Fernando Arduz Ruiz (Tarija, 1958 - 2021): intelectual y pedagogo
Desde que se comunicara la triste noticia de la repentina partida del Maestro Prof. Fernando Arduz Ruiz



Desde que se comunicara la triste noticia de la repentina partida del Maestro Prof. Fernando Arduz Ruiz (Tarija, 06/06/1958 - 26/12/2021), el pueblo tarijeño ha quedado de luto, demostrando de varias formas su agradecimiento por el legado que dejó a la música y sociedad boliviana.
Considero que el maestro Arduz fue lo que se podría denominar de un “intelectual”, en el sentido de que ha contribuido con su creatividad a cualificar nuestro repertorio artístico y con su compromiso laboral pedagógico a transformar el mundo de la cultura como parte de nuestra sociedad.
Además de su reconocido y fundamental legado a la música para guitarra clásica y orquestal boliviana (transcripciones, arreglos, composiciones e investigación en musicología), el profesor Fernando era también un genial dibujante de tendencia surrealista (con la técnica de la tinta), asimismo, dominaba la escritura con excelencia (poesías, ensayos académicos y su labor editorial) y sobre todo, era un grandioso pedagogo.
Recuerdo una genial metáfora que usaba para enseñar armonía tradicional con base en el libro de Paul Hindemith (aunque el profesor también tenía elaborado un texto didáctico de armonía), en un singular curso que brindó por iniciativa propia y de forma gratuita sobre teoría de la música durante 5 semestres (entre 2008 y 2010) en la Escuela Municipal de Música Regional “Pastor Achá” de Tarija y al que asistieron ex estudiantes de varias generaciones y de diversos instrumentos, incluyendo dos no videntes; Haciendo referencia a que las tres notas básicas de un acorde eran como las dos partes de pan y la carne de una hamburguesa, a la que se le podían poner aderezos, siendo que el tomate podría ser una sexta, la lechuga una novena y la mayonesa una cuarta y que así sucesivamente se podían enriquecer las armonías, con base en la reglas y en la decisión de cada músico.
En este horizonte y con motivo de su repentina y triste despedida, resulta valioso, de entre otras varias dimensiones de su legado, relevar de forma panorámica su labor educativa, como una pequeña contribución a su homenaje.
En primera instancia, es necesario denotar que su tarea pedagógica se irradio desde casa y toda su familia (su esposa la señora Janeth, sus hijas Adriana y Alejandra y su hijo Pablo), simultáneamente a haberse profesionalizado en diferentes áreas del conocimiento, es proficiente instrumentista, consiguiendo inclusive haber conformado en los años noventa un grupo familiar denominado “Enarmonía” y recientemente también creado la Academia de Música Arduz desde 2020. Con su hijo Pablo, quien se formaría con él desde muy temprana edad alcanzando rápidamente los más elevados niveles del repertorio clásico para flauta dulce, llegó a grabar el disco “Música para Cristo” en dúo de guitarra y flauta en 2017, ante todo era un ferviente creyente.
En segunda instancia, su entrega pedagógica está presente ya en su obra para guitarra, en la que el profesor Arduz al igual que hicieran los grandes maestros de la música y como señala la pianista Teresa Rivera de Stahlie en el prefacio a su libro (con obras de poca y mediana dificultad de música boliviana folklórica) Pequeñas obras y estudios para guitarra (Arduz, 2004), n° XV de la colección Compositores Bolivianos, que ella patrocinara: “con este mismo afán (...) ha trabajado paciente y amorosamente los arreglos de música de compositores bolivianos editados en este libro, para hacer posible que el estudiante, desde su temprana incursión en la guitarra, pueda conocer e interpretar nuestra música, y se prepare a abordar, más adelante, las obras originales de estos maestros, las pueda incorporar a su repertorio de música universal, y contribuya así al conocimiento y difusión de bellas páginas de la música boliviana”.
De la misma forma, ya en su obra fundamental sobre la transcripción de las Obras para guitarra (Arduz, 2002) de Alfredo Domínguez (Tupiza, 1928 - Ginebra, 1980), este libro trae un apéndice titulado “Recursos y efectos técnicos en la guitarra de Alfredo Domínguez” (Arduz, 2002, p. 74-89), en el que se detallan todos los efectos técnicos de forma explícita, con el fin de enseñar con precisos detalles la ejecución de estos recursos. Ya que, a decir de Arduz (2002, p. 10), Domínguez “dejó para la guitarra un valioso aporte de novedosos efectos de gran ingenio y creatividad”, sobre todo presentes en piezas en la forma musical de “Motivo”, una “pieza instrumental de estructuración libre creada por Domínguez, en la que hilvana con fluidez y creatividad extraordinaria motivos melódicos generalmente asociados a la zona andina” (Arduz, 2002, p. 74). Recursos didácticos que también estuvieron en parte ya presentes inicialmente en su primer libro de transcripción y arreglos Música boliviana para guitarra (Arduz, 1997) n° IX de la colección Compositores Bolivianos, donde además los aplicaría (e inventaría algunos otros) a sus arreglos para música tarijeña inspirado en la obra de Domínguez. Dígase complementariamente, que el libro Alfredo Domínguez. Obras para guitarra posee de su autoría, una breve y emotiva biografía de Domínguez (Arduz, 2002, p. 8-10), donde se puede evidenciar la excelencia de su pluma.
