Del Libro “La Batalla de La Tablada 200 Años” De: Juan Ticlla Siles:
11 La significación histórica del 15 de Abril de 1817, en nuestra Nacionalidad 1
Muy raro ha de ser el boliviano, el hombre de letras o el historiógrafo, que no conozca la contribución efectiva del pueblo de Tarija a la independencia de Bolivia. Los que ignoran hechos previos a la gloriosa fecha que hoy recordamos, han debido leer por lo menos algunos capítulos referentes a las proezas de los paladines tarijeños. Puede no haberse oído hablar de los epónimos guerrilleros; pero ¿quién desconoce enteramente nuestra historia nacional? Decimos enteramente, porque aun ignorando la historia de este viril pueblo, seguro que se ha informado de algunos fragmentos de su historia, como que en revistas y diarios se reproducen, de tarde en tarde, con muy buen sentido, capítulos brillantes de ella que no sólo forman parte de la historia nacional, sino de la de América.
Es verídico también que los nombres de los héroes tarijeños son más célebres y conocidos que sus propios hechos; porque una relación acerca de ellos, no ha llegado, ni quizá llegará nunca al pueblo y al alma misma de Bolivia, dada la poca difusión que de la historia tarijeña se ha hecho, en forma hasta cierto punto injustificada; salvando autores meritísimos y libros de gran valía, que se han preocupado de asunto tan importante para nosotros, no obstante existir documentos valiosísimos en algunos archivos y bibliotecas del país y del extranjero.
Es muy cierto igualmente que pocos son los bolivianos o, por privilegio, algunos estudiosos, que han dedicado su tiempo al estudio de estos asuntos, pero sin ir más allá de un sano intento ni haber logrado una verdadera divulgación, como sería nuestro ardiente deseo, puesto que es necesario considerar que no basta tener hombres ilustres, sino que es preciso merecerlos, honrarlos y mantener vivo el recuerdo de sus hechos para honra nuestra y honor de la Patria.
Es así, pues, que desde el año 1809, el ideario de la libertad americana, hacía estremecer todos los confines del Alto Perú, siendo dentro de él, la extensa jurisdicción tarijeña, el teatro de las acciones bélicas más heroicas, por constituir ésta, un lugar estratégico, tanto para los patriotas, como para los realistas. Desde aquí, podía controlarse fácilmente el norte argentino, como las provincias de Chichas y Cinti, y aún más, las regiones altoperuanas del oriente.
Fue la abnegación patriótica que, durante los 15 años de la guerra de la independencia, los caudillos tarijeños tuvieron su parte activa y dinámica, luchando denodadamente por la noble causa de la libertad; llegando al punto culminante de que Tarija en junio de 1810, proclamara ante el mundo su ansia de libertad e independencia.
Ahora en esta fecha, nos concretamos únicamente, sin entrar en mayores consideraciones al respecto, a rendir nuestro homenaje de admiración a los ínclitos varones que, junto con Méndez, actuaron en épicas hazañas, tales como: los Uriondo, Avilés, los Rojas, Flores, los León, el marqués Juan José Fernández Campero y otros cien, que rifaron su vida y marcharon al sacrificio y aquí diremos con el conocido escritor Juan Montalvo: «Los que se sacrifican son mártires; y los mártires se vuelven santos y los santos gozan de la veneración del mundo. Nuestros santos, los santos de la libertad, santos de la patria, si no tienen altares en los templos, los tienen en nuestros corazones». Es así que hoy un pueblo, y toda una nación, han encendido en sus corazones las lámparas votivas de su reconocimiento, al impulso sacrosanto de su veneración.
La Historia de este heroico pueblo, registra acaso los episodios más gloriosos durante el largo periodo del misterio de la redención americana y particularmente de Bolivia y de este modo, muy grato y justo para nosotros que en este modesto trabajo, se hubiera podido efectuar una ligera semblanza de cada uno de nuestros guerrilleros; pero la limitación de él, no nos lo permite, por lo cual, al dedicar estas pálidas frases al glorioso 15 de abril de 1817, lo haremos en la personalidad de la máxima figura y tarijeño eminente, el coronel don José Eustaquio Méndez, dedicando a la memoria de los otros ilustres varones que en comunes sacrificios, nos brindaron esta patria libre.
En el sereno firmamento patrio, hay astros que iluminan como estrellas y otros como verdaderos soles, al segundo término debe corresponder Méndez, el glorioso ‘Moto’, de quién nos permitimos hacer una ligera semblanza.
