Llora Iniesta, llora el fútbol en el adiós al Barcelona
El medio anuncia entre lágrimas su adiós al Barça a final de curso y tras 22 años en el club: “Soy honesto y ya no podría dar lo mejor de mí”. Después de estrenarse con el primer equipo del Barcelona en 2002, en Brujas y en un partido intrascendente —“pero es mi mejor recuerdo...



El medio anuncia entre lágrimas su adiós al Barça a final de curso y tras 22 años en el club: “Soy honesto y ya no podría dar lo mejor de mí”.
Después de estrenarse con el primer equipo del Barcelona en 2002, en Brujas y en un partido intrascendente —“pero es mi mejor recuerdo como azulgrana”, resolvió el centrocampista—, se puso delante de los micros. “Yo soy Andrés”, reivindicó, descartando ser el relevo de nadie porque Guardiola acuñó una frase que hizo fortuna cuando todavía llevaba el 4 a la espalda: “Xavi me jubilará a mí e Iniesta hará que se olviden de nosotros dos”.
En un club con la cultura cruyffista de la posesión y el juego de toque, ni Xavi ni Guardiola pasarán al olvido; pero Iniesta tampoco porque se ha ganado su lugar en el santoral azulgrana. “Me gustaría ser recordado como un gran futbolista y como una gran persona”, convino ayer el 8, el capitán, el guardián del estilo.
Así será porque no hay apenas campo donde no se le vitoree o se le reconozca su fútbol y personalidad, ídolo para los azulgrana y héroe para los españoles por su gol en la final de Sudáfrica. Pero desde ayer se acabó la fiesta porque Andrés Iniesta (Fuentealbilla, Albacete; 33 años) dejará el Barcelona la próxima temporada, por más que no quisiera relevar su próximo destino. Se presupone China (en el Chongqing), pero faltan flecos por resolver.
Quedan solo las piedras de lo que fue La Masia, ahora que el equipo tiene la ciudad deportiva. Del campo que veía desde su habitación, ese que estaba junto al Camp Nou, nada queda porque ahora es cemento, párking para los coches. Y de Iniesta, según él —los técnicos siempre le han puesto en los partidos importantes—, queda menos. Así lo expresó ayer en un adiós bañado en lágrimas, suyas y de sus seres queridos, también de algún que otro periodista, en una despedida que, como tal, fue dolorosa.
No quiso hacer homenaje alguno porque falta el título de Liga —será su laurel número 32 como azulgrana— y decidió convocar él a la prensa en un acto sencillo. Pero se le atragantó; tras 12 palabras —de un discurso que no leyó sino que tenía memorizado—, se le cayó el mundo encima. “Buenas tardes a todos. Esta rueda de prensa es para hacer pública…”, se arrancó. Pero se entrecortó, se le llenaron las cuencas de los ojos de lágrimas, titubeó y le temblaron hasta los labios; “... la decisión de que esta temporada es la última”.
Apenas podía articular palabra, afectado por la carga emocional. “Es una decisión muy meditada a nivel interno y familiar. Tras 22 años aquí sé lo que significa ser jugador de este equipo”, deslizaba con dificultad, al tiempo que carraspeaba; “para mí el mejor del mundo. Sé lo que significa la exigencia de jugar año tras año, sé lo que es ser capitán de este club… Y siendo honesto conmigo mismo y con el Barça, que me lo ha dado todo, entiendo que mi etapa acaba este año por el simple hecho de que este club, que me acogió con 12 años, se merece lo mejor de mí como he hecho hasta ahora. En el futuro más cercano no podría darle lo mejor de mí en lo físico como en lo mental”.
El DT del Barça pide calma a los argentinos
Después de estrenarse con el primer equipo del Barcelona en 2002, en Brujas y en un partido intrascendente —“pero es mi mejor recuerdo como azulgrana”, resolvió el centrocampista—, se puso delante de los micros. “Yo soy Andrés”, reivindicó, descartando ser el relevo de nadie porque Guardiola acuñó una frase que hizo fortuna cuando todavía llevaba el 4 a la espalda: “Xavi me jubilará a mí e Iniesta hará que se olviden de nosotros dos”.
En un club con la cultura cruyffista de la posesión y el juego de toque, ni Xavi ni Guardiola pasarán al olvido; pero Iniesta tampoco porque se ha ganado su lugar en el santoral azulgrana. “Me gustaría ser recordado como un gran futbolista y como una gran persona”, convino ayer el 8, el capitán, el guardián del estilo.
Así será porque no hay apenas campo donde no se le vitoree o se le reconozca su fútbol y personalidad, ídolo para los azulgrana y héroe para los españoles por su gol en la final de Sudáfrica. Pero desde ayer se acabó la fiesta porque Andrés Iniesta (Fuentealbilla, Albacete; 33 años) dejará el Barcelona la próxima temporada, por más que no quisiera relevar su próximo destino. Se presupone China (en el Chongqing), pero faltan flecos por resolver.
Quedan solo las piedras de lo que fue La Masia, ahora que el equipo tiene la ciudad deportiva. Del campo que veía desde su habitación, ese que estaba junto al Camp Nou, nada queda porque ahora es cemento, párking para los coches. Y de Iniesta, según él —los técnicos siempre le han puesto en los partidos importantes—, queda menos. Así lo expresó ayer en un adiós bañado en lágrimas, suyas y de sus seres queridos, también de algún que otro periodista, en una despedida que, como tal, fue dolorosa.
No quiso hacer homenaje alguno porque falta el título de Liga —será su laurel número 32 como azulgrana— y decidió convocar él a la prensa en un acto sencillo. Pero se le atragantó; tras 12 palabras —de un discurso que no leyó sino que tenía memorizado—, se le cayó el mundo encima. “Buenas tardes a todos. Esta rueda de prensa es para hacer pública…”, se arrancó. Pero se entrecortó, se le llenaron las cuencas de los ojos de lágrimas, titubeó y le temblaron hasta los labios; “... la decisión de que esta temporada es la última”.
Apenas podía articular palabra, afectado por la carga emocional. “Es una decisión muy meditada a nivel interno y familiar. Tras 22 años aquí sé lo que significa ser jugador de este equipo”, deslizaba con dificultad, al tiempo que carraspeaba; “para mí el mejor del mundo. Sé lo que significa la exigencia de jugar año tras año, sé lo que es ser capitán de este club… Y siendo honesto conmigo mismo y con el Barça, que me lo ha dado todo, entiendo que mi etapa acaba este año por el simple hecho de que este club, que me acogió con 12 años, se merece lo mejor de mí como he hecho hasta ahora. En el futuro más cercano no podría darle lo mejor de mí en lo físico como en lo mental”.
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