Del mismo modo, sus ahora ya legendarios conciertos de guitarra realizados por varios años en el Festival “Abril en Tarija” dejarían una marca indeleble en la memoria de sus espectadores y en los cuales acostumbraba hacer comentarios didácticos sobre las obras interpretadas. Asimismo, promovió sofisticados cursos con reconocidos maestros como parte de los programas de las múltiples versiones del prestigioso Concurso Nacional de Guitarra “Abril en Tarija” del que fuera uno de sus principales gestores.
En tercera instancia, resulta importante destacar su tarea en la Escuela Municipal de Música Regional “Pastor Achá” de Tarija desde fines de los ochenta y donde completaría veintidós años de servicio en el momento de jubilarse. En un largo viaje de retorno, el profesor Arduz llegaba desde el Real Conservatorio Superior de Música de Madrid, donde había realizado sus estudios de Profesorado Superior de Guitarra (entre 1983 y 1987) con el maestro José Luis Rodrigo, hacia la docencia de guitarra en la Escuela, que en los años noventa funcionaba en horario nocturno en el Kínder Emma Briançon y era dirigida por el gran músico Nilo Soruco Arancibia, que se encontraba ya con una edad avanzada. Con esa dupla nada podría haber dado errado.
Por cierto, atraído por el folklore boliviano en su estancia en Europa, desde la Escuela el profesor Arduz se entregó a la enseñanza de la música folklórica tarijeña, con base en la teoría musical para guitarra clásica, en un contexto histórico social donde se oponía la música erudita a la folklórica y viceversa, para lo cual, elaboró un método propio de lectura de partituras que incluía varios motivos musicales regionales, familiarizando así la teoría por medio de su contextualización, antes de pasar progresivamente a las partituras del repertorio para guitarra clásica. Posteriormente, elaboraría un texto específico para estudiar sistemáticamente la forma musical de cualquier Cueca.
Consiguientemente, contribuyó a la formación de varias generaciones de músicos tarijeños que posteriormente vendrían a constituir el grueso de los múltiples grupos folklóricos actuales, aunque no exclusivamente, ya que también muchos de sus estudiantes se convertirían en los principales representantes de la guitarra clásica, así como en miembros de las orquestas de cuerdas y los futuros profesores de la Escuela y de las orquestas, respectivamente. Dentro de un extraordinario proceso de masificación y cualificación de músicos tarijeños que aconteció en las últimas dos décadas, entre otras causas, gracias a su fundamental aporte. Asimismo, es relevante destacar que por esta Escuela también pasaría una ingente cantidad de estudiantes de las más variadas procedencias sociales y etarias, que no se dedicarían a la música como profesión, aunque llevarían su educación musical en múltiples niveles como parte importante de su formación integral, haciendo con que el trabajo de la Escuela y del maestro haya tenido una significativa repercusión en el conjunto de la sociedad tarijeña. En esa histórica aula del kínder que contaba solo con mesas y sillas pequeñitas, el acceso al derecho a una educación de calidad, pública y gratuita, estaba garantizado.
En cuarta instancia, se hace necesario destacar su trabajo en la gestación e institucionalización de la “Orquesta de Cámara Tarija”, que se fundó en 1993 con varios de sus miembros oriundos de la Escuela, profesores y ex estudiantes, consolidándose a lo largo de dos décadas con su dirección y bajo la dependencia institucional del Ministerio de Educación, que posteriormente se transformaría para devenir en la actualidad en el Instituto de Formación Artística “Orquesta Juvenil Tarija” a partir de 2018 y del que sería su primer Rector, que otorga el grado de Técnico Superior en Música. Desde sus primeros años, la Orquesta también brindaba formación personalizada por parte de cada uno de sus miembros, profesores que llegarían al Instituto con una amplia experiencia. En 2015 la orquesta realizó múltiples conciertos en los que cada miembro tenía la libertad de elegir y dirigir las obras bajo la supervisión del maestro Arduz, un método más a sumar a su labor pedagógica, que él después valoraría bastante.
Ese espacio le brindaría al maestro Arduz la posibilidad de experimentar su creatividad y capacidad orquestal, llevando la música tradicional a la forma clásica de concierto, ya que varios de sus miembros eran también intérpretes de música tradicional, en una forma de interculturalidad ejemplar.