UNA ROSADA AURORA DE PAZ
Cubrió su cuna de nacimiento la cariñosa y apacible atmósfera del risueño valle de Canasmoro, en un día luminoso de septiembre, llenando de alegría a sus padres Don Juan Méndez y Doña María Arenas.
Allí pasará su infancia al tierno abrigo de sus progenitores, en medio del ensueño que le brindará Churqui Huayco, con la belleza de su paisaje natural, como una rosada aurora de un nuevo amanecer, que hace la paz de sus moradores; es la tierra y el ambiente que han de enseñarle en su adolescencia hasta su juventud, a galopar por la dilatada pampa sobre los potros indómitos, a vencer las bravías corrientes fluviales, escalar las montañas, dominar la cordillera creándole vista de águila, internarse en los montes y al autodeterminarse, se dirá así mismo, que hay que agotar todos los esfuerzos para templar las energías, dominar las vulgares pasiones, para que el amor a una patria libre se levante sobre ellas.
Logrado esto, se sentirá con ánimo fuerte para emigrar a lares argentinos; donde con su congénita altivez, podrá imponerse ante los mozos de aquellos lugares; pasará algunos años, adquiriendo las costumbres y las modalidades de esas regiones. Dentro de su experiencia, dentro de su trabajo y sus relaciones, ha de convencerse de la explotación que son víctimas los elementos campesinos y despertará como consecuencia, su impulso de justicia social.
Los nuevos ambientes obrarán en su espíritu con renovadas energías, que estimulen la rebelión contra el despotismo del opresor. De este modo crecerá su ascendiente entre el paisaje de Salta y de Jujuy, como de Canasmoro, San Lorenzo y otros lugares aledaños a Tarija.
Aquel predominio ha de valer para levantar a la crecida legión de montoneros que más tarde convertidos en guerrilleros, a un solo gesto suyo ofrecerán su vida y su sangre, junto al caudillo valeroso, que luchará, luchará siempre por la santa causa de la libertad, porque el glorioso ‘Moto’, ha de ser eternamente el alma rediviva de este movimiento que está encarnado en el espíritu del pueblo.
EL ROJO ENCENDIDO DE LA GUERRA
La gigantesca llamarada roja de la guerra se había extendido ahora por los cuatro confines del Alto Perú, lo mismo que en el territorio argentino.
Los campos estaban sangrantes bajo el impetuoso torbellino de las metrallas, el chasquido de sables y lanzas, entre el tropel fatigoso de las caballerías que cargan en violento oleaje humano.
Todo es batallar, han de ser quince largos años de guerra, de pólvora y de sangre; de cruentos sacrificios y de aleves sufrimientos morales y materiales, transformados en una gran tragedia cuyo escenario rojo será también, la ubérrima tierra de Tarija.
En este escenario, con toda la experiencia adquirida en sus viajes, que enseñan más que muchos libros, José Eustaquio Méndez, es ahora el hombre que a lo sumo cuenta con 28 años de edad, organiza sus tropas de montoneros, con gente decidida que le seguirá en su patriótica campaña, con el ideal nacido en la pureza de sentimientos nobilísimos, de que el caudillo es poseedor, y a él que jamás empañará ninguna ambición bastarda de mezquino interés.
Toma parte en la acción de Chocloca en 1812; luego en el combate de Río de las Piedras y en la batalla de Tucumán; el mismo año, en abril de 1813, rechazará heroicamente el asalto realista a Tarija; en 1814, librará una batalla de estrategia propia en las «Lomas Patrióticas». Estará en las acciones de Canasmoro y Pilaya; tendrá ejemplar actitud del chapaco digno y altivo en el sitio de Tarija frente al general La Serna, en todas estas acciones obrará con la sobriedad del héroe de Plutarco.
LA GLORIOSA BATALLA DE LA TABLADA
A marchas forzadas y sin descanso alguno, efectuando jornadas diurnas y nocturnas, La Madrid con su división llegó hasta Tolomosa y al avanzar aún más, tuvo el feliz encuentro con nuestro héroe Eustaquio Méndez, que tenía a su mando más de cien hombres de caballería.
La división expedicionaria, al tener como su vanguardia a la unidad del caudillo, avanzó con seguridad, hasta que aquel día 14 de abril, en que avistó a la villa de Tarija, la que se encontraba guarnecida por el batallón Granaderos de Cuzco, comandada por el coronel Mateo Ramírez que a su vez era gobernador de esta ciudad.
