Historias de Miguel Molina
La Rueda Pelton que fuera colocada, allá por 1925



LA RUEDA PELTON
La Rueda Pelton que fuera colocada, allá por 1925, en el molino más grande de Tarija fue una introducción tecnológica muy importante en todo el sur del país y el norte de la Argentina, regiones en las que no había molinos con esas características.
Las ruedas Pelton fueron inventadas por un minero norteamericano llamado Lester Allan Pelton y su primer uso fue la trituración de minerales, su invento se hizo muy popular en la segunda mitad del siglo XIX y con los años también llegaría a Sudamérica y, en este caso, a Tarija.
El molino de Tarija en que se colocó está rueda (ubicado en el barrio que justamente lleva el nombre de “El Molino”) es de las instalaciones más antiguas de nuestro país ya que su primera construcción se estima fue levantada el año 1577.
Desde su primer momento estuvo a cargo de los P. Dominicos quienes administraron la molienda de maíz, trigo y cebada (principalmente) en Tarija poco más de 200 años. En el gobierno del Mariscal de Ayacucho, José Antonio de Sucre, se dictaron una serie de Leyes que expropiaron a diversas órdenes religiosas sus bienes. Tal el caso del Molino de Tarija, que expropiado fue puesto en subasta, siendo adquirido por el General Burdett o’Connor, quien luego vendió el mismo. La sucesión de propietarios fue inestable debido a diversos factores hasta que el viejo Molino fue adquirido por Avelino Aramayo, uno de los mineros más ricos de Bolivia, quien hizo la compra a nombre del Dr. José María Pizarro, comerciante tarijeño.
La innovación de la rueda Pelton, hecha por carpinteros tarijeños, con maderas del lugar, fue un acontecimiento para toda esta región y si bien gran parte de sus componentes fueron traídos desde el exterior (las piedras de moler que fueron traídas de Francia y la maquinaria de molienda, traídas desde Holanda, Alemania e Inglaterra), la rueda en sí y toda la instalación fueron hechas por manos tarijeñas.
La rueda Pelton dejó de funcionar y sus maderas sirvieron de leña para los años de crisis económica que trascurrieron luego de la revolución de 1952. Hoy el edificio, parte de la maquinaria y un reducido espacio de tierra quedan como mudos testigos de más de 400 años de vida productiva de esta región del mundo.
INVESTIGACIÓN Y REDACCIÓN: Miguel Molina Gareca
Foto: Archivo Fotográfico de Tarija
EL DÍA DEL NIÑO Y UNA ANÉCDOTA INOLVIDABLE
Una tarde de julio de 1996, llegué a la casa del Dr. Víctor Paz Estenssoro, ya retirado y todavía con vigor para recibir a curiosos que querían conocer y hablar con esa personalidad del siglo.
Casi glacial en su trato, rostro severo, esperaba que uno pregunte y respondía según creía conocer del tema o no. Ninguno de los textos recibidos en la universidad para hacer una buena entrevista sirvió en la ocasión. Media hora había pasado y parecía que no había más qué hacer. El destino quiso que al momento de guardar mi cuaderno en la mochila se me cayera un texto de poesías de Oscar Alfaro que comprado en La Paz, tenía la firma del poeta.
El Dr. Paz me extendió la mano como pidiendo que le pasara el texto y seguido me dijo lo que creo fue lo más importante de todo lo que recogí aquella tarde: “Fue el año 46 cuando lo conocí, era la persona más noble que había visto. Yo vivía rodeado de lobos sanguinarios –como es la política- y Oscar era lo más parecido a San Francisco. Dicen que profesaba una ideología y creo que era más que eso, era un hombre bueno y justo. ¿Sabes que por él, por su obra se declaró el 12 de Abril como el Día del Niño en Bolivia?”.
Y seguido el Dr. Paz Estenssoro, cuatro veces presidente de Bolivia, gran líder que marcó dos de los cambios más importantes en la historia de esta tierra, el hombre del voto universal, de la Reforma Agraria, de la Nacionalización de las Minas, en fin, esa personalidad recitó las primeras dos estrofas de "Viaje al Pasado":
Desde adentro, desde adentro,
desde el fondo de un abismo
viene corriendo a mi encuentro
un niño que soy yo mismo
Iluminando el olvido,
con este niño en los brazos,
yo voy haciendo pedazos
los años que ya he vivido….
Luego me pidió que le obsequiara el libro de Oscar Alfaro. Cerrando la tarde y la entrevista.
