La amistad con Suárez, clave en la decisión



El burofax de Leo Messi informando al FC Barcelona que quiere irse ahora se ha producido sólo un día después de la llamada de Ronald Koeman a Luis Suárez para informarle que no cuenta con él para la temporada 2020-21. Es imposible no relacionar los dos hechos teniendo en cuenta la relación de amistad que une a dos jugadores que son inseparables. Es fácil llegar a la conclusión de que si el argentino tenía alguna duda sobre su continuidad, como así le confesó al técnico holandés en su cita de la pasada semana, haya acabado de tener clara su decisión al saber que en el próximo curso no iba a tener al lado al uruguayo, no sólo en el campo, sino también en el día a día en Castelldefels, donde viven los dos.
Messi y Suárez ya intentaron asimilar juntos lo sucedido en Lisboa ante el Bayern, ese 2-8 que puede marcar el fin de sus carreras azulgranas. Ese fin de semana lo pasaron juntos con las familias en la casa que tiene Leo en la Cerdanya, en la montaña. Seguro que allí estudiaron los distintos escenarios que se les presentaban a cada uno, en un ambiente muy distinto al de dos semanas antes cuando compartieron una semana en Ibiza todavía soñando con la Champions. No había firmado aún Koeman, pero era evidente que iba a llegar un técnico para iniciar una renovación de la plantilla.
En pocos días, ya con el holandés al frente, las primeras decisiones se han ido conociendo, entre ellas la confirmación de que Suárez no iba a seguir, momento en el que Messi pudo tener claro que no sólo se veía más fuera que dentro, como le dijo a Koeman, sino que ya no se veía en el Barça de ninguna forma.