La plaza estaba completamente fortificada; Ramírez al advertir que tenía fuerzas enemigas al frente, salió a su encuentro persuadido de que se trataba de un ataque de los guerrilleros de Uriondo. Y cuando las fuerzas realistas empezaron a cruzar el Guadalquivir, La Madrid rompió el fuego de su artillería; ante tan inesperada sorpresa, Ramírez con sus tropas se replegó en la plaza. Los patriotas por su parte, se ubicaron en la Loma de San Juan, ocupando los suburbios de la villa y desde allí, tomadas magníficas posiciones, que dominan la ciudad, La Madrid intimó rendición al jefe español, mediante una nota, la que fue respondida de inmediato y en forma arrogante por Ramírez, negándose a hacerlo.
De esta manera estaban iniciadas las hostilidades entre ambas fuerzas contendientes.
Aquella noche del 14, continúa el fuego incesante de las fuerzas patriotas como paradigma de su valor; las tropas libertarias pasan afiebradamente exudando impaciencia, vigilantes, esperando alguna sorpresa del enemigo. Entre tanto su caballería tomaba posesiones en todas las salidas del pueblo, para evitar que emisarios realistas establecieran comunicaciones con el resto de su ejército acantonado en Concepción. Seguirán concentrándose los valerosos guerrilleros tarijeños conducidos por sus respectivos caudillos.
A la luz matinal del día 15,
...informaron a La Madrid, que una numerosa columna de infantes y caballería, se aproximaba a la ciudad, comandada por Malacabeza. El jefe patriota tomó en el acto una fracción de sus tropas dejando el grueso al mando del mayor Giles y se dirigió al encuentro del enemigo.
Los realistas sitiados en la plaza, se aprestaban por su parte, a salir de sus trincheras para atacar por retaguardia a las fuerzas patriotas.
La Madrid, avistó a los españoles en el campo de La Tablada y se enteró recién de que eran muy superiores en número. Cualquier otro jefe habría retrocedido; pero La Madrid, jamás dio caravuelta al enemigo. Los españoles intentaron atacar por retaguardia, más los montoneros apostados en la cuenca del Guadalquivir, cargaron impetuosamente sobre los Granaderos del Cuzco. Pelearon con denuedo singular realizando prodigios de valor y arrojo. Nuevos y reiterados intentos de salida encontraron la barrera infranqueable opuesta por nuestros heroicos chapacos.
Mientras tanto en La Tablada, La Madrid buscaba una posición favorable en espera de refuerzos que había pedido a Giles. La caballería enemiga inició el asalto; el bravo jefe dividió sus escasas fuerzas para contraatacar por el centro y los costados.
En ese preciso momento llegaba al campo de lucha ‘Moto’ Méndez y sus jinetes. Con temeraria intrepidez se lanzaron sobre el enemigo. Los montoneros arrollaron el ala izquierda amagando la retaguardia.
Los españoles se dispersaron huyendo despavoridos. Cuando llegó el refuerzo de Giles, el combate había concluido. Quedaron en el campo sesenta y cinco muertos y cuarenta prisioneros. Nuestras armas sufrieron pocas bajas. Nuevamente el sol de justicia, coronaba de gloria a nuestros patriotas.
Al atardecer de ese glorioso día para la patria, a nueva intimación del jefe patriota, se rindieron los españoles, entregando sus armas, sus hombres y sus pertrechos de guerra, al jefe vencedor Gregorio Aráoz de La Madrid.
La noticia del acontecimiento tan trascendental como significativo, fue difundida con celeridad, tonificando enormemente el alma combativa de los patriotas y de los pueblos altoperuanos que hacían innúmeros sacrificios por la emancipación, ansiosos de ser libres de la larga opresión española que por más de tres centurias los sojuzgara.
Florecía el holocausto para la más grandiosa epopeya, que en el transcurso de siete escasos años culminará con todo su esplendor en los campos de Junín y Ayacucho, como una sublime eclosión de magnificencia de la acción conjunta de todos los pueblos y la contribución patriótica de Tarija a nuestra nacionalidad.
PALABRAS FINALES
El acto que realiza nuestra Universidad, no se tome como un simple culto patriótico, sino que a través de nuestra pleitesía a la memoria de los gloriosos guerrilleros del 15 de Abril, se levanta el fervor de la conciencia histórica en que las jóvenes generaciones universitarias, con encendida emoción se maravillan rindiendo su tributo de agradecimiento y de elevada comprensión, ante la hazaña libertadora y se realiza el nexo del presente con el pasado
Los héroes tarijeños de la gran contienda, son la expresión y gloria de la estirpe; y su más alto exponente de la esencia del pueblo, es sin duda José Eustaquio Méndez, el caudillo perínclito de Tarija y de Bolivia.