Texto: Miguel Molina Gareca
Edición: Gustavo Castellanos Echazú
Foto: Autoría Desconocida
EL ROBÍN HOOD TARIJEÑO Y LA CRUZ DE LA ANGOSTURA
La hacienda La Angostura, fue desde hace más de 300 años un verdadero emporio de donde salían para diversos lugares, uva, vino, cecinas (jamones que le dicen hoy), aguardientes, cerámicas vitrificadas, harinas, en fin todo lo que un verdadero fundo de esas características podía producir.
Sus lazos comerciales se extendían a todo Potosí, Chiquitos, Jujuy, el Chaco y por supuesto el valle tarijeño.
A mediados del siglo XIX, todavía tenía los resplandores de gloria que marcaron época en tiempos de la colonia. Uno de los hombres más ricos de Tarija era el propietario de esta hacienda. Los meses de mayo a septiembre la producción de La Angostura fluía en sendas carretas y “filas de mulas cargueras”, una vez entregado el producto en su mercado las mismas carretas volvían con herramientas para el arado y para el procesado de la uva. Los encargados de la carga, los famosos “arrieros”, volvían con el dinero bajo la montura y protegido por las armas más modernas de la época.
Pese a esto desde hacía un tiempo se conocían de “asaltos” a las carretas y a los mismos arrieros, asaltos sin distinción de lo robado, sea producto o sea dinero. Los más diestros “huelladores” fueron convocados, los Carabineros fueron notificados, se trajo desde el Chaco una cuadrilla especializada en combatir abigeatistas, pero ninguno ni nadie daba noticias ciertas sobre quién robaba dinero y producto de La Angostura.
Paralelo a ello una figura crecía entre las voces de los pobladores del Valle de la Concepción, de Padcaya principalmente entre los pobladores de Muturayo. Se decía en corrillos sobre una persona que de noche en noche se aproximaba a las casas que clamaban alguna ayuda y les dejaba dinero, uva, vino, correas o aguardiente, productos que vendidos principalmente en Orán se transformaban en dinero que esas familias necesitaban.
El dueño de La Angostura no sabía a dónde más recurrir en busca de terminar con los asaltos que cada vez más seguidos le generaban enormes pérdidas y más su desesperación más la popularidad de aquel que sólo era conocido por una frase, expresión, enunciado u oración, según quien la haya pronunciado; no sé conocía nada de esa persona, si era hombre o mujer, negro, blanco, mestizo; alto, bajo; gordo, flaco, nadie conocía su rostro, sólo repetían lo que de esa persona apenas se sabía; los que había sido asaltados sólo repetían lo que escuchaban: “Cruz bendita y fuerte, ampárame ahora y en la hora de mi muerte”
Pasaban los días, los meses y el misterio que generaba esta presencia casi fantasmal, su accionar a favor de los más necesitados y esta expresión que más se asemejaba a una oración, crecía en popularidad, aureolado por un haz de santidad.
Quien por supuesto no creía esto, era el propietario de La Angostura que vio la posibilidad de capturar al sujeto que gozaba de santidad, llegando a casa de quienes fueron ayudados por esta persona. La ocasión se presentó en Muturayo, caserío que fuera de tal vez la única comunidad de personas de raza negra traídas desde los Yungas en tiempos del Marqués Campero, a Tarija.
Acompañado de centinelas, arrieros, carabineros y Comisario aguardaban ocultos tras pircas y cercos esperando la fantasmal presencia.
Una noche tanta espera dio resultado, el hecho lo transcribimos de quienes conocieron de esta acción y por boca de sus abuelos la rescataron del olvido:
“Apareció en la noche cerca la casa de una familia que había perdido recién a un hijo y por la fiebre estaba por perder al papá de esa casa. El “patrón” sabía de esto y guardó vigilancia durante una semana hasta que apareció quien esperaba y dejó en la tranca de entrada a la huerta una bolsa con dinero. A la señal salieron todos a rodear al sujeto, quien montó en su caballo y huyó un trecho pero lo alcanzaron los otros y a la altura del cementerio de Colón, en la lomita se dispuso a dar pelea, fue en vano. El patrón de La Angostura tenía más hombres y armas y en cosa de media hora ultimaron al sujeto. Todos los que estuvieron ahí dijeron lo mismo, que al verse ya rodeado y a punto de morir el sujeto dijo: “Cruz bendita y fuerte protégeme ahora y en la hora de mi muerte”. Y como si respondiesen a ese llamado todas las almas de quienes fueron favorecidos por esta persona, de la tierra salieron rodeándolo varias cruces y donde estaba él se abrió la tierra tragándoselo y en su lugar salió una cruz inmensa de madera.”
