Del libro de: Franz Ávila del Carpio – “Bronces en el Alba” 1964
Quedamente
Con voz de soledad y palabra de silencio;
que tus frases fueran un murmurio
como lejana fontana, como perdido trino;
que encendieras la llama de mi vivir de anhelos
en veinticuatro pulsaciones de soles y de lunas.
Quisiera que junto a mí,
tu cuerpo, que sabe del pecado y la lujuria,
entonara la canción de mi destino;
salmodia de mis ruegos jamás oída;
plegaria de mis labios no nacida;
y en tu cuerpo la vida renacida,
y en tu carne el fruto del pecado.