12
LA TABLADA
4 DE MAYO DE 1817[2]
MIGUEL RAMALLO
I
Persiguiendo al valeroso guerrillero don Francisco Uriondo llegó el 28 de noviembre de 1816, a la villa de Tarija, el General en Jefe del Ejército Real en el Alto Perú, don José de La Serna. Militar entendido, conoció la importancia de conservar esta plaza, que le ponía en comunicación con el interior del Alto Perú, con la provincia del Orán y las de Chichas y Cinti, emporio de valerosos caudillos patriotas que tenían en jaque a las tropas del Rey de España.
Lo acompañaron en su expedición los batallones Gerona y Extremadura, los Dragones de la Unión y los Húsares de Fernando VII, que representaban la gloria española en la Península.
Se retiró de Tarija en enero de 1817, dejando como Gobernador de la Provincia al Brigadier Antonio María Álvarez, quién se había distinguido en las últimas expediciones en la Provincia de Cinti; pero tuvo este Jefe que renunciar el mando por achaques de salud, siendo sustituido por el acreditado Coronel don Mateo Ramírez, enviado del Cuartel General de Tupiza.
Este jefe trajo consigo dos compañías del 1° y 2° Regimiento de línea, que habían formado parte de la guarnición de Jujuy, y sobre cuya base debía organizar nuevas fuerzas.
Además vino con él una partida de caballería, a órdenes del entonces Comandante de las tropas reales, don Andrés Santa Cruz, alto-peruano, que después se afilió a las armas de la Patria, llegando a ser Mariscal, jefe del Estado Mayor General del Ejército Libertador y finalmente Presidente de la Republica. Este distinguido militar debía organizar un fuerte escuadrón de caballería, sobre la base de la columna que estaba a sus órdenes.
Tan pronto como se posesionó el Coronel Ramírez del mando de la Provincia, empezó a organizar fuerzas; más el valeroso caudillo patriota Uriondo, deseando impedirlo se aproximó a Tarija con 400 guerrilleros, los más a caballo, armados de lanzas y pocas armas de fuego. Conocido es el carácter de Uriondo que tanto hizo por la independencia del Alto Perú. Era don Francisco Uriondo natural de Tarija, sentó plaza en el ejército auxiliar argentino, sirviendo con distinción a órdenes del General Belgrano.
Cuando el General Rondeau, nombrado General en Jefe del ejército del Río de La Plata, avanzó al interior del Alto-Perú, todos los guerrilleros acudieron con sus partidas a ponerse a sus órdenes. De Chuquisaca fue Padilla y de Cinti, Camargo; de Ayopaya, Lanza; de Cochabamba, Arce y Arenales; y de Potosí Betanzos que con Zárate comandaban las guerrillas de Puna y Chayanta; Uriondo que era Jefe Superior de las guerrillas de la Provincia de Tarija, se le unió en Humahuaca con una buena porción de guerrilleros.
Sabido es que el caudillo argentino alejó de su lado a los jefes de comandos independientes, como hizo con Padilla, Camargo y otros muchos, a los que envió en busca de nuevos refuerzos; pero Uriondo continuó en el ejército auxiliar como ayudante del General Rondeau y como tal estuvo en la batalla de Sipe-Sipe.
Este caudillo, en la época a que nos referimos tenía una fuerza de 400 hombres, como hemos dicho, acudiendo con ella desde el partido de San Luis y aproximándose a las inmediaciones de la ciudad. El 15 de abril de 1817 en las inmediaciones de Santa Ana, Uriondo fue vencido por Ramírez. El caudillo patriota dejó en el campo de batalla muerta y prisionera la mitad de su gente, retirándose al interior de la Provincia. Ramírez, regresando vencedor a Tarija, quiso tener a raya a los montoneros y destacó al valle de Concepción, al mando del Comandante Santa Cruz, 80 hombres de caballería y 50 de infantería, con orden de aumentar sus fuerzas en esa poblada región.
En la época a que nos referimos era Comandante en Jefe del Ejército Auxiliar argentino, el General don Manuel Belgrano.
