorizados todos sus emisarios. Funcionó unos meses, pero al poco tiempo ni siquiera las llegadas de Morales funcionaban. En el “pleno” se tomaban acuerdos y tan pronto subía al avión, cada cual había interpretado el asunto a su manera.
La disciplina en el MAS se hizo a un lado con la llegada de los invitados, cada acuerdo vuelve a discusión tan pronto Evo Morales sube en el avión
El vicio de pelear acabó por alejar a las bases de Morales, cada vez más alejado de los asuntos mundanos del poder y más próximo a sus mieles. Los “invitados” lo leyeron como nadie, y con palabras sensuales y algunos lujos, lograron tomar el poder institucional del partido. Como denunciaba ayer Luis Alfaro, “los invitados no llegaron a ayudar, sino que llegaron a decidir, a llenarse los bolsillos”.

A pesar de que los números son elocuentes y el MAS pierde terreno desde 2010, cuando logró con Carlos Cabrera sus mejores resultados departamentales luego de haber ganado con 51% en las nacionales de 2009, Morales y los suyos siguen ahondando en la afirmación de invitados como nuevo sujeto político del MAS Tarija.

El impacto se había sentido en la capital, donde se desnaturalizó el concepto de partido humilde y revolucionario para dar cabida a los de siempre. Sin embargo, tal parece que el efecto contagio está llegando a las provincias.

No hay ningún soporte jurídico para que William Guerrero, asambleísta, el mismo que detalló cómo se debía “repartir la torta” pueda tomar posesión de la subgobernación de Padcaya salvo la designación por una Ley Corta promulgada por su amigo Guillermo Vega. Pese a eso, la insistencia es permanente y aun teniendo a la mismísima Federación de Campesinos apoyando al designado por Ley, Percy Escalante, ambos esperan consumar el desafío abriendo el enésimo cisma en el territorio tarijeño. Y no, de nuevo, no hay nadie que parezca dispuesto a atajar esta pantomima en el propio partido.

 

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