Quizás una de sus obras nos muestra claramente parte de este legado de mayor singularidad del maestro. “Flor Moradita” (grabada en 2009 con la Orquesta en el disco Tarija y su música), una tonada tradicional que se interpreta en octubre en la Fiesta del Rosario en Tarija, que llevada al arreglo orquestal inserta como parte de su instrumentación a los instrumentos tradicionales chapacos del Erque y la Caja, haciendo con que en determinada parte de la obra suenen al unísono y progresivamente la pieza vaya transformándose más bien, en un pequeño concierto sinfónico para solista de Erque y Caja que interpreta la Rueda del Erque de la Tonada de Carnaval, deviniendo en un sonido conjunto telúrico excepcional.
De la misma forma, también ha insertado además a la Caña, la Camacheña, flautas amazónicas y andinas, como por ejemplo en las obras con las que ganó extraordinariamente el Premio Plurinacional de Cultura “Eduardo Avaroa” en la categoría Arreglo de Música Folklórica para la Orquesta Sinfónica Nacional en 2013, 2014 y 2016: con una obra que presenta cinco músicas tradicionales de fiestas chapacas en torno al eje del “Guadalquivir” de Gilberto Rojas; una selección de la obra sobre “Vida, pasión y muerte de Juan Cutípa” de Alfredo Domínguez; y “Dame, dame, variaciones sobre piama”, sobre una chovena mojeña, música de las tierras bajas; respectivamente. Obras realizadas con base en su trabajo de transcripciones y notaciones para guitarra con el objeto de hacer una síntesis de la música de las tres fundamentales eco-regiones del país, obras que por cierto, aún aguardan ser estrenadas.
En una entrevista inédita realizada por mi persona en 2018, el maestro Arduz explicita que: “nuestras formas musicales tienen algo característico que los músicos clásicos no lo conocen. Hay músicos e institutos de música clásica que menosprecian, subestiman a nuestra música campesina, cuando hay tienen una riqueza que les puede llevar a comprender la música del siglo XX, que se elabora en los conservatorios, por músicos internacionalmente famosos y eso hacen nuestros campesinos. Entonces, la afinación microtonal que no es exactamente la escala temperada; Se ha dado una corriente microtonal en la música del siglo XX en la que la afinación no es la tradicional, ellos cambian la afinación de los instrumentos, del piano, utilizan cuartos de tono, no solo de semitono y eso existe en los instrumentos típicos (...) entonces es necesario aplicar los conocimientos clásicos a la música local y darle la valoración que tiene (...), entonces si nosotros no estudiamos nuestra música, vamos a tener que esperar a que vengan los europeos a estudiar, a descubrir, lo que nosotros tenemos a nuestra vista”.
En quinta instancia, es posible sostener que el Instituto de Música del Colegio Privado “San Bernardo” se constituyó también en uno de sus espacios privilegiados de trabajo. Creado en 1993 por su persona, con el apoyo de la atinada decisión de la directiva del colegio, funcionaba en una sala mediana, en una especie de subsuelo, donde el profesor brindaba la formación musical en diversos instrumentos a todos los estudiantes que voluntariamente querían estudiar algún instrumento, es decir, era un profesor del colegio, más, que no dictaba aulas en la disciplina de música del currículo regular. Las clases en el Instituto se daban en una modalidad de aula multigrado e intergeneracional, incluyendo niños de muy temprana edad con quienes el maestro Arduz parecía estar felíz en su más completa realización. Tenía además un método para flauta dulce y guitarra con una especie de tablatura (numérica o silábica) singular que él había inventado y que incluía las más variadas piezas musicales contemporáneas, que venían también con sus respectivas ilustraciones elaboradas por él. Asimismo, en múltiples ocasiones acudía con la mayor generosidad a los pedidos de los estudiantes que le solicitaran alguna transcripción de una pieza de moda. Se había montado una estudiantina con carácter permanente, así como se realizaban constantemente una serie de presentaciones para diversas formaciones en eventos del colegio, en los que él también participaba y donde se lo vio tocar charango, armónica, xilófono, violín, mandolina, entre otros instrumentos. Asimismo, durante varios años conformó un quinteto (Violín, Flauta Dulce Contralto/Soprano, Flauta Traversa, Cuatro Venezolano, Guitarra y ocasionalmente Violonchelo, principalmente) con su hijo Pablo y dos ex estudiantes, para lo cual el maestro escribió partituras sobre piezas muy variadas que incluyen una selección de The Beatles, música de Ennio Morricone, una selección del Dúo Dinámico, el tema Dust in the wind, la Tonada y Zapateo de La Pascua, Bolivia pueblo de Dios, Tiempo feliz, entre otros arreglos, un trabajo que no es tan conocido y que podría resultar valioso para la interpretación y conformación de los más variados quintetos. El Instituto se constituía también de un espacio singular para su trabajo creativo, no es casual que varias obras que llegaron a arreglos para guitarra y orquestales fueran iniciadas como parte de alguna interpretación en el colegio. Este espacio tan singular, al igual que lo fueran la dirección de la Escuela y de la Orquesta, eran una especie de laboratorio de experimentación complementarias a su trabajo en casa, donde comúnmente se lo veía realizando transcripciones o notaciones de piezas a la partitura (una labor que iniciara desde su temprana adolescencia), en suma, denotando el lugar importante que tuvo la educación en la inspiración de su obra mayor.