A fin de cooperar los movimientos del caudillo Güemes, resolvió destacar una división volante que penetrara en el interior del Alto Perú cortando por Humahuaca, amenazando Tupiza y Cotagaita y penetrando si era posible hasta Oruro. Para llevar adelante tan atrevido proyecto nadie mejor que el entonces Comandante don Gregorio Aráoz de La Madrid.
Este valeroso argentino hizo su carrera en el ejército de su patria y después del desastre de Sipe-Sipe, se lanzó a la guerra de las guerrillas, la más llena de peligros, esfuerzos y privaciones. En las guerrillas sobresalían sólo los hombres del temple de La Madrid. Este notable jefe, tenía la intrepidez serena del león y la rapidez del águila en sus combinaciones bélicas. Donde había peligro se le veía en primera línea; jamás preguntaba el número de sus enemigos, a los que atacó siempre con temerario arrojo.
Llegó a ponerse en la guerra de partidarios a la altura de Warnes, Arenales, Padilla, Arce, Lanza, Camargo y otros astros de primera magnitud en esa lucha.
Cuando era Teniente, pidió al General Belgrano en Ayohuma un escuadrón, ofreciendo destrozar a los realistas que, a vista del ejército patriota, desfilaban bajando por los ásperos y tortuosos senderos de la Cuesta Blanca. El héroe de Tucumán y Salta, sonrió con bondad al oír la solicitud de su joven Teniente y le dijo: «Deje Ud., no se aflija, cuando bajen todos a la llanura no se ha de escapar ninguno; la victoria es nuestra». Pero no se cumplieron las previsiones del General, que habría conseguido una victoria si hubiese seguido las indicaciones del Teniente.
En otra ocasión, con sólo doce hombres, derrotó y rindió en Tambo Nuevo a una compañía de 40 cazadores, a los que hizo prisioneros.
En las inmediaciones de Chuquisaca, en Cachimayo, tomó prisionero íntegro al Escuadrón realista de La Laguna, el que quedo todo en su poder.
Fue vencedor y derrotado en innumerables encuentros, en uno de los cuales los mismos realistas asombrados de su valor y temeridad, lo dejaron retirarse sólo del campo de combate sin ofenderlo. Tal fue el Comandante elegido por Belgrano, para mandar la Columna Volante compuesta de 400 hombres de las tres armas, de los que 250 eran del Regimiento Húsares, milicianos de Tucumán, y dos compañías de infantería de cincuenta hombres cada una, montados en mulas, con más dos piezas de artillería de montaña. Cuando La Madrid penetró en el Alto Perú, supo la situación de Ramírez que tenía que estar en continua alarma porque las montoneras de Uriondo, Méndez, Avilés y Rojas, no lo dejaban en calma, impidiendo el acrecentamiento de sus fuerzas.
La Madrid en lugar de internarse al despoblado, se inclinó a su derecha, dejó el río de Sococha a su izquierda y se dirigió sobre Tarija, prometiendo aprovechar de las fuerzas que tenían los guerrilleros y procurarse mayor número de cabalgaduras, para proseguir su expedición.
En la altura de Cangrejillos encontró un destacamento español, que se dirigía de Tupiza al Cuartel General de Salta. En el momento lo atacó La Madrid y después de alguna resistencia el piquete fue tomado prisionero, quedando muerto en el campo el oficial que lo comandaba con más seis soldados. Siguió el caudillo patriota su marcha inclinándose al noroeste, forzando las marchas día y noche, y así logro salvar la sierra trasmontándola y penetrando en el territorio tarijeño, por el abra llamada la Puerta del Gallinazo, descendiendo la cuesta del Inca.
En ese lugar se le incorporó el valeroso caudillo don Eustaquio Méndez, con cien hombres de caballería, todos naturales de Tarija y los más del pueblo de San Lorenzo. Estos se ocuparon de secuestrar más de cien personas de ambos sexos, que hallaron en el camino a fin de que su avance no fuera sentido por el enemigo. Tarija se hallaba guarnecida por un batallón de los granaderos del Cuzco, cuyo primer jefe era el mismo Coronel Ramírez En los contornos de la plaza se habían levantado trincheras para los tiradores y se habían además fortificado las principales entradas de la Villa, de manera que todo estaba listo para evitar cualquier agresión. Además, se había reforzado el Valle de la Concepción con un destacamento del escuadrón de caballería y cincuenta infantes a las órdenes del Comandante Don Andrés Santa Cruz, el que por un asunto del servicio se hallaba ocasionalmente en Tarija.
