“Qué tiempos aquellos…” Como usted querido lector ha decidido seguir estas lecturas pretéritas por este espacio que hemos venido a llamar “Qué tiempos aquellos…”, les dejamos dos d
Tarija, la Alemania de Post Guerra, Monseñor Niccolai y el P. Attard
Si las guerras son un tremendo azote que el hombre se propina así mismo,



Si las guerras son un tremendo azote que el hombre se propina así mismo, la Segunda Guerra Mundial fue tal vez el azote que más daño se hizo la humanidad.
El pueblo que, tal vez, más sufrió ese azote fue Alemania. Quedo virtualmente devastado, familias quebradas en su totalidad, en consecuencia niñez desprotegida, mujeres sin esposo, padres sin hijos, tierras destruidas, instituciones desmanteladas…..
Ante tan triste situación, los Obispos alemanes enviaron de manera conjunta una carta a los Obispos de América Latina para que en la medida de sus posibilidades puedan ayudar, principalmente a esa niñez huérfana de padres y de Estado.
En Tarija la carta fue recibida por el entonces Obispo Auxiliar Juan Niccolai, quien diligente y piadoso como era desplegó toda su energía para reunir dinero en efectivo y todo tipo de ayuda para ser enviada hasta Alemania. Fueron dos envíos de ayuda que salieron de Tarija. El primero se hizo en camiones que llevaban sillas y catres de madera, colchones, papas, camotes, trigo y otros productos, a La Paz y de ahí junto a las demás ayudas de otros departamentos a un puerto en el Pacífico que embarcó todo hasta Alemania. El segundo avío lo hizo Monseñor directamente desde Tarija hasta Rosario, en la Argentina, desde donde embarcaron y llegaron hasta Alemania.
Los Obispos alemanes más minuciosos y prolijos que ningún otro, registraron toda la ayuda y su procedencia. De esta manera la ayuda de Tarija se hizo presente en aquel pueblo tan devastado por el azote de la guerra.
Pasaron los años…..
La década de 1960 es el marco de tiempo en el que varias personalidades lugareñas activan su labor en bien de este departamento. Una de esas personalidades es el párroco de San Roque Bartolomé Attard quien en su diligente accionar plantea la instalación de varias fábricas en Tarija, a la vez que funda la primera Cooperativa Multiactiva y de Crédito, misma que sigue con actividad en el presente.
El punto es que Attard para todas estas ideas buscaba siempre la autorización y “la bendición”, de Monseñor Niccolai.
Según las anotaciones de Monseñor Niccolai, “en el almuerzo de la fiesta de la Candelaria del año 1964 se presentó el Rv. Bartolomé Attard con la propuesta de crear un Instituto para el tratamiento y lucha contra el Chagas en la niñez de Tarija. Idea que contó desde su presentación con la aprobación de todos los que estábamos en aquella mesa…. Poco más tarde el P. Attard me hace una visita al Obispado para agradecerme la aprobación de su propuesta, pero además me pide -como en anteriores oportunidades- mi bendición para que dicho proyecto y otros que en ese momento estaba a punto de iniciar, se cumplan; los designios del Señor son misterios, y en muchos casos agradables, porque en el acto que el Rv. Attard se inclina para recibir mi bendición hace caer sin intención unos papeles de mi mesa, y entre ellos un sobre, una carta que no había visto. La carta era de la Diócesis de Tréveris en la que nos hacían patente su “agradecimiento porque el Obispado de Tarija, muy pequeño y muy pobre, fue el que proporcionalmente más ayudó a los niños alemanes luego de la guerra…en consecuencia quedamos agradecidos y en deuda con UD. ” Ahí la bendición para el P. Attard, y para nosotros que buscábamos recursos para culminar la construcción del templo de Chaguaya, además de los recursos para el pago de la obra hecha.”[1]
Las Elecciones de 1906, el fraudey la pila bendita de San Lorenzo
Por: Miguel Molina
Cuentan las viejas crónicas periodísticas, informes institucionales y documentos privados, de las “excepcionales” elecciones de 1906 en Tarija. Excepcionales porque se jugaba la renovación de parlamentarios en el Congreso y era necesario contar con la mayoría congresal para aprobar las políticas que el entonces Presidente, implementaba en el país.
El reglamento electoral boliviano establecía que cada dos años debían renovarse por sorteo miembros pertenecientes a la cámara de Diputados y Senadores. La elección presidencial de 1904 había dado por ganador a Ismael Montes “del partido liberal” y en Tarija los adeptos liberales que habían logrado triunfo eran tan solo la mitad de la representación departamental, los fuertes resabios Conservadores en Tarija todavía habían logrado llevar a varios representantes al Congreso nacional.
Entonces la elección de 1906, de “renovación camaral”, que le llamaban, tenía vital importancia para las políticas del gobierno. En ese afán “el partido” no dudó en mover todo resorte que ayude a conseguir todas las candidaturas en disputa. Una de las tres candidaturas que se disputarían en Tarija era para Senador, las otras dos eran para Diputado (una por San Lorenzo, la otra dejaremos para una posterior crónica)
En San Lorenzo uno de los más distinguidos hijos de aquella villa decidió postularse aupado por los más destacados y selectos miembros de los Conservadores. El candidato de apellido Rojas (su nombre quedé como secreto a descubrir para otros cronistas) asumió como buen cristiano el desafío encomendándose a su “patrón” San Lorenzo.
