Tarija, de Toledo a Sucre
1.- OBSTRUCCIONES, CONFUSIONES?
No hay tal. Los acuerdos diplomáticos (*) y producciones históricas parten de la Provisión del virrey Toledo para “aclarar” la cuestión de límites de la Tarija republicana. Se ha dejado a un lado lo socio antropológico e histórico, como lo cultural, para desentrañar la región y sus habitantes respecto al territorio de una confluencia de naciones precolombinas poderosas aunque atrasadas, que han habitado los territorios chiriguanos entre el Bermejo y el Paraná, que puede ser objeto de observación todavía antes que se pierdan sus huellas.
Por qué se parte de Toledo? El virrey en 1574 al disponer los límites y la fundación de la Villa de San Bernardo de la Frontera de Tarija, y al establecer las treinta leguas al sur del punto de fundación lo hace pensando en una “flexibilización” geográfica según vaya realizándose el avance y la domesticación de los salvajes, como lo demuestra lo acontecido posteriormente y la profusión de oficios y actas coloniales.
De la demarcación de las treinta leguas se harán eco los gobiernos argentinos y sus historiadores para justificar la anexión de territorios que correspondían en la colonia al Partido de Tarija.
La Provisión aclara que “se os ha de dar y dará la jurisdicción que convenga, porque ha de ser sin perjuicio de las demás poblaciones que se hicieren, y por ahora os señalo treinta leguas por aquella parte hacia los indios chiriguanáes por la limitación que se hiciere en la medida de las leguas”
Por razones prácticas de avance colonizador la provisión de Toledo quedará obsoleta en época de Fuentes y durante los siglos XVII y XVIII, como también durante el conflicto boliviano-argentino y la firma del Tratado de 1889, aunque no se consideró así por envolventes intereses.
(*) Es muy ilustrativo el criterio de Luis Echazú al decir que “Los gobiernos argentino y Boliviano llegaron al acuerdo de 1889 sin la discusión de títulos.”
No hay necesidad de ilustrar al lector respecto a que tanto Bolivia como Argentina tienen su propia versión sobre el dominio y jurisdicción de Tarija.
En épocas del conflicto limítrofe se organizó una opinión equivocada en Argentina respecto a que el Tratado del 89 quitó a la República Argentina una parte de su territorio “que siempre perteneció”. Podría decirse que el error de percepción parte de los Ejércitos libertarios que reconocieron el Uti Posidetis de 1810. Pero no había otra referencia más que la Provisión de Toledo?.
Era deber de la diplomacia boliviana en el conflicto de límites impedir el resquebrajamiento del territorio chiriguano, parcelando los límites, que antes que un problema geográfico era una cuestión de naciones y etnicidad.
Todos los conflictos sobre límites en Sudamérica han sido mal llevados. Piénsese en la división Bajo - Alto Perú, Paraguay - Uruguay - Argentina, Atacama - Alto Perú, Tarija - Buenos Aires, etc.
Las publicaciones bolivianas profundizan el error. La Monografía de Bolivia (1) señala “no existe, en realidad, una demarcación exacta del territorio que perteneció a Tarija en la fecha del Uti Posidetis de 1810, que ha servido para delimitar las nacientes repúblicas de Sud América”.
La ruptura colonial inició el desmembramiento en el sur pues Luis de Fuentes “hizo repartimiento de tierras, a los pobladores que trajo consigo” (Echazú). En aquella época -dice Echazú- Luis de Fuentes llevó su dominio hasta Chiquiacá, más allá del valle de Las Salinas, como lo acredita la carta que dirigió al Virrey en 1574, habiendo establecido puestos militares en la Concepción, Chaguaya y otros puntos para defender las estancias de los pobladores. Escribe que a principios de 1600 la hoya tarijeña estaba libre de los ataques de los chiriguanáes, y la posesión del suelo y el dominio efectivo de los españoles abarcaban más allá de las treinta leguas de jurisdicción otorgada a Luis de Fuentes. El autor que comentamos reproduce un fragmento del padre Mingo respecto a que el Capitán Juan Pórcel de Padilla fue “premiado con el empleo de Corregidor de Gálvez informe muy detallado de una fuerza y un estilo que puede servir para conocer la mentalidad y el espíritu de aventuras de españoles que buscaban ensanchar las tierras para ellos y la Península. Sus observaciones retratan la región menos explorada de Tarija. Este documento es consulta obligada cuando se tenga que hacer la historia chiriguana.
Esta relación está fechada en Potosí el 16 de agosto de 1785 y sólo tomaremos sus opiniones sobre los chiriguanos.
