A Fernando Arduz Ruíz
En tus manos sostienes el instrumento preciado,



En tus manos sostienes el instrumento preciado,
esa guitarra que siempre te acompaña,
de madera de abeto, caoba, cedro, ciprés o ébano,
la llevarás contigo en los nuevos caminos que emprendes,
quién sabe qué oídos se deleitaran ahora,
como lo hiciste en vida en tantos lugares.
Brotan los siete acordes puntuales,
en cada cuerda de las seis se mueven tus dedos,
con acertada precisión y elegancia,
y por el diapasón resbalan de traste en traste,
de la primera a la sexta cuerda,
continuos sonidos percusivos que producen
las doce notas del sistema tonal.
En tus ojos la clara y quieta mirada,
sereno observas al que se pone al frente,
no cuestionas ni prejuzgas,
solo observas,
como escudriñando el tiempo y la memoria,
sin juicio ni prejuicio, sin desvalorizar,
generoso,
maestro de las cuerdas y de los vientos.
Nada cambia, todo evoluciona,
qué imágenes guardas y te llevas contigo,
que tus ojos vieron en los diferentes caminos,
esos que andaste y desandaste,
rasgando las cuerdas,
del sonoro instrumento que te acompaña,
y te llevará ahora,
solo tú sabes a qué lugares.
De tus labios salen las palabras llanas,
los conceptos puntuales,
las frases justas,
y también los silencios,
esos que solo algunos escuchan,\
sienten y entienden;
nada que cuestionar,
nada que destruir,
solo construir con la música,
lo que otros no pueden ni con las palabras.
Qué diría Ernesto La Faye?
qué argumentaría Abel Carlevaro?
y tantos otros que acompañaron parte de tu camino;
allende estuviste abrazando la guitarra,
y seguirán sonando sus cuerdas,
nada apagará la cualidad de tu sonido,
ese sonido rico y balanceado,
dichosos estarán los maestros del Maestro.
Diciembre 26 del siglo XXI