Del libro de Jesús Miguel Molina Gareca:
La resolución ante la adversidad Dr. Guillermo Arancibia L. (Segunda parte)
Tal vez el obispado de Juan Niccolai significó para Tarija



JUSTICIA. JUSTICIA SOCIAL. SU RELACIÓN CON MONSEÑOR NICCOLAI
Tal vez el obispado de Juan Niccolai significó para Tarija, la más trascendental presencia de una autoridad eclesial desde que la Diócesis es tal.
“Obispado de puertas abiertas” le gustaba repetir a Monseñor, quien gustaba de las conversaciones con diversas gentes porque “ahí es donde uno aprende”, según su expresión. Esta su relación con esa pluralidad de personas marcó una huella profunda en la sociedad del departamento. Hasta hoy en Bermejo, Entre Ríos, las áreas rurales aledañas a Tarija y la misma ciudad, el recuerdo de Monseñor Niccolai es indeleble. Su acción en el Chaco, por ejemplo la consagración del altar mayor de la iglesia en Yacuiba y la misma fiesta de San Pedro son hechos históricos; además debe anotarse el bienhechor esfuerzo realizado por su hermano de congregación Oliverio Pelichelli.
De joven, Juan Niccolai, asistió al espantoso escenario de la primera Guerra Mundial, donde fue sanitario bajo las banderas de su país. Luego ingresó al seminario y terminado el proceso de formación sacerdotal llegó a América; estuvo en la guerra del Chaco, fue Vicario Militar en primera línea. Su amor a esta tierra hizo que desde 1940 quedase en Tarija hasta el fin de sus días.
Fue un hombre inteligente, virtuoso, sencillo, humanista y de alta ilustración. En consecuencia le gustaba rodearse con semejantes y fue así que tuvo entre sus más preciadas amistades a distintas de las personalidades tarijeñas: Jaime Terán, Ariel Shigler, Mario Ríos, Oscar Chávez, Guillermo Arancibia eran parte de ese espíritu social sensible, también jovial. Personas que poseían esa calidad humana que pone de relieve la disciplina, honestidad, solidaridad, comprensión, la humildad.
Uno de los miembros de ese grupo cuando la oportunidad era propicia gustaba de imitar la forma en que Monseñor se expresaba. Esto causaba hilaridad entre los demás. Monseñor conocía de esta y otras acciones que esa “muchachada” hacía, pero gozaba con ello pues él y los otros sabían que era una muestra de humor que nunca buscaba inferir daño a la autoridad y al respeto que se le tenía.
Empero la relación entre Guillermo Arancibia y Monseñor Niccolai, tenía además una característica poco conocida: la música.
Ambos eran melómanos. Monseñor Niccolai poseía una colección envidiable de discos del festival de San Remo, amaba el canto y sentíase enormemente feliz al escuchar los instrumentos típicos de Tarija.
Cada salida al campo era una experiencia espiritual y -un poco-, una experiencia musical. Ambos fueron de los más entusiastas por recuperar las diversas tonalidades que el Calendario Folklórico de Tarija tiene. En esas misiones pastorales al campo, luego de realizadas las actividades religiosas, recuperaban de manera escrita coplas propias del folklore tarijeño.
Esa tremenda espiritualidad y esa calidad de acción apostólica y social contó con el aporte de personalidades de la época que supieron cumplir el desafío: Bartolomé Attard, en San Roque, una espectacular congregación franciscana ((P. Natalini, P. Romac, P. Maldini, P. Anasagasti, P. Deodato, etc.) en el Chaco P. Pelichelli (Fray Quebracho). Todos referentes de espiritualidad, caridad y fe.
El futuro Presidente de la Corte Suprema de Justicia de Bolivia, fue el brazo de apoyo de Monseñor Niccolai en las “misiones” y “catequesis” que personalmente realizaba los días feriados y los fines de semana.
