Fragmentos del libro:
¡Vengan villancicos!
NAVIDAD
Palabra-realidad que suena con fuerte eco en todo corazón humano. No solo en el cristiano, que recuerda el mayor acontecimiento del mundo, la presencia personal y palpable del Redentor, sino también en paganos y seguidores de otras religiones a los que también gusta el mensaje.
Ajeno a elucubraciones teológicas, el pueblo saluda la Navidad con villancicos, que es su forma sencilla y cordial de expresar la alegría de la presencia de Dios en su alma y en su ambiente. Villancicos que no buscan categorías literarias sino solo el expresar con lindeza los propios sentimientos, al mismo tiempo que el inyectar en otros los propios sentires de gozo, de confianza, de intimidad y de elevación.
Las canciones populares, en Navidad, adquieren una fisonomía propia, muy variada según la idiosincrasia y la situación de cada persona.
Estos villancicos son nuevos, diversos, distintos. Expresan tonalidades muy variadas de un solo acontecimiento cumbre en la historia universal y en la nuestra propia: Dios ya está con nosotros.
Dos poetas muy diversos engarzan villancicos propios:
• la una es madre de familia, abuela cariñosa, que da a sus producciones literarias un sentimiento femenino notable, inevitable, ya que ve el misterio de Belén a través de su corazón de madre, tan cerquita del de María la otra Madre. Su intuición de mujer y madre percibe matices que escapan a quienes no poseen dicha doble cualidad; de ahí que resulten villancicos hogareños perfumados de naturalidad y pasión.
• y el otro es un franciscano que hereda la pasión navideña del Pobrecillo de Asís que construyó el primer nacimiento vivo de la historia, hace la friolera de 750 años. Teólogo, penetra en la esencia doctrinal de la Navidad, con intuición personal para captar los efectos singulares de la venida del Redentor en la sociedad.
El afecto existente entre ambos, les ha unido en la tarea de confeccionar un folleto alegre y luminoso. Así destaca María de las Mercedes González de Paylos junto a otro soñador de la Navidad Fray Pedro de Anasagasti, misionero en Bolivia.
En noche muy fría.
Mercedes González de Paylos
En noche muy fría
nació en un portal
un Niño tan bello
que no tiene igual.
Dicen que su Madre
se llama María,
y el Niño sonríe
cuando Ella le mira.
Yo no sé qué pasa
en ese portal,
que todo ha cambiado
desde que allí están:
Corren los pastores
llevando regalos.
Jóvenes y viejos
vuelven asombrados.
Un buey y una mula,
sin lo pretender,
el portal calientan
y al Niño también.
Vayamos gozosos
cantando, a Belén,
al son de la gaita,
pandero y rabel.
Y con nuestros cantos
Ofrezcámosle
nuestros corazones.
Es lo que quiere El.
Nació de María
Mercedes González de Paylos
Nació de María
en pobre portal
un niño tan bello
que no tiene igual.
Corred, pastorcillos,
venid a adorar,
que el Niños es Dios mismo
en carne mortal.
Gloria a Dios
paz en la tierra.
Gloria a Dios
y al hombre paz. (bis)
Llevad vuestros dones,
llevadle calor.
Vuestros corazones
es el mejor don.
El viene buscando
y ofreciendo amor.
Mirad que ese Niño
es niño y es Dios.
Gloria a Dios,
Paz en la tierra.
Gloria a Dios
y al hombre paz. (bis)
Su madre le arrulla
con dulce canción:
“Duerme Niño mío,
duérmete, mi Amor,
aunque si te duermes
no pueda ver yo
de tus ojos bellos
el dulce fulgor”
“Duérmete al son
de mis notas tiernas
que son eco de mi amor.
Duérmete, Niño divino,
que tu sueño guardo yo.
José mira al Niño
y oye la canción
de la Virgen Madre,
que es una oración.
El, con su silencio,
que es adoración,
ora sin palabras.
Solo habla su amor.
Gloria a Dios
paz en la tierra.
Gloria a Dios
y al hombre paz. (bis)
Llegan los pastores
todos con su don.
El Niño sonríe.
Sonrisa de Dios
que, buscando al pobre,
del cielo bajó.
Todos somos pobres
delante de Dios.
Gloria a Dios,
paz en la tierra.
Gloria a Dios
y al hombre paz. (bis)
En el portal de Belén
Mercedes González de Paylos
En el Portal de Belén
nació un día el Niño Dios
y nace para nosotros
muy dentro del corazón.
La Virgen María
le arrulla en sus brazos
mientras que le colma
de besos y abrazos.
Imitémosla
dando al Niño amor
que es lo que nos pide
nuestro Redentor.
Vaya el mundo entero
con Fe hacia el Portal
pidiéndole al Niño
que nos de la Paz.
Que ese bajo vuelo
de nuestro mirar,
se eleve hoy al cielo
mirando al Portal
Noche serena
Mercedes González de Paylos
¡Que noche tan serena,
qué noche aquella
que Jesús ha nacido
bajo una estrella!
La Virgen con cariño
a Él le contempla
y San José a su lado
por los dos vela.
¡ Qué noche tan serena,
qué noche aquella
que Jesús ha nacido
bajo una estrella!
Ya los pastores corren
entre las piedras,
buscando aquel Portal
que al Niño alberga.
