La geopolítica armamentista sin fin

Con las nuevas sanciones que EEUU anunció contra China por la compra a Rusia de aviones cazabombarderos y misiles de última generación, y la respuesta china de exigirle retirar las sanciones o “hacer frente a las consecuencias”, la llamada “guerra comercial” entre ambos países pasa de...

Con las nuevas sanciones que EEUU anunció contra China por la compra a Rusia de aviones cazabombarderos y misiles de última generación, y la respuesta china de exigirle retirar las sanciones o “hacer frente a las consecuencias”, la llamada “guerra comercial” entre ambos países pasa de lo metafórico a lo literal.

La industria armamentística es un negocio multimillonario, y es dominado precisamente por las tres potencias involucradas en este pleito: EEUU, Rusia y China, en ese orden, son los principales fabricantes y exportadores de armamento en el mundo, lista en la que entran también el Reino Unido, Francia y otros países de la OTAN.

Con el surgimiento de la multipolaridad, la competencia en el negocio se vuelve más intensa. No por nada la furibunda reacción china, y también la respuesta del canciller ruso, Sergei Lavrov, calificando la sanción de EEUU como “otro acto de competencia desleal”.

Así, el mito del libre mercado se cae también en el mercado de armas. Algo confirmado también por funcionarios estadounidenses, que afirmaron que estas nuevas sanciones están dirigidas a Rusia y no tienen como objetivo disminuir las capacidades defensivas de ningún país en concreto. Una medida comercial y no militar, afirman desde EEUU.

De cualquier manera, para Jonathan Marcus, corresponsal de la BBC en temas diplomáticos y de defensa, las sanciones económicas de EEUU ya no son tan efectivas como antes: “El equilibrio de poder económico en el mundo está cambiando lentamente. Las sanciones impuestas por el que una vez fue un EEUU dominante se están convirtiendo en un arma cada vez más débil y algunos creen que su uso excesivo puede acelerar este proceso”.

Además, mientras la potencia norteamericana se benefició del distanciamiento entre Pekín y Moscú, ocurrido a mediados de la década de 1950, durante la Guerra Fría, el experto advierte que hoy en día, quizás sin quererlo, EEUU podría estar propiciando su acercamiento y, con ello, el debilitamiento de su propia posición en el largo plazo.

Todo este belicismo comercial y militar entre las potencias mundiales parece lejano para un país como Bolivia, cuya vocación pacifista está plasmada en la mismísima Constitución Política del Estado.

Sin embargo, en los hechos este pacifismo es solamente parcial, ya que se ha constatado que Bolivia financió a empresas fabricantes de armas con sus Reservas de divisas, por ejemplo, a través de préstamos al “prestigioso” banco JP Morgan, conocido por estar involucrado en el negocio.

Debido a que hoy en día ya no es posible conocer a detalle el destino exacto de éstas (a qué bancos, empresas, corporaciones están prestadas), no podemos saber si esta práctica continúa, pero sospechamos que puede ser así.

Lo que sí, ratificamos nuestro pleno apoyo al Artículo 10 de nuestra Constitución, que caracteriza a Bolivia como “un Estado pacifista, que promueve la cultura de la paz y el derecho a la paz” y que “rechaza toda guerra de agresión como instrumento de solución a los diferendos y conflictos entre estados”. Si de algo sirve la famosa guerra comercial, que sirva para debilitar el negocio de los poderosos que lucran con la muerte.

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