No hay petroquímica en Yacuiba

No hay petroquímica en Yacuiba. Cabe recordar este punto porque a tenor de las declaraciones de algunos de los operadores y directivos del Ministerio de Hidrocarburos y de YPFB parecería, en ocasiones, lo contrario. La planta de propileno y polipropileno que se debía construir en Yacuiba y que...

No hay petroquímica en Yacuiba. Cabe recordar este punto porque a tenor de las declaraciones de algunos de los operadores y directivos del Ministerio de Hidrocarburos y de YPFB parecería, en ocasiones, lo contrario. La planta de propileno y polipropileno que se debía construir en Yacuiba y que fue anunciada por el propio presidente Evo Morales en 2014 no existe.

Lo que hay en el Chaco, de momento, es una enorme planta Separadora de Líquidos que extrae los licuables del gas boliviano, muy rico en ese aspecto, y lo engarrafa por separado logrando entonces un producto con un nuevo valor. Eso, ni técnicamente ni desde ningún otro punto de vista, puede considerarse industrialización.

Hasta hace cinco años, esos licuables se enviaban totalmente gratis a la Argentina, ahora, en su mayor parte también, básicamente porque la capacidad de almacenamiento es limitado, el Paraguay no quiere más GLP y nadie se ha preocupado demasiado en encontrar destino a esa producción que debía generar mil millones de dólares al año, según las rimbombantes declaraciones que acompañaron a su inauguración, pero que apenas generan 80 o 100 y sin restar los costos.

La planta Separadora tenía por objeto abastecer la planta petroquímica de Yacuiba, pero no hay. No existe esa planta en el Chaco por mucho que algunos se empeñen en que sí existe. No existe.

Cuando el ministro Andrés Soliz Rada firmó el decreto de nacionalización de los hidrocarburos, en el lejano 2006, la hoja de ruta establecía la institucionalización de YPFB y su fortalecimiento, cuyo objetivo era hacerse cargo de toda la cadena de hidrocarburos en el país e industrializar. Las Separadoras de Río Grande en Santa Cruz y la de Yacuiba, en ese entonces, ya tenían mecanismo de financiación. Brasil iba a pagar por una sexta parte de los licuables exportados, Argentina iba a financiar su construcción rápido, pues no se incrementarían volúmenes hasta que la separadora no estuviera construida. Después vendrían las verdaderas plantas de industrialización, la de urea en el Chaco prevista entonces para 2014, la de plásticos en Yacuiba para 2018, la de plásticos duros, normalmente también en el Chaco, para 2022.

Este esquema lo mantuvo Carlos Villegas durante sus años al frente de YPFB, pero ya entonces empezó a tomar decisiones que lo perjudicaron, como incrementar el gas vendido a Argentina sin cumplir su parte y otras concesiones a Brasil.

Con Luis Alberto Sánchez en el Ministerio y Guillermo Achá en YPFB, se avanzaron estudios para la planta a cargo de Tecnimont hasta que se convocó su licitación definitiva en 2016. La propuesta de adjudicación llegó en marzo de 2017 y tenía como ganadora, oh sorpresa, a Tecnimont. Como se firmó en medio del escándalo por la compra abortada de los taladros, que le costó el cargo y la libertad a Achá, Sánchez tumbó el proceso como evidentemente parecía recomendaba la prudencia en ese entonces.

Pero hasta hoy nada. En enero 2018 se quedó sin presupuesto. Ante la alarma, Sánchez aseguró que se licitarían estudios complementarios hasta, ni más ni menos, agosto, para después licitar la construcción, y, con suerte, tener la planta funcionando en 2024.

El primero de esos plazos ya se ha incumplido. No hay estudios complementarios, no hay licitación, no hay petroquímica. Para unos tiene que ver con la falta de reservas; para otros con la vocación servil a los intereses transnacionales de otras empresas y países; para otros, de la derrota definitiva del proyecto soberanista del MAS. En todos los casos, es un fracaso. Pero nadie asume consecuencias.

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