Critican postura “oportunista” de UN sobre extractivismo
El pasado 31 de agosto, el líder de Unidad Nacional (UN), Samuel Doria Medina, presentó una propuesta “ante la nueva crisis del Estado Extractivista”, documento que fue duramente criticado en un análisis realizado por una de las ONGs que el gobierno ha fustigado en las pasadas semanas.



El texto, de unas 8 páginas de contenido, hace un breve diagnóstico de la economía nacional a modo de introducción, y luego presenta una serie de propuestas de políticas fiscales, económicas, productivas e institucionales, con el fin de superar el “modelo de tipo extractivista que nos impide desarrollarnos y progresar”.La primera en alzar la voz contra este documento fue la presidenta del Senado, Gabriela Montaño, quien lo calificó de “muy pobre”, estar “lleno de generalidades” y de no “aterrizar en la realidad boliviana”.Pero fue la Fundación Tierra, una de las ONGs que el Gobierno ha acusado de estar financiadas por potencias extranjeras para mentir y favorecer objetivos transnacionales (pero que acaba de recibir la solidaridad del conocido intelectual norteamericano crítico del capitalismo, Noam Chomsky),la que ha hecho un mayor análisis y ha desmontado con mejores argumentaciones la propuesta de Samuel.Gonzalo Colque, director de la Fundación TIERRA, es claro al describir el documento de UN: “Aunque parece ser producto de un intento rústico de discusión de la política económica boliviana, en realidad se trata de un oportunismo político por apropiarse de las reflexiones sobre el extractivismo que forman parte central de los esfuerzos por encontrar caminos posneoliberales para el desarrollo de países dependientes como el nuestro”.Tras leer el contenido de las propuestas de UN, Colque considera que este partido “entiende que la política económica correcta es aquella que genera mayor participación del sector privado en la renta que genera la sobreexplotación de recursos naturales, mayor protección para las inversiones, sean extranjeras o nacionales e irrestricta liberalización de los mercados de exportación”.“Es decir, bajo un manto de condena al extractivismo defiende la primacía del mercado, el repliegue del Estado y una mayor apertura internacional de la economía nacional”, advierte el director de la organización.Por su parte, Enrique Castañón, investigador de la Fundación TIERRA, se ha mostrado en la misma línea criticando desde el estilo “receta” del documento, “tan característico de la tecnocracia”, hasta aspectos de fondo.“Aunque varias de las políticas propuestas pueden interpretarse como la restauración/profundización de las lógicas del mercado en la economía, no existe ningún indicio de que su implementación represente alternativa alguna ante el extractivismo”, destaca Castañón.El investigador también señala contradicciones de la propuesta de Samuel: por un lado denuncia que “hoy somos más dependientes que nunca de los avatares de los mercados internacionales”, mientras al mismo tiempo propone profundizar dicha dependencia cuando plantean un punto específico de fomento de las exportaciones mediante medidas desarticuladas que incluyen la normalización de relaciones con EEUU, como expresa una de sus políticas de fomento a las exportaciones.La propuesta, dice Castañón, “desnuda el sesgo neoliberal de sus ideólogos, que ante la fuerza de las ideas dominantes en la sociedad deben esconderse en eufemismos”. En efecto, si bien en el documento de UN afirman no cuestionar “el liderazgo del sector público”, a continuación presentan lo que Castañón llama “una seguidilla de estadísticas cuyo único fin es el de caracterizar al Estado como ineficiente y corrupto”.
Pluralismo Vs. Propaganda
“El modelo extractivista tiene efectos perversos que UN ignora”, dice Colque, y nos recuerda que “casi todos los estudios sobre el rentismo de países pobres concluyen que las rentas extraordinarias no se transforman en capital productivo de forma automática, de modo que su apropiación y control por el sector privado que exige UN, solo ampliaría más la brecha de desigualdad entre ricos y pobres”. Pone como ejemplo la propuesta de UN de “simplificar los derechos de propiedad”, dejando su administración en manos de las regiones y aumentando inversiones públicas, con el objetivo de favorecer la expansión de la “agroindustria exportadora”. “Todo esto parece sensato pero lo que soslaya este razonamiento es que el agronegocio (monocultivo de soya) es un modelo intrínsecamente insostenible en términos sociales y ambientales. La exclusión de las mayorías rurales, de campesinos e indígenas, es una precondición para acumular rentas agrarias”, detalla Colque.El director de Fundación TIERRA reconoce que el control estatal de la renta otorga al poder político capacidad de actuación como benefactor social y agente de desarrollo, con lo que reproduce su legitimidad política. Pero también anota que “la correlación entre el control estatal de la renta y la formación de una élite política que se resiste a cambios y renovación democrática parece ser otra dimensión propia aunque poco conocida del extractivismo contemporáneo”. Para Colque, ese debiera ser uno de los temas centrales a ser discutidos en un debate sobre cómo abandonar la primarización de la economía. “Sin embargo, dado que la propuesta de UN no integra en su análisis las dimensiones políticas, sociales y ambientales, es reduccionista, economicista y redundante”, lamenta el académico. A modo de conclusión, Colque señala que “el pluralismo de corrientes de pensamiento es algo imprescindible para discutir los caminos de salida al extractivismo”, pero también advierte con no caer en trampas oportunistas: “la mezcla arbitraria de corrientes e ideas contrapuestas con fines propagandístico-electorales, al igual que el dogmatismo que se cierra en sus criterios, es algo que no se puede aceptar como plan ‘anti-extractivista’”.