Falta de acceso a mercados impide despegue productivo
La pasada semana se conoció que, en Tarija, productores campesinos y microempresarios urbanos sufren de una crónica falta de acceso a mercados.



Recientemente, el Programa de Investigación Estratégica en Bolivia (PIEB) ha resaltado una paradoja que trasciende Tarija y es característica de toda Bolivia: los campesinos pueden comunicarse, vía celulares, con el resto del país y del mundo, pero están físicamente aislados de sus potenciales mercados.Según datos del Censo Nacional Agropecuario 2013, aplicado por el Instituto Nacional de Estadísticas (INE), el 58% de las comunidades rurales de Bolivia tiene servicio de telefonía celular que le permite comunicarse con cualquier punto del país, mientras el mismo tiempo no pueden sacar sus productos a los mercados por problemas de transporte (71,8%), de infraestructura caminera (66,1%) y por falta mercados mismos (63,1%).El caso de los productores de miel de Bermejo ilustra muy bien esta situación. Tal como un apicultor explicó a El País y a El Bermejeño, “Somos unos cuantos quienes vendemos en el mercado local, pero es muy pequeño el consumo aquí, eso es lo que me preocupa. Por esa razón se hará la representación de todos los productores, ya sean independientes o los que trabajaron con proyectos de la Gobernación, para buscar mercado para la venta de miel”.De ahí que resulta fundamental que los proyectos de apoyo productivo de instituciones estatales y ONGs no se centren únicamente en sentar las bases para la producción, sino para ayudar a que las comunidades campesinas encuentren mercados para sus productos. El PIEB detalla que el Primer Censo Nacional Agropecuario se realizó en 1950, tres años antes de la Reforma Agraria de 1953. “Los datos reflejaban un país caracterizado por el latifundio con un total de 86.377 Unidades de Producción Agropecuaria (UPA) y una superficie cultivada de 654.251 hectáreas”. Mientras tanto, el Censo Agropecuario de 2013 muestra”importantes cambios en la estructura agraria, habiéndose incrementado el número de UPA a un total de 519.399, con una superficie cultivada de 1.137.405 hectáreas”.Es por ello que “es importante” acompañar estas transformaciones del sector agrícola y pecuario mejorando “su comunicación física a los mercados y centros urbanos mediante carreteras y vías camineras”, señala el PIEB. “Los datos muestran que al 46,7% de las comunidades se accede por carretera o camino permanente, mientras que al 35,8% por carretera o camino temporal, al 14,9% se llega por sendas y a un 1,5% por río, lago o laguna”.
Dar valor agregado y… ¡diversificar!
El investigador Jorge Llanque da algunas pautas para aprovechar mejor la variedad de productos agrícolas que Bolivia tiene capacidad y hasta ventaja para producir. Ha advertido, por ejemplo, que en el caso de productos con potencial de exportación, como la quinua, es necesario “generar industrias alternativas a partir de ello, si a los europeos y al mercado no les interesará la quinua, nadie estaría cultivándola. El problema es que nos quedamos con la misma lógica, la de explotación de materia prima, no damos el siguiente salto, el valor agregado, creación de marca, consolidación de mercado”.Es en este punto que “el Estado debe generar condiciones favorables de inversión para estos inversores locales, con lo que podría diversificar su comercio ya no solo comprando tecnología, sino también exportando productos andinos con valor agregado”.Pero lo más importante, en criterio de Llanque, es que en Bolivia todavía “seguimos en la lógica del momento del sistema. Le llamo así al sentido de que si la marea capitalista se mueve adelante, todos vamos adelante, si va atrás, todos vamos atrás, es la lógica del momento, no vemos el puerto a seguir, solo seguimos la marea capitalista”.Esto, dice el investigador, significa aprovechar los recursos naturales de otra manera, no solamente explotándolos con monoproducción de materias primas con actividades que además generan la degradación y pérdida de los propios recursos naturales. “¿Por qué no invertimos la lógica de otra manera?”, se pregunta Llanque. “A futuro, los bolsones de agua dulce y ecosistemas limpios son el negocio de la nueva energía alternativa y la limpieza del aire. Pero muchos dirán, ¡cuánto faltará para eso!, no mucho, no mucho, las carreras profesionales del futuro incluyen medioambientalistas, expertos en manejo de CO3, etc., etc.; es el negocio del futuro y nosotros matando a la gallina de los huevos de oro”.En este sentido, propone dar el valor agregado a cocaleros, indígenas y colonizadores, para que ellos puedan crear otro tipo de industrias, “dejar de apostarle todo a una sola cosa, como hicieron y hacen los gobiernos, solo materia prima, ¿por qué no diversificar?”.