El candidato “del partido” sabedor de la desventaja en que estaba no tuvo otra opción que emplear las “herramientas” que tenía a mano, que eran proporcionadas por “el partido”.
El fondo del caso es que llegado el día de la elección -domingo 6 de mayo- la “Mesa Receptora” se instaló en el centro de la plaza de San Lorenzo y comenzaron a llegar los votante, llegaron felices los Sellanos, los Tomayapeños, los Ircaleños, los Paicheños, los Erqueños, los mismos San Lorenceños, todos, o la mayoría, montados en briosos corceles, con “estribos plateaus…”. Comenzada la votación se presentan los titulares y suplentes que harían de autoridades del acto electoral, transcurrido el plazo del tiempo de votación, cierran con la solemnidad del momento la votación y trasladan la caja donde estaban las papeletas al atrio de la Iglesia para hacer el recuento. Aunque esto último no estaba contemplado en la tradición, pues siempre el conteo lo hacían en la misma plaza.
El asunto es que comenzado el conteo de votos el Presidente lee en voz alta: “voto Partido Liberal, voto Partido Liberal, voto Partido Liberal, voto Partido Liberal, voto Partido Liberal”……llegaban casi ya a las 100 papeletas y a todas leía el Presidente: “partido Liberal”.
El rostro de felicidad y de ganador que momentos antes tenía el candidato del partido Conservador cambió por el de interrogación y sorpresa.
Llegan a las 200 papeletas y todas con el consabido canto del Presidente: “Partido Liberal”; pasando las 300 papeletas el candidato del partido Conservador, ante los semblantes de asombro de toda la concurrencia, pide a las autoridades de la Mesa Receptora que paren el conteo porque visto que no había ningún voto para él no tenía sentido seguir con el acto.
Dicho y hecho. Cerró el conteo de los votos y papeletas a las 6 de la tarde con todos los votos para el candidato “del partido Liberal”. Ante magnitud de hecho el candidato Conservador estupefacto y a la vez tímidamente avergonzado se dirige a las autoridades electorales señalándole que puede que su compadre se haya equivocado y en vez de meter la papeleta de él, haya metido la del otro candidato, “puede que mi papá por anciano también se haya equivocado. Pero señor Presidente mi papeleta? Dónde está? La papeleta de mi hijo que votó conmigo, dónde está? La papeleta de mi ahijau, dónde está…?”
Lo cierto es que todo termino en un estallido de rabia y bronca, quemaron las papeletas de votación, corretearon a las autoridades electorales, fogonazos de disparos al aire, una revolución en todo orden. El candidato “del partido”, avisado de los hechos solicitó ayuda a la Guardia Departamental que presta esperaba que se desencadenen los hechos para intervenir, capturando a cuanto “Conservador” encontraban. El punto es que luego de “indagaciones y diligencias”, nada pudo constatarse sobre un posible fraude, más por el contrario el Juez dictaminó sendas sentencias a los “revoltosos” con condenas de 3 y 5 años….
Como el tiempo pasa y todo revuelve, acabado el gobierno de los “del Partido”, el hijo del que fuera Candidato a Diputado en 1906, y luego condenado por “revoltoso” a tres años de cárcel, fue nombrado Subprefecto de Méndez y en esa su calidad se dispuso a indagar la forma en que birlaron la elección ese año a su padre.
Prolijas y sigilosas fueran sus actuaciones hasta que encontró el hilo del ovillo…
Lo que sigue es entresacado de la carta particular que envió al Prefecto de Tarija y que con fecha de 24 de junio de 1922, dice: “…los sinvergüenzas del partido Liberal, días previos a la elección de 1906, advirtieron que a un costado de la iglesia de San Lorenzo, desde tiempos inmemoriales había un boquete que por descuido o simple indolencia, nadie había reparado en rellenar. Quedaron acordes en que en ese espacio introducirían una “caja de votos” similar a la que ubicaron en el centro de la plaza, pero llena de papeletas para el candidato suyo; en el caso de conteo público la caja sería cambiada aprovechando la distracción del público; en caso que el conteo fuera cerrado, se haría dentro de la iglesia;… el fraude era mucho más fácil…pudimos verificar una caja de votos del año 1912… todo lo respaldamos en lo visto y en el relato de un ex Liberal, hoy Republicano… ”[2]
Descubierto el mecanismo del fraude electoral, el Subprefecto en conjunto con el Párroco de la iglesia decidieron que para tapar dicho espacio se levante la pila de agua bendita, y como eterna advertencia –y recuerdo de esa época- dejar dentro del hueco una “caja de votos” que los “del partido” habían utilizado para sus fraudulentos actos, luego se recubrió con revoque externo.
[1] Esta fracción de los escritos de Monseñor Niccolai la posee con afecto, y en fotocopia, el autor de estos viejos escritos. Tesoro obsequiado por el distinguido Dr. Guillermo Arancibia.
Sobre la carta enviada por la Diócesis de Tréveris, el Rv. Attard hace uso de ella cuando viaja hasta Alemania en busca de apoyo para sus emprendimientos, mismos que se consiguieron en gran parte por ese documento, que él cita en los informes anuales de la Cooperativa Madre y Maestra.
[2] La carta en cuestión llegó a nuestras manos gracias a la gentileza del nieto del Subprefecto de Méndez que descubrió el mecanismo del fraude liberal.