Los indios chiriguanos asolaban permanentemente los valles de Tarija, vivían en un estado de pobreza, ocupaban hace dos siglos los valles tarijeños sin haber sido conquistados, no forman parte de la nación quichua, siendo su gobierno democrático militar, dirigido por los viejos capitanes. Los chiriguanos desprecian a los españoles “como gente advenediza y pobre” sin conocer otras necesidades "que las de la pura naturaleza”.
Los españoles que según conveniencia ocultaban el breviario “se paseaban por los territorios de los indios, y se han vuelto a sus casas contando por proeza el haber muerto o cautivado alguno.” (Corpus, 89).
Recomendaba el informador que a todo gobernador que debía nombrarse para la región “debiera dársele por instrucción que jamás hiciese otra guerra a los indios que la precisa para alejarlos 20 ó 30 leguas de la villa”.
Su opinión era alejarlos y reducirlos por las armas y el breviario para que no se opongan al avance “civilizador” español.
Los que fueron sometidos como los Tomatas, desaparecieron y se asimilaron al mestizaje. Ni unos ni otros fueron consultados para fijar los límites en ninguna circunstancia, los libertadores no los tomaron en cuenta. El Proyecto de Constitución Boliviana, de efímera vigencia, indica que sólo son ciudadanos quienes escriben y leen, marginando a la gran masa de bolivianos y a la totalidad de chiriguanos. Lo hecho por los españoles se vuelve a repetir aunque con matices cualitativos distintos. Si en época de Las Casas no tenían alma, durante la República no eran ciudadanos.
Respecto al territorio boliviano el capítulo 2o del Proyecto expresa que “por una Ley se hará la división más conveniente y otra fijará sus límites, de acuerdo con los Estados limítrofes”.
Una Constitución creemos no debe dejar de fijar límites nacionales y esperar a que sean otros Estados que lo hagan. La primera Constitución podría haber allanado: muchos conflictos si hubiera establecido los límites originarios y no los de la colonia.
De igual manera, pensamos que Bolívar estaba en condiciones incluso de establecer el Proyecto de Constitución del territorio de Tarija como nuevo Departamento, para su análisis en la Asamblea.
Ya dijimos que los límites virreinales solo valían por obra de las cédulas reales, aunque algunas fueron manipuladas, precisamente para ampliar el horizonte salteño.
Pero lo que queremos reiterar es que para la definición de la anexión de Tarija a uno y otro lado, solo se tuvieron en consideración razones de interés de quienes poseían cierto poder en Tarija, es decir los patricios, parientes lejanos de aquellos que llegaron con la espada.
Las disputas de límites de jurisdicción de competencia de los bolivianos altoperuanos y los argentinos-rioplatenses respecto del Departamento de Tarija, con referencia al tratado de 2 de Mayo de 1865 que según Horacio Carrillo en sus “Límites con Bolivia” señala: “Este Tratado es interesante porque consagraba un principio práctico, el de que la posesión no daba derechos sobre territorios que hubieran sido primitivamente de una u otra nación”. (Carrillo, 34).
Si adoptamos estos criterios la Historia tendría que replantear el despojo del que fueron objeto los habitantes primitivos de la región en cuestión, la división y desmembramiento impuestos a la nación chiriguana.
Dentro de la gama de grupos sociales en formación o conformados, quién oía la voz de los chiriguanos? dueños de las tierras que eran ajenos a los grupos de poder.
Analizando los “derechos tradicionales” argentinos, Carrillo sostiene que eran incontrovertibles puesto que fueron emanados de la Suprema autoridad de la vieja metrópoli, es decir, derecho que tenía la Argentina sobre el territorio tarijeño y el Chaco.
Sobre este último “es conveniente no olvidar también que los límites atribuidos por las cartas reales al alto Perú, no comprendieron ninguna porción de las misiones chaqueñas y, en cambio ahí están las reales cédulas de 1767 y 1776, expedidas a favor de los Adelantados y Gobernadores de Tucumán, como lo fueron asimismo las de Potosí por las de 1807 y 1811 declaratorias de la segregación de Tarija y Chichas de su dependencia (Cardillo, 86).
Durante la guerra de la independencia las opiniones se dividían en dos o tres bandos: por la incorporación a Buenos Aires, por el Alto Perú y por la independencia de ambos.
La región tarijeña -muy rica en acontecimientos coloniales y en la guerra de la independencia- se anexa al Alto Perú ignorando a la masa de pueblos chiriguanos, tobas, chanés, mataguayos, matacos, etc. que no eran ciudadanos. La lucha de estos pueblos que era antiesclavista, buscaba mantener su derecho a la vida, su derecho a autodeterminarse como se dice hoy.