En sexta instancia, es posible presentar a su labor de divulgación de la música folklórica en medios masivos, que también comprendió durante varios años sobre todo de la década de los noventa, a una serie de publicaciones en el suplemento cultural quincenal Cántaro del periódico El País de Tarija, que cofundaría y codirigiera desde 1992 junto al Dr. Carlos Ávila Claure (y actualmente con su hijo Ricardo Ávila), el cual alcanzaría en torno a 700 ediciones en 2021. Y en el que entre otras cosas, compartía en una página entera, piezas folklóricas con sus respectivos acordes de acompañamiento, letras y una pequeña partitura que registraba la melodía, conjuntamente con una ilustración en técnica de la tinta también de su autoría, algunas de ellas que se publicarían consiguientemente como parte de los dos volúmenes de sus libros 20 cuecas tarijeñas (1995, 1999).
Complementariamente, es necesario resaltar a la valiosa Enciclopedia de Música Chapaca (CD-ROM interactivo, 2008) elaborada en coautoría con su hija Adriana, que incluye además una serie de textos sobre folklore tarijeño de otros autores, publicados en Cántaro e inéditos y materiales audiovisuales; nada más representativo de la ilustración en una versión local.
Por último, es importante denotar que el maestro Arduz a pesar de su rigurosa formación con los maestros La Faye, Carlevaro, Rodrigo, Pérez Olea y de su prestigiosa graduación académica en España, no llegaría a revalidar su diploma porque a su llegada esa carrera no existía en el país; asimismo, como director y junto a los miembros de la Orquesta fueron integrados en la categoría de maestros interinos y por cosas de la burocracia, sin opción a ascender en el escalafón del magisterio. No obstante, el profesor Arduz recibiría en reconocimiento a su trayectoria profesional el diploma de Maestro de las Artes en la disciplina de Música por el Ministerio de Educación en 2015 y aunque no trabajó en la Normal, se convertiría en referencia para grande parte de los maestros y estudiantes normalistas de la disciplina de música. Asimismo, dejó importantes materiales para su uso en la enseñanza en aula y en la formación de maestros, sobre todo su libro Instrumentos musicales tradicionales de Tarija. Provincia Cercado (Arduz, 2012). Otra acción a destacar fue la elaboración de una lámina escolar sobre instrumentos musicales tradicionales de Tarija con el fin de llenar este vacío didáctico, lámina que distribuiría en varias librerías del centro de la ciudad.
Desde luego, restan múltiples y diversas contribuciones sobre valiosas facetas de su personalidad de tanta gente que lo conocía y que con certeza se irán publicando de aquí en adelante y aportaran a armar el rompecabezas de este magnífico intelectual; así como también, se precisan futuros estudios multi e interdisciplinarios sobre su prolífica y relevante obra. A decir de Edwin Rivera (2021) en una breve biografía publicada en el sitio raicesdelonuestro.org, su obra alcanza alrededor de “más de un centenar de arreglos para guitarra (88 publicados en libros) y alrededor de 6 para Orquesta de Cámara, unas 400 transcripciones de música chapaca campesina y popular (245 publicadas en libros, revistas, periódicos y cancioneros)”, a lo que hay que sumar sus tres arreglos para orquesta sinfónica.
En sentido amplio, el maestro lamentablemente fue alcanzado de alguna u otra forma indirecta por la ineficaz gestión gubernamental nacional y regional de la política pública contra la pandemia en Bolivia. No obstante y en total antinomia con la política partidaria, su legado personal y profesional para transformar el país se constituye en una grandiosa fuente de inspiración de ética de trabajo crítico-creativo y compromiso diario con la pedagogía y la humanidad, inconmensurables.
En suma, el objeto de la sensible y rigurosa pedagogía del maestro Arduz se orientaba a formar a las personas hasta un nivel en el que ellas en determinada instancia pudieran caminar con autonomía para expresar lo que quisieran conforme a sus propios objetivos, todo esto gracias a la experiencia dialógica de compartir entre nosotros. Eterno viaje ¡Maestro!
Curitiba, diciembre de 2021.