¡Qué noche tan serena
qué noche aquella
que Jesús ha nacido
bajo una estrella!
Con la guía del ángel
al Portal llegan,
y adoran a aquel Niño
de vida eterna.
¡Qué noche tan serena,
que noche aquella
que Jesús ha nacido
bajo una estrella!
Los tres Reyes de Oriente
siguen su huella
y los lleva al Portal
aquella estrella.
¡Que noche tan serena,
qué noche aquella
que Jesús ha nacido
bajo una estrella!
Incienso, mirra y oro
ellos le ofrecen
porque el Niño chiquito
es Rey de Reyes.
¡Qué noche tan serena,
qué noche aquella
que Jesús ha nacido
bajo una estrella
Ángeles en Belén
Fray Pedro de Anasagasti
Quiero escuchar otra vez
los Ángeles de Belén.
En este mundo de guerras
su invitación ¡suena bien!
Aquí el lenguaje de tiros,
Allá el sonido de paz.
Aquí, el odio en el gatillo;
allá el perdón, la amistad.
Aquí soñando en grandezas;
allá, Dios en un corral.
Acá, anhelando riquezas;
allá la rica Heredad.
Aquí, en un mar de egoísmo;
allá, un Dios todo se da.
Aquí, con miedo a la muerte;
allá, muerte es libertad.
Aquí, el cuerpo que aprisiona
alma que sueña azul.
Allá guía el alma al cuerpo
las rutas de la luz.
Quiero escuchar otra vez
los Ángeles de Belén.
Al corazón deprimido
dan amor, paz y placer.
Solo en Belén
Fray Pedro de Anasagasti
Sobre la nieve, el azul.
Sobre pajas, mi Jesús.
¡Ah, que ya toco la estrella!
¡Ah, que me baño en la luz!
Ven, que está allá mi Señor.
Ven, que nació nuestro Bien.
Ven, que vistió de hombre Dios.
Ven, que está cerca Belén.
Dejó en mi sombra su sol,
en mis penas su esperanza,
en mis hielos su calor,
y en mis temores confianza.
De los hombres llego yo,
enfermo de su egoísmo.
Solo en Belén hallaré
la Paz que el mundo ha perdido
-
Sobre la nieve la Luz.
Sobre pajas mi Jesús.
Villancico de la Estrella
Fray Pedro de Anasagasti
¡Oh, que si naciera estrella
no la pudiera alcanzar!
Mas es flor de carne y hueso
y le voy a acariciar.
Le dio la estrella su brillo,
la noche su inmensidad,
el aire su transparencia,
el río tenacidad.
Le ofrece la mar espumas,
el ruiseñor su cantar,
hechizo el bello paisaje,
la nieve su honestidad,
el sol sus filos urentes,
la aurora claridad,
la flor su mágico aroma,
y el pez su vivacidad.
Tesoros para mi Niño,
mas ¿qué busca con afán?
El patrimonio del hombre,
la perla de la amistad,
la amistad, que es fe, confianza,
ternura, fidelidad,
y que convierte en estrellas
el fatal barro mortal.
¡Oh, que si naciera estrella
no la pudiera alcanzar!
Es Niño de carne y hueso
y ¡me dejo conquistar!
A Belén ven
Fray Pedro de Anasagasti
Danzan y suenan y cantan
las estrellas en Belén.
Suenan con eco que invita:
Ven a Belén, ven a ver.
-No veo más que a un infante
entre el asnillo y el buey.
Un Dios más inmenso que el cielo,
de todos los reyes Rey.
-¿Tan mendigo que entre estiércol
se acueste el lindo clavel?
Es la mina del que salen
diamantes, oro y joyel.
- ¿Por qué llora, si es que llora?
¿Quién le ha clavado el desdén?
-Un embozado, el Pecado,
le da guerra sin cuartel.
-Y ¿tan solo con sus padres?
O ¿no hay quien ame al bebé?
-Para salvar al más pravo
cede su vida en rehén.
Danzan y suenan y cantan
las estrellas de Belén.
Dios, hecho Niño, ¡tan rico!
tan amoroso y tan Rey!
Hasta Belén ven y ven.
Villancico de la Alegría
Fray Pedro de Anasagasti
Si voy contento, no voy
tras un deleite cretino.
Sí voy contento. Es que voy
a ver un Pesebre tibio.
Pesebre, tosca bandeja
para el buey, para el asnillo.
Pesebre, con paja y heno,
y un resuello, que es rocío.
Y un Niño, con su fragancia
de divino señorío:
en sus ojos, el perdón.
Y en sus labios, amorío.
Y, en su rostro, la bondad.
Y, en su mano, el poderío.
Y, en su cuerpo, la mundicia
de quien ignoró el desvío.
Y, en su gemir, el puñal
de mis abyectos delirios.
Y, en su risa, el despertar
de un seductor Paraíso.
No te avergüences, Señor,
de recibirme en tu establo,
que es excesivo salón
junto a mi inmundo garito.
Si voy contento a tu establo
es por lograr tu objetivo:
tu entereza, por tesoro
y tu humildad por latido.
tu dulzura, por afán.
Y tu cielo, por delirio.
Sí voy contento. Que voy
a vuelta de mil caminos.