Sí hay default Grecia priorizará a trabajadores y jubilados
Tras casi cuatro meses de negociaciones que no han alcanzado acuerdos, Grecia se queda sin dinero para un pago al Fondo Monetario Internacional (FMI), que vence el 5 de junio, si los prestamistas foráneos no le dan más ayuda.



El ministro de Finanzas griego, Yanis Varoufakis, ha recordado que las diferencias con la Troika (Comisión Europea, Banco Central Europeo y el FMI) son de enfoque y de método: “tenemos que ponernos de acuerdo en cómo enfocar la consolidación fiscal griega”, “una amplia agenda de reformas comúnmente acordada que venga en apoyo de esa senda de consolidación fiscal”, pero “que inspire confianza a la sociedad griega”.La sociedad griega está impaciente con la intransigencia de los acreedores, a la que se suma la posición del grupo más izquierdista de Syriza (el partido gobernante), que a estas alturas pide una ruptura con la Troika e inclusive ha elevado la opción de una salida de Grecia de la zona euro.Según el diario británico Financial Times esta facción “rebelde” de Syriza incluye a cinco miembros del partido y de su Comité Central, liderados por John Milios, quien encabezaba al equipo de política económica de Syriza pero que fue removido del cargo este año. Pese a ello, Milios -un veterano economista marxista- es un influyente miembro del Comité Central.La facción rebelde en su conjunto ha sacado un comunicado recientemente, que señala lo siguiente: “Debemos escoger entre firmar lo que obviamente es un acuerdo de austeridad y la ruptura con los prestamistas… Syriza no puede convertirse en un partido de la austeridad y este gobierno no puede implementar un memorándum (acuerdo de rescate)”.“Nuestra única opción es una ruptura con los acreedores –suspender el pago de los préstamos, imponer medidas para restringir el libre movimiento de capital, poner a los bancos bajo control estatal, tasar impuestos al capital y a los ricos para financiar medidas de apoyo a la gente común… e incluso romper con el euro”, continúa parte del comunicado.Sin embargo, el ministro Varoufakis dijo recientemente al canal británico Channel 4 que “si podemos, el 5 de junio, pagar al FMI, pagar pensiones y salarios además de las otras obligaciones que tenemos con nuestros acreedores internacionales, lo haremos. Si no, tendremos que priorizar a los jubilados y a los trabajadores del sector público”.
Lo racional versus lo arbitrario
“Empezando por la consolidación fiscal, la cuestión es de método”, dice Varoufakis, y resalta que las instituciones de la Troika “se han fundado durante años en un proceso de inducción retrospectiva”. ¿Qué es esta inducción retrospectiva? “Fijan una fecha (digamos 2020) y un objetivo de proporción entre la deuda nominal y el ingreso nacional (120% pongamos el caso) que habría de alcanzarse antes de que los mercados monetarios puedan estar predispuestos a prestar a Grecia a tipos razonables. Entonces, y siempre bajo supuestos arbitrarios sobre tasas de crecimiento, inflación, recetas de privatización, etc., calculan qué superávits primarios se necesitan cada año, operando retrospectivamente hasta el presente”.El resultado de esta forma de pensar y hacer las cosas es, en opinión del gobierno griego, una “trampa de austeridad”, porque “los superávits primarios necesarios para lograr los objetivos fiscales son tales, que su efecto sobre el sector privado socava las hipotéticas tasas de crecimiento”, y esa es “precisamente la razón de que los anteriores planes de consolidación fiscal para Grecia fallan tan espectacularmente a la hora de alcanzar sus objetivos”.Varoufakis propone esbozar un plan de futuro “basado en supuestos razonables sobre superávits primarios consistentes con tasas de crecimiento del producto, inversión neta y expansión de la exportación que pudieran estabilizar la economía y la proporción de deuda griegas”. O sea, basar las previsiones de crecimiento y los objetivos en la realidad económica de Grecia, y no en expectativas artificiales.El problema es que la Troika, al menos en discursos, parece segura que su agenda de austeridad funcionará eventualmente (caída de salarios=crecimiento del empleo), mientras que Grecia (tanto el gobierno como la población) considera que este programa ha fracasado.Daniel Gros, director del Centro Europeo de Estudios Políticos y exasesor económico de la Comisión Europea, coincide en que la devaluación interna en Grecia no puede funcionar: sus exportaciones son de bajo valor añadido y muy dependientes de las materias primas, así que por mucho que se reduzcan los salarios, Grecia no puede conseguir un superávit comercial sostenible.“Grecia, al igual que los países latinoamericanos, tiene un sector exterior que depende del precio de las materias primas. Para amortiguar la caída de la demanda interna, las exportaciones helenas deberían representar el doble sobre el PIB de lo que lo hacen en la actualidad, de ese modo también hubieran cerrado el déficit por cuenta corriente de una forma más sana”, dice Gros.Para Varoufakis, “las diferencias que subsisten (con la Troika) tienen que ver con la forma de entender el vínculo entre las varias reformas y el marco macroeconómico. Nuestra tarea es convencer a nuestros socios de que nuestros afanes son estratégicos, antes que tácticos, y de que nuestra lógica es razonable. La suya, desistir de un enfoque fracasado”.