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Andaluces en el poblamiento del sur boliviano en torno a unas figuras controvertidas

El fundador: de Tarija y sus herederos (Primera Parte)

Cántaro
  • Thierry Saignes
  • 21/02/2021 00:00
Vista parcial de Tarija desde alto Senac

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El sur de la actual república boliviana posee un pasada de los más remotos y en gran parte desconocido.1  Esta comarca mediterránea, asentada entre el macizo de Charcas, las llanuras del Chaco y de la Pampa y las serranías del Tucumán, fue el escenario de encuentros frecuentes y a menudo conflictivos entre varias olas pobladoras procedentes a la vez de las cordilleras andinas y de la cuenca atlántica. Quiero rastrear aquí no tanto los movimientos prehispánicos (sobre los cuales hay muy poca información) como el impacto que causaron los españoles del sur de la península sobre el poblamiento regional, conformando una sociedad fronteriza peculiar. Hoy en día, la herencia andaluza se deja percibir en la toponimia, en el folklore y en la tradición oral.2 Esta última ha generado la imagen, ampliamente aceptada por la colectividad nacional boliviana, de un verdadero “oasis andaluz” enclavado y perdido en estos valles periféricos, producto a la vez de la fecundidad de la tierra, de la benignidad de su clima y de las hazañas de sus pobladores llegados de ultramar. 3 Hasta los propios historiadores y eruditos locales quienes estudiaron la personalidad del principal colonizador y de sus herederos han contribuido a difundir este “mito de origen”, convirtiendo a los habitantes actuales de Tarija en auténticos descendientes, preservados y privilegiados, de la madre-patria andaluza.4

Sin embargo, cuando examinamos la documentación (principalmente la conservada en el Archivo General de Indias) referente a la colonización del sur de Charcas en el último cuarto del siglo XVI, nos encontramos bien lejos de una fundación armoniosa y próspera. Al contrario, los principios de la instalación hispánica en el área tarijeña fueron marcados por conflictos muy graves, provocados a la vez por el asedio de los indios enemigos chiriguanos y por las disensiones entre los propios colonos españoles, especialmente las que opusieron al fundador, Luis de Fuentes, oriundo de Sevilla, y a su heredero, nativo de Granada, a sus conciudadanos.

Frente al mito del “paraíso andaluz”, quiero cuestionar, a través de las figuras controvertidas de su promotor y de sus sucesores, los primeros tiempos de esta colonia olvidada en los confines del dominio hispánico.

I  TARIJA, COLONIZACIÓN FRONTERIZA

Sabemos muy poco de los antecedentes prehispánicos de estos últimos valles andinos entre Charcas y el Chaco. Hasta hace poco, se opinaba que el mismo topónimo de Tarija derivaba del patronimo de un español, compañero de la expedición de Almagro a Chile, Francisco de Tarifa, cuyo apellido se relacionaría con el nombre del puerto ubicado en el estrecho de Gibraltar. Pero la