La Madrid, dejando Concepción a su derecha a fin de interponerse entre ambas fuerzas realistas, se dirigió a la Villa amagándola por el Este, reunido ya con el caudillo patriota don Francisco Uriondo.
La Madrid llegó a Tarija el 3 de mayo y sitúo su campamento en el morro de San Juan. El Capitán Juan José García, que en una escaramuza había tomado al Comandante Santa Cruz y algunos de sus soldados, los entregó prisioneros al Comandante La Madrid, el que en el momento intimó rendición al Coronel Ramírez en un pliego que condujo el Comandante prisionero.
Ramírez estaba absorto, creía que era atacado por los montoneros, cuando se vio rodeado por fuerzas regulares, bien equipadas y que desde el morro de San Juan le dirigían disparos de artillería. Sin embargo, al mensaje de La Madrid contestó diciendo: «Un jefe de honor no se entrega por el hecho de dispararle cuatro tiros, que él sólo se rendiría, cuando no le quedaran más que veinte hombres y estos sin municiones». La Madrid siguió hasta entrada la noche el bombardeo de las trincheras de la Villa.
El 4 de mayo el oficial Malacabeza, Segundo de Santa Cruz, salió de Concepción noticioso del ataque de Tarija, con las fuerzas de su mando, y en la mañana de ese día se presentó en el campo denominado La Tablada. La Madrid sin desatender el asedio de la plaza, se dirigió con los Húsares, acompañado del Comandante Lorenzo Lugones que mandaba el ataque. El Capitán García y los caudillos Uriondo, Méndez, Rojas y José María Avilés se le reunieron esa noche.
Los realistas trataron de cortar el paso del río, pero Avilés, Uriondo y Méndez, les impidieron salir de la Plaza y se trabó un rudo combate con los cuzqueños. Entre tanto Lugones y García acuchillaron a los soldados españoles. Se distinguió en ese combate, en extremo, el Comandante Lugones, que acompañaba a La Madrid en calidad de aventurero.
Después del triunfo, regresó el Comandante La Madrid a su campamento del morro de San Juan y los guerrilleros obligaron a los soldados del rey a replegarse a sus trincheras. Al día siguiente (5 de mayo) salió Santa Cruz al campo de Ramírez, con una última intimación de La Madrid, el que amenazaba pasar a cuchillo la guarnición, sino se rendía en el perentorio termino de cinco minutos, advirtiéndoles que todas sus comunicaciones habían sido interceptadas y estaban en su poder. El jefe español contestó, olvidando su arrogancia del día anterior, que a pesar que podía resistir, capitulaba, sin más condiciones que los honores de la guerra, garantías para los paisanos a los que él obligó a tomar las armas y el uso de la espada para sus oficiales, con la seguridad de sus bagajes.
En consecuencia, el 5 de mayo de 1817 rindieron las armas en el campo de las Carreras de la Villa de Tarija: un Coronel, tres Tenientes Coroneles (incluso Santa Cruz), diez y siete oficiales y doscientos setenta soldados del Regimiento del Cuzco. Siendo trofeos de este espléndido triunfo: 400 rifles, 140 armas de toda especie, cinco cajas de guerra, una bandera y muchísimos pertrechos militares. La fecha de la acción de Tolomosa, está contradicha por algunos cronistas que la señalan el día 15 de abril de 1817, pero otros la fijan el 4 de mayo, fecha que hemos aceptado y que ofrecemos rectificarla con el estudio detenido sobre el particular. Este espléndido triunfo donde tanto brillaron los heroicos tarijeños don Francisco Uriondo, don Eustaquio Méndez, don José María Avilés y don Antonio Rojas, causó sensación profunda en los reales de La Serna, tanto que se organizaron dos fuertes divisiones, a orden de Ricafort la una y a las de O’Relly la otra para recobrar el importante territorio; pero este triunfo dio lugar a que la expedición del bravo La Madrid protegido por los caudillos tarijeños, se interne en el Alto Perú, cumpliendo las instrucciones de su jefe el General Belgrano, quien al saber la toma de Tarija ascendió a Coronel al valeroso caudillo, héroe de esta empresa.
[1] Universidad. (Tarija). XI:25 (1961): [107]-113. (Disertación en el acto académico de la Universidad «Juan Misael Saracho» en homenaje al 15 de Abril). [T]
[2] Miguel Ramallo. Batallas de la Guerra de la Independencia Altoperuana. La Paz: Intendencia de Guerra, 1913: 192-197. [T]