Dicen que el propietario de La Angostura llevó la cruz de madera original a su hacienda y la puso en la capilla que tenía. Muy a su pesar nunca pudo encontrar el dinero y los productos que le fueron saqueados. Sin embargo entre la gente que conoció de los hechos comenzó a correr la noticia que esa cruz de madera era más que milagrosa, lo que hizo que cada 3 de mayo fueron en peregrinación desde donde estuvieran a La Angostura. Esta costumbre se mantuvo durante muchos años, incluso luego de la revolución de 1952, cuando quemaron la capilla y la hacienda y se trasladó la cruz al antiguo cementerio de Colón, mucha gente seguía asistiendo cada 3 de mayo a La Angostura y en sus labios al comenzar sus oraciones todavía repetían: “Cruz bendita y fuerte protégeme ahora y en la hora de mi muerte”.
TEXTO Y FOTO: MIGUEL MOLINA
"EL SERMÓN DEL VINO" DADO EN TARIJA EN 1693
La relación de Tarija con el llamado “elixir de los Dioses” (el vino) es tan antigua que un extracto de un famoso sermón dado por un padre jesuita, el padre Diego Ruíz, en 1693 hace directa referencia a esta bebida y, con singular maestría, a las precauciones que todo buen cristiano debería tener a la hora de consumirlo.
Frontera había extendido sus brazos y lazos a diferentes lugares distantes de ella. El comercio fue el principal motor que exigía alcanzar distancias cada vez más lejanas. Desde momentos mismos de la fundación de la Villa ya se entrevió la importancia que tendría en la región la producción de la vid y sus derivados, cosa que efectivamente sucedió convirtiéndose la uva en el principal sustento económico de la villa; las cargas encima las mulas enfilaban hacia el Chaco, a Santa Cruz, a Chichas, a Misiones, a Lipez.
llevaban el vino y el aguardiente.
Centro productor por excelencia, tenía a lo largo del valle bodegas con inmensas Cubas y Bordalesas que contenían vinos dispuestos para esos lejanos mercados. Sin embargo estamos en 1693, las botijas vineras todavía son de “2 arrobas”, las más de cuero, las menos de cerámica (la vitrificación de esa cerámica alcanzaría su apogeo en La Angostura y Tojo a mediados del siglo VXII) y también de madera (los famosos “barrilitos”)
Sin embargo, el consumo del vino y el aguardiente ya demostraba sus efectos en parte de la población de la villa y alrededores. Debido a esto es que el P. Diego Ruiz prepara su sermón (que encontramos por casualidad), del cual solo extraemos un pasaje que para la época debió impresionar, ya que para los tiempos actuales -coincidirán quiénes leen estos renglones- todavía llama la atención por ser simple en su explicación y elocuente en su significado.
Decía el P. Ruíz que fue Noé el primero en descubrir los secretos de la vid, tanto para el espíritu, como cuando se contempla una viña “cargadita” y con sus vides rubias al sol; como para el cuerpo cuando se consume el jugo obtenido de esa deliciosa fruta.
Sin embargo, el Diablo que anda “en ronda” y echando ojo para torcer las cosas, se presentó ante Noé y curioso como es, consultó sobre esos secretos. Noé que sabía que ese fruto era obsequio divino y no quería que el Diablo meta la cola, o la mano, quedo en silencio.
No obstante, Mandinga incansable, ofreció el sacrificio de los animales que Noé quisiera si éste le daba el secreto. Trajo en su afán primero a la más blanca oveja que existía en el mundo y la inmoló en honor a Noé y regó con la sangre del animal la viña en crecimiento. Noé no dijo nada. Entonces Mefistófeles trajo el más bravo León, imponente y altivo, y en holocausto –como dicen las viejas escrituras- lo ofrendó a Noé. Pero como la primera vez, éste no dijo nada. Finalmente Satanás trajo el más cebado de los cerdos y lo ofreció en sacrificio. Ni eso conmovió a Noé que nada dijo. La sangre del cerdo, como pasó con la de la oveja y la del león, quedó regada en la vid.
Rendido Samael (que tantos nombres tiene el dueño del averno) se retiró, pero su obra no quedó sin fruto, pues la vid se nutrió con la sangre de esos animales.
Aquí un alto para abrir comillas y citar el sermón del P. Ruiz que, aleccionador, oportuno y vigente estuvo entonces, como está hoy, dijo: “hijos míos por esa sangre de animales derramada por el diablo en la primera viña es que quien toma vino, primero es blando y bueno como una oveja; pero quien toma más vino del necesario cree convertirse en un altivo y agresivo León y finalmente quien no se controla con el vino, termina como lo cerdos, en el suelo y en medio de inmundicias.”
Amén.
INVESTIGACIÓN Y REDACCIÓN: Miguel Molina Gareca
EDICIÓN: Gustavo Castellanos Echazú