Tampoco la región sureña estuvo separada de otros acontecimientos que sucedieron a principios del Siglo XIX, ante la dimisión del virrey Cisneros y la instalación de la Junta Superior Gubernativa. Tarija “acusa su reconocimiento” en una carta de 28 de agosto de 1810 y un oficio que testifica que el Cabildo de Tarija se adhiere a la Revolución de Mayo iniciada en Buenos Aires y designa sus diputados (7 de septiembre de 1810).
En Agosto de 1825, Bolívar desde Lima dispone por Decreto el repartimiento y venta de tierras de comunidad (Las tierras de comunidad pasan al Estado que se encargará de venderlas en una tercera parte de su tasación legítima) (Ver gráficos 1,2 y 3), que son muy claros y que no necesitan mayor comentario.
Este era un “llamamiento a los criollos en favor de la usurpación masiva de ellas." (Ovando Sanz, 10), y un otro Decreto sobre repartimiento de tierras de comunidad entre los indígenas, sin tomar en cuenta las tierras sobrantes y - continúa Ovando - la creación de la propiedad individual indígena mediante el repartimiento no era de ninguna manera favorable para los campesinos, pues reducía a dimensiones ridículamente pequeñas sus disponibilidades de tierras, y no conducía a una situación de igualdad con la propiedad criolla.
Pero los Decretos de Bolívar respecto a la tierra no se aplicaron en Bolivia por los intereses que analizamos, y por otro lado había desigualdad en el reparto de tierras para los criollos y para los indígenas; de cualquier manera ni la esperanza de Junín y Ayacucho logró favorecer a las nacionalidades indígenas.
Fue el español que salió de un salto de la edad media en que se encontraba, por obra del descubrimiento se vuelve capitalista. Negar el derecho a auto determinarse en cerrar la puerta del desarrollo y contribuir a reforzar el neocolonialismo. Las nacionalidades oprimidas chiriguanas y otras hace mucho tiempo que dicen su palabra.
El Cabildo cumplió un papel destacado durante la guerra de la independencia, desde 1807 en que se difunde la Cédula Real ya conocida, hasta el año 1826. No se sometió al rey que dispuso su incorporación a Salta y desde entonces se vio disponiendo la autonomía de Tarija “Sin más auxilio que la firmeza y el valor de sus habitantes”. (Monografía, 375). Las notas de apoyo a Femando VII no desdicen esta afirmación. Sin embargo, la expresión más contundente del deseo tarijeño es el Acta del Cabildo Abierto de 26 de agosto de 1826 que reclama “su libertad” respecto de Salta, que “Constituida en Departamento permanezca incorporada a la República Boliviana...”, se nombran diputados (el Coronel Gabino Ibáñez, el Teniente Coronel José Mariano Aguirre y el ciudadano José Femando Aguirre) y se presiona a los libertadores. Acta fuerte que define la situación tarijeña junto con aquella otra exigida por el Congreso Constituyente que protesta “a la faz de América y del mundo entero”, de ser parte integrante de Bolivia. Contundencia como aquella anterior que dice “se reunieron sus habitantes en Cabildo Abierto y tomaron el acuerdo de acatar, pero no ejecutar la Real Cédula del Rey”. (Monografía, 375)
2.- LOS DIPUTADOS DE LA INDEPENDENCIA
Los doctores y diputados reunidos para decidir la suerte de la República recién liberada no se proponen analizar la historia colonial que reconoce la Tarija altoperuana. Esta abulia se extenderá por los gobiernos que tuvieron que decidir las cuestiones limítrofes. Prueba de esto es haber llegado recién al 6 de Junio de 1843 para crear el Departamento de Tarija (Información del Departamento de RR.PP. del Comando General de Ejército de Bolivia.) (Talleres de Editora Nacional Bolívar, marzo de 1975, señala que el Departamento de Tarija fue creado por Decreto Ley de 24 de Septiembre de 1826. Don Bernardo Trigo, consigna que Tarija se convirtió en Departamento según Ley de 24 de Septiembre de 1831).
