Un dólar sin techo, una economía sin fondo ¿Cuestión de suerte?

Hacer noticia por las malas noticias se está convirtiendo en costumbre al sur de la frontera. Esta semana el peso argentino volvió a sufrir una fuerte devaluación, y con ella, en nuestro país volvieron a saltar alarmas, pedidos y recomendaciones. Representantes de la Cámara de Exportadores...

ARTE PARA EDITORIAL EN FACE
ARTE PARA EDITORIAL EN FACE
Hacer noticia por las malas noticias se está convirtiendo en costumbre al sur de la frontera. Esta semana el peso argentino volvió a sufrir una fuerte devaluación, y con ella, en nuestro país volvieron a saltar alarmas, pedidos y recomendaciones.
Representantes de la Cámara de Exportadores y de la Cámara de Industrias, junto con un expresidente del Banco Central de Bolivia, volvieron a pedir devaluar la moneda nacional, con el clásico argumento de hacer más competitivas las exportaciones. Al respecto, el economista Mauricio Ríos García, afirmó que “paradójicamente, lo que Macri hizo mal es lo que los exportadores de Bolivia creen que se debería hacer”.
Hace más de 2 meses, expertos en la materia como Alberto Bonadona y Jaime Dunn explicaban el error de la lógica de los pro-devaluación: las exportaciones bolivianas no pueden hacerse más competitivas devaluando la moneda nacional, pues los precios de esas exportaciones se determinan por el mercado internacional, y no solo las materias primas (que predominan las exportaciones), sino también los productos “no tradicionales”, como la torta de soya, la castaña, la quinua y los productos manufacturados de joyería.
Si devaluar fuera solución para disminuir los déficits, Venezuela y la Argentina no estarían sufriéndolos, si devaluar “te hace competitivo y es la solución a los problemas de una economía, el país más rico del mundo en este momento sería Venezuela”, ironizaba Dunn.
Además de ello, expertos notan una fuerte correlación entre la devaluación y la inflación en Argentina. Ese efecto de transmisión del peso devaluado al nivel de los precios “es tan elevado, que tan pronto como devalúa su moneda los precios suben, tanto de sus productos exportables como de los no exportables. Así los productos argentinos no invaden a ningún vecino”, explicó Bonadona.
El tema que en realidad debería preocupar a empresarios, exportadores, gobernantes y otros es que una devaluación no aumenta la producción y menos la productividad, que son los temas de fondo que se tienen que reforzar antes de hablar de devaluaciones.
Sin embargo, quizá más desatinada haya sido la declaración de Alberto Bernal, jefe de estrategia de XP Investments en Nueva York (una firma corredora de la bolsa de valores), cuando hace dos semanas dijo que “Macri necesita suerte, sin suerte no puede hacer nada”. Que un experto en finanzas diga que todo se reduce a suerte, cuando menos, levanta suspicacias.
Pero no es la suerte, sino las políticas: reconocer los Fondos Buitres, reconocer una deuda extranjera sin antes auditarla a fondo, aumento estratosférico de la deuda. Macri aplicó políticas ideológicas, no políticas económicas.
Y es que la economía es en gran medida un juego de expectativas, de psicología social. El volverse a endeudar, el volver a someterse a los ortodoxos y dañinos designios del FMI, el jueguito con las Lebacs, etc., solo han aumentado la desconfianza y las expectativas negativas del público para con su propia moneda y economía.
Por ahora, no conocemos el techo ni el fondo. Un vacío oscuro es donde el pueblo argentino se debate mientras busca y espera mejores días. Sin devaluación, por ahora, Bolivia está mejor.

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