“No confiaba en nadie más para que conduzca su vagoneta. Tenía que ser el Dr. Arancibia quien maneje y recién salíamos”,8 dice uno de los participantes de aquellas catequesis que Monseñor Niccolai hacía.
Esa unión sincera en la fe, la esperanza y la caridad hizo que ambos se profesaran un respeto -pese a la edad- que se mantuvo hasta el momento de la muerte de Monseñor.
Vuelto de Santa Cruz, el recién casado Guillermo Arancibia tenía serias dudas sobre su provenir. Nuevo hogar, nuevas responsabilidades. Lo primero era encontrar un trabajo, y lo hizo en diversas áreas que entonces podía dar la ciudad de Tarija, trabajó en la Prefectura como ayudante de despacho, voluntades partidarias superiores, hicieron que renuncie; trabajó en Bermejo, luego aceptó el trabajo de perforista en el antiguo Servicio Nacional de Caminos, donde producto del mal manejo de la dinamita por parte de uno de sus compañeros, pierde niveles de audición del oído derecho. Luego de ello y con trabajo relativamente estable resuelve estudiar Ciencias Jurídicas, logrando su ingreso de manera exitosa.
En la universidad volcó su atención en un grupo de estudiantes que proclamaban abiertamente ideales cristianos y de democracia contra otros que tenían simpatía y militancia en las fuerzas comunistas -¡en fin! era plena Guerra Fría-
El grupo al que se adscribe el universitario Arancibia tiene varios futuros líderes del país, en distintas áreas, es la JUC (Juventud Universitaria Católica). Esta agrupación no era más que otra de las fuerzas que emanaban y recobrando bríos retornaban a la “Acción Católica”. Gran obra de Niccolai en Tarija. Abarcó desde el pan diario que se entregaba en el Obispado a quien no tenía recursos, hasta el enorme apoyo para constituir medios de comunicación, campañas de salud, viviendas, etc.
“Acción Católica”, enorme fuerza de apoyo a los más desfavorecidos contó con una constelación de religiosos y laicos notables en el departamento. Enorme aliento de cambio en la iglesia, que modificó desde la forma hasta el fondo. Dejando fe y esperanza en los corazones de la población, generando fuentes de trabajo para su sostenimiento y construyendo hitos de la historia tarijeña, difícilmente repetibles. Tal la majestuosa iglesia de Chaguaya, por ejemplo.
En ese ámbito el laico Guillermo Arancibia se relaciona con todo ese accionar de solidaridad. Desplegando trabajo en el área rural, en las comunidades indígenas del Chaco, en los barrios del cordón urbano migrante de la ciudad de Tarija. La formación humanista, íntegra y social de Monseñor Niccolai, va volcándose cada vez más en el joven estudiante de Derecho y futuro abogado.
Entre catequesis en el área rural, entre lecciones de derecho penal y civil, entre ayuda al Monseñor y a su familia Guillermo Arancibia termina sus estudios obteniendo una nota sobresaliente en su defensa final.
Ya titulado como abogado, Arancibia pone especial énfasis en los orfanatos atendidos por Acción Católica. Es consciente que si a quienes están en los orfanatos se los forma bien, serán hombres y mujeres de bien. Caso contrario se estará arrojando a la sociedad personas resentidas, frustradas, retraídas, deprimidas. Se hace así mismo una promesa de fe y compromiso con esa niñez. Mientras tenga existencia, su cooperación, su solidaridad será con todo aquel que la necesite, sin embargo esa niñez, la de los orfanatos serán siempre su prioridad.
Desde pocos años antes es que adopta por estilo dejarse la barba. Su andar entre lento y desgarbado contrasta con el brillo intenso de sus pupilas y su diálogo fluido y dinámico. El Comité de Obras Públicas escucha de la calidad del nuevo abogado y le tienta con una oferta de trabajo, desde el Comité Cívico le piden asesore a esa instancia, la misma universidad a través de algunos de sus mejores amigos le plantean la posibilidad de dar docencia, pero Monseñor Niccolai no podía dejar que su “compañero de fe y música” vaya a trabajar a otro lugar que no sea la iglesia. Le invita a que formalmente trabaje con él en el Obispado.