La indolencia, que incluye intereses al interior de la Asamblea, se refleja en la decisión de no tratar la incorporación de Tarija mientras no se clarifique su pertenencia a Buenos Aires y luego la falta de un Acta, como se refleja en la siguiente comunicación oficial a la Municipalidad de Tarija de 29 de Agosto de 1825 “La Asamblea General del Alto Perú se ha penetrado de la más lisonjera satisfacción al ver que esa valiente y virtuosa Provincia desea asociarse a la República Bolívar, como se lo manifiesta la nota de Uds. de 13 del corriente; pues cree que esto contribuirá ilimitadamente a la dicha tanto de esa dignísima Provincia cuanto a las otras del Alto Perú; pero siendo preciso para resolver sobre la incorporación a este cuerpo de los diputados que se han electo, tener a la vista el acta de la independencia de ese Departamento de la República Argentina, espera la Asamblea se le remita a la mayor brevedad”. (9)
Los delegados seguramente influidos por la sombra del Libertador no atinan a levantar los brazos para recibir a la delegación tarijeña; Provincia que había estado entre la dependencia de uno a otro virreynato y su autonomía. Pero el 21 de septiembre de 1826 “la Comisión de Negocios Extranjeros del Congreso, presidida por Olañeta, presenta un proyecto reconociendo el pronunciamiento de Tarija, de ratificar su incorporación a Bolivia".
3.- OTRAS VOCES.-
Encina, de manera torva, dice que el sentimiento de nacionalidad Altoperuana tomó “una forma negativa” de un doble distanciamiento de Buenos Aires y Lima. Respecto de Buenos Aires “oposiciones de temperamentos y caracteres eran mayores" como el odio porteño a Bolívar. Se reducen los intereses independientes altoperuanos a cuestiones de by pas.
El autor chileno menciona que los tarijeños deseaban pertenecer a Potosí. Todo el material leído no lo dice, creemos que es una cosecha personal. Mientras que la Asamblea se encontraba más interesada en arreglar la cuestión de la nacionalidad y de recibir al Libertador que solucionar los problemas del sur.
Alvear una vez más se dedica por dos meses a lisonjear a Bolívar en diversas propuestas: que debe convertirse en el protector de Buenos Aires y fusionarlo con el de Bolivia, que debe entrar al Brasil que amenaza al Río de la Plata, de dirigirse al Paraguay y a Chile para lograr la unificación de la América meridional, al mismo tiempo que va pidiendo la anexión de Tarija a las Provincias Unidas.
Si los criollos enriquecidos -sus portavoces estaban creando la nacionalidad- se aprovecharon del triunfo independentista y modelaron la república a su imagen, los proteccionistas provincianos cercaron las repúblicas haciendo las ideas del panamericanismo bolivariano papel picado. Estos que no lograron iniciar y conducir por los caminos democrático-burgueses la Independencia, una federación latinoamericana abría la única puerta en esa época de una independencia real. La idea bolivariana integracionista actualizada es aquella que se maneja ya hace varias décadas como los Estados Socialistas de Latinoamérica, que ciertamente no podrá ir en contradicción con los territorios de las nacionalidades nativas.
Finalmente, el escritor argentino Leguizamón “comprobó” que Tarija se liberó no por el ejército libertador. Y las guerrillas no son su expresión regional? el Moto Méndez escribe “...El pueblo se halla actualmente en toda la plenitud de su libertad”.
Hay que subrayar que los libertadores no son sólo el brazo armado colombiano ya que la Revolución no vino del Ejército Libertador, fue el Alto Perú y Tarija -y sus antecedentes debemos buscarlos en los levantamientos indígenas- con su gente que asumió la idea y la práctica de la libertad ante la descomposición del régimen colonial. En 1911 la Junta Subalterna de Tarija proclamaba “Aprontaos pues, para correr a Viacha, a unirnos con Vuestros hermanos que han dado muchas pruebas de valor...”
CITAS
(1) MONOGRAFÍA de Bolivia: Beni, Pando, Tarija. 1975. La Paz, Bolivia Sesquicentenario de la República.
(2) . ENCINA, FRANCISCO A. 1954. Bolivia y la independencia de la América española : emancipación de la Presidencia de Quito del Virreinato de Lima y el Alto Perú. Santiago Chile, Nascimento.
(3) . MANUSCRITO 1825. # 842 Biblioteca Central UMSA.
(4) . MANUSCRITO 1825. #843 Biblioteca Central UMSA.
(5) . MINUTOLO DE ORSI, CRISTINA. 1988. Historia de Tarija: Corpus Documental. Tarija, Universidad Juan Misael Saracho. T 1.
(6) . MANUSCRITO 1826. #331/847. Biblioteca Central UMSA.
(7) . IBIDEM.
(8) . IBIDEM.
(9) . MANUSCRITO 1825. # 298/839. Biblioteca Central UMSA.