POSTHUME, POSTHUME...
Los tiempos eran tumultuosos. La política partidaria en Bolivia es una afrenta a la seguridad y la tranquilidad de la sociedad. La década de 1960 es un polvorín presto a estallar sea por los intentos de asalto al poder por parte de “izquierdistas” o “derechistas”. Tan mixtificado es el discurso de unos y otros que no tienen más que tomar el poder para que se vean mismas acciones de abuso, represalia, atropello...
Sin embargo como si se tratase de un campo neutral los partidarios de uno y otro grupo en Tarija respetan la persona de Monseñor Niccolai que cuando la situación lo exige, se convierte en un bálsamo para cualquiera de los dos grupos en discordia.
Este respeto se prolonga al respeto que se tiene por el edificio del Obispado y por aquellas personas que rodean a Monseñor.
Corre el año de 1969. Un dirigente partidario en Tarija, entre joven y maduro, pero distinguido por exigir a los gobiernos centralistas de Bolivia ferrocarril para Tarija, pago completo de regalías hidrocarburíferas, camino a Bermejo, camino al Chaco; es decir lo mismo que se exige hoy. Empero del dirigente que decimos además se distingue por ser de formación “izquierdista”. Es decir, para la mayor parte de la población, es miembro de un partido que niega a Dios, a la iglesia y todo aquello que suene a santo y religioso.
¡Golpe de Estado en Bolivia! Telegrama a Tarija. Primeras disposiciones: Zutano para Prefecto, Mengano Alcalde. Primera orden: detener a Perengano, es decir el distinguido dirigente.
Zutano, flamante Prefecto, da la orden. Los sabuesos policiales saben que el buscado está en su casa, frente a la iglesia de San Roque, las dos únicas patrullas que había entonces las disponen para “cercar” al perseguido. Violentan las puertas del domicilio, ingresan y lo capturan a punto de evadirse por la casa vecina. Ni ruegos ni súplicas surten efecto.
Por respeto a la familia no le ponen ningún tipo de esposas en las manos, lo acomodan en la parte de atrás y comienza su traslado a la Prefectura, para el interrogatorio de rigor...
Bajando la actual calle Gral. Trigo el detenido piensa en su situación y como un fulgor le viene a su cabeza la imagen del “Obispado de puertas abiertas”, está a punto de llegar al Obispado y en rápido accionar abre la puerta de la movilidad que le lleva y empujando a uno de sus cancerberos se tira al suelo y casi de rodillas logra ingresar al Obispado
Monseñor, Monseñor!!! -grita desesperado- Me están deteniendo...
Monseñor Niccolai, sale al zaguán del Obispado ve al detenido todavía de rodillas y a los sabuesos recriminándose uno al otro, afuera, por haber permitido que se les escapara.
Che entrá vos!
- No entrá vos!
Cómo vamos a sacarlo?
Ta jodiu...
Monseñor extiende los brazos al dirigente comunista, pequinés, izquierdista; a él le da igual lo recibe como un hijo de Dios y dirigiéndose a los policías les dice:
Que venga el que ha pedido detenerlo a llevarlo de aquí. Dios lo recibirá como ha recibido a éste...
Los policiales se miraban uno al otro, no atinan a responder más que:
¡Su orden Monseñor!
Y se retiran.9
FORJADOR DE LA CULTURA TARIJEÑA
Las manifestaciones musicales vernaculares de Tarija tienen registros en crónicas conventuales o documentos privados y personales, desde inicios del siglo XVII. La Caja, el Erque, la Camacheña, el Violín y fundamentalmente la Caña son los instrumentos que hacen compañía al campesino tarijeño desde que Tarija es tal, algunos años antes quizá. La danza por excelencia es la “Rueda”, acompañada siempre por uno de los mencionados instrumentos.
Las coplas, el contrapunto, son expresiones populares tan antiguas que buscarles una data sería objeto de otro trabajo.
Los autores que se dedicaron en exclusivo al tema, y no tanto, concuerdan que contemporánea a la guerra del Chaco, tal vez pocos años antes, surge una corriente de música folklórica urbano - popular. Tal vez la más representativa en la actualidad; y ese género musical tenía -tiene- por instrumento estrella a la guitarra, instrumento que tardó en ingresar a Tarija, curiosamente, lo que ningún otro instrumento de uso masivo en el género.
Saturnino Ríos lleva por nombre el Director de la banda militar que acantonada en Tarija ofrecía las semanales “Retretas”, en las que según el gusto del mismo ofrecía Valses, Arias, Mazurcas, Habaneras y otros géneros musicales al público asistente. Pasado el espectáculo el oficial se retiraba a su alojamiento donde cada vez se esforzaba más por el manejo diestro de la guitarra. Poco menor en edad al maestro Simeón Roncal, le fascina el estudio de la “Cueca”, considera que era cuestión de tiempo para que los populares “Bailecitos” y “Pasacalles” cedan su privilegio rendidos ante la Cueca. De su composición quedan dos o tres Cuecas que pudieron ser recuperadas, pero estamos en 1920, si bien la Cueca goza de un conocimiento público, su aceptación no llega a los alcances de los anteriores géneros mencionados. Otros géneros musicales le guardarían renombre y agradecimiento eterno a Saturnino Ríos -autor del inmortal Bolero de Caballería “Despedida de Tarija”-. Empero ya que se está aquí debemos anotar los nombres de aquellos que continuando con el esfuerzo de Ríos, compusieron, a la vez que interpretaron, varias Cuecas tarijeñas entre las décadas del 20 y 30 (del siglo XX) El orden cronológico para el surgimiento de estos cantautores lleva el nombre de Manuel Zapata (gran interpretador de tonadas tarijeñas), seguido por Juan de Dios Shigler (tal vez el mayor rescatador de letras de la música vernacular tarijeña) y el más conocido Pío Martínez.
Lo interesante de la Cueca en Tarija es que nace en los barrios de obreros, “artesanos” que entonces se los llamaba; huérfana de la querencia de campesinos y de las clases privilegiadas económicamente. Su éxito popular -como lo previó Ríos- tardó pero tomó como suya la casi total identidad folklórica musical de Tarija.
Para la década de 1950 ya la Cueca es una manifestación aceptada en ambos estratos sociales que antes no la tenían como suya. Guillermo Arancibia comprende de entonces que ésta es la manifestación que más vigor, fortaleza, agilidad y presencia dará a la identidad musical tarijeña y que es necesario impulsar a quienes componen e interpretan este género. Y justo en esta década y la siguiente se produce una explosión de autores, intérpretes, y grupos musicales que desde entonces hacen de este género musical parte vital de la cultura tarijeña.
Su amistad con Alejandro Cortez, Eduardo Farfán, Carlos Porcel, acreditan este interés y la importancia que le daba a esta manifestación musical que la siente como una prolongación necesaria de la identidad local. De resaltar, por él mismo, fue la larga amistad que tuvo con Abdón Rivera, quien compartía la creencia que la inspiración de algo original, estético y sano, sólo provendría de la felicidad. Abdón Rivera fue el que más le impulsó en la composición e interpretación de varias piezas musicales, hoy reconocidas como parte del folklore tarijeño.
“Siempre he creído que la inspiración sublime y pura no puede ser sino cuando te encuentras con alguien, con un hecho o una idea que tenga por objetivo la paz, en consecuencia la felicidad. Para mi esa inspiración siempre fue Dios, mi esposa y mi tierra”.
Esto que nos comentaba el Dr. Arancibia en su Notaría, en una entrevista que le hicimos el año 2017, sirvió de pie para relatarnos entonces el origen de alguna de sus composiciones en ritmo de Cueca.
“Pasa que nosotros no teníamos que estar pendientes de uno u otro grupo (en referencia a los pro argentinos y los pro bolivianos); nosotros teníamos, territorio, población, jurisdicción, fuerza armada, historia en común, mismo idioma; es decir las mismas características que hicieron surgir a otras naciones, luego Estados, en nuestro continente; sin embargo los intereses enfermizos de grupo de siempre fueron nuestro principal enemigo y así nos va...”10
Según nos afirmó, el anterior texto fue el origen de la siguiente composición:
SENTIMIENTO CHAPACO
Tradición de libertad
De coraje y de dignidad
-Ha forjado un pueblo valiente
Generoso y muy leal- Bis
Los chapacos y los chaqueños
Junto al pueblo guaraní
-Solidarios y empeñosos
Su grandeza construirán- Bis
El futuro de Tarija
Prominente ha de ser
-Así quieren sus hijos
Y con entusiasmo lo lograrán- Bis
“Soy un convencido que si dejamos de lado la composición y nos ponemos únicamente a interpretar aquello que ya tiene reconocimiento público, no estamos aportando a nuestro folklore. Lo que necesitamos es creación, no imitación!”
Así de enfático se mostraba cada que le consultaba sobre la situación actual del folklore musical tarijeño, él que había presenciado el inicio y momento de mayor expansión de este folklore, creía que la música folklórica tarijeña necesitaba de aliento nuevo porque había caído en la rutina de repetirse en distintos grupos musicales, las mismas cuecas.
Empero esa debilidad por el arte en el Dr. Arancibia no tenía como sólo centro de su atención a la música. La pintura era su otra devoción. El manejo de la técnica al óleo la terminó de aprender en Estados Unidos, sin embargo su preferencia por el Carboncillo y la técnica Pastel fueron sus permanentes desafíos. Dejó un total de 12 óleos, 20 bocetos en Carboncillo y una menor cantidad en técnica Pastel.
Algunas de esas obras quedaron en marcos de madera tallada en su hogar, otros fueron para sus hijos; muy pocos -tenemos conocimiento de 6- fueron intercambiados con amistades que también gustaban del arte pictórico.
Un aspecto realmente llamativo y misterioso fue lo siguiente que nos comentó: una ocasión en que convocado por la Gobernación del Departamento, en su condición de Notario, se abrió un depósito en una sala de una vieja casa de nuestra ciudad y cuánta sorpresa fue el encontrar entre viejos cartones una variedad de cuadros cuya autoría eran de Marina Núñez del Prado, Arturo Borda, Oscar Pantoja y otros artistas. Su preocupación entonces fue que dicho material no fuera como en otras situaciones “perdiéndose” en el camino...
Consecuente a su idea planteó la idea de una gran galería donde se expongan esas y otras obras de artistas contemporáneos de Tarija. Lamentaba, cada vez que le preguntamos por ello, que “en cultura nada avanza nuestra gobernación...”
Sobre los cuadros hallados entonces, al momento nadie sabe dar respuesta, sobre el proyecto de la galería, igual.
POSTHUME, POSTHUME...
“Cuando joven, sin recursos, buscando trabajo en La Paz me acuerdo de una tienda que vendía instrumentos musicales y en su aparador a la calle, tras un gran cristal, tenía a la venta un hermoso piano. No sé cuánto tiempo estuve parado mirando ese bello instrumento pero debió ser mucho porque salió un agente de la tienda y me preguntó qué hacía y porqué estaba tanto tiempo parado? Debí parecerle un antisocial y yo que tan sólo me enamoraba del instrumento bello que veía”,11 rememoró emocionado una tarde en que le hicimos la última entrevista.
Entre los instrumentos de su predilección estaban la guitarra, el violín y especialmente el piano. Siendo Ministro de la Corte Suprema se entera un día de la venta de un piano a un precio módico, entusiasta se vuelca a buscar a los vendedores y lo adquiere. Desde entonces ese instrumento se convertiría en su fiel compañero.
Una vez culminado su tiempo de Ministro en la Corte Suprema de Justicia retorna a Tarija con el piano; y algunas tardes cuando uno pasaba por su vivienda, sobre la calle D. Campos, podía escuchar las notas que las manos del Dr. Arancibia arrancaban a aquel instrumento.
En algún momento, por técnica u otro motivo decidió componer principalmente acompañado del piano. La guitarra le servía para “compañía de alegrías”, pero fue el piano su instrumento de más uso, desde su retorno a Tarija.
En un cuaderno dejó anotadas 9 composiciones musicales, tres de ellas Cuecas, inéditas, y las demás en otros ritmos. Además recuperó la partitura de una Cueca cuya autor fue Saturnino Ríos Todo esto lo atestiguamos por haber visto aquel cuaderno, que hoy seguramente queda en la familia como valioso tesoro.
“Desde niño me gustaba la música, creo que fue en un momento el único motivo de alegría que tuve. Siempre que había felicidad, por algún motivo, siempre había cerca música.” 12
Nos explicaba sobre su relación con la música desde su tierna infancia, aquel hombre que ya frisaba los 80 años en la primera entrevista que le hicimos.
A una determinada edad, ya nada apura, ya nada detiene. Es más uno hasta puede vislumbrar el ocaso de su vida e incluso participar en él antes que llegue la noche definitiva. Esto mismo le pasaba al Dr. Arancibia, pudo entrever el ocaso y mientras se alistaba para la última partida. Es así que se dio tiempo para obsequiar algunos de sus bienes más preciados a sus familiares; de esta manera dedicó una pintura a un hijo, un poema a un nieto, su guitarra a quien más la aprecie y para su piano eligió a quien él creía que podía continuar con esa vena artística en su familia: su bisnieta.
La pequeñita que heredó esa vena musical, recibe el precioso instrumento entre alegrías y bullicio, no sabe del tiempo, no sabe de los años que han pasado, sólo comprende que ese es un acto de amor de su bisabuelo.
Pocos meses más tarde del deceso del Dr. Arancibia, la Casa de la Cultura organiza una actividad cultural, Mercedes Arce Nieva, bisnieta heredera del piano es parte de esa actividad. Es convocada para iniciar su acto. La pequeña toma una foto de su bisabuelo, la ubica al centro del escenario y como si de un agradecimiento hasta el eterno se tratará, se inclina ante ese rostro y emocionada y feliz le dedica su concierto.
7 Casualidades de la vida, podría denominarse este pasaje, pues la madre del futuro Presidente de la Corte Suprema de Justicia, muere en el mismo lugar donde 21 años antes muriese su esposo, El Portillo
8 Entrevista con Sr. Oscar Chavez F. /20 de agosto de 2020
9 Esta anécdota es referida por distintas personas que conocieron de la misma. Varía con otras versiones, en algunos detalles, pero en lo que coinciden todas las versiones es que el Prefecto de entonces, como los de antes a esa fecha y posterior a la misma, sabían que la autoridad moral de Monseñor Niccolai tenía también un respaldo legal muy fuerte, pues varios de los más distinguidos abogados de Tarija estaban al servicio de Monseñor y del Obispado, por ejemplo: Dr. Jaime Terán; Dr. Ángel Baldivieso, Dr. Mario Ríos y el, entonces joven Dr. Guillermo Arancibia.
10 Entrevista con Dr. Guillermo Arancibia, año 2017
11 Entrevista con Dr. Guillermo Arancibia, año 2017
12 Entrevista con Dr. Guillermo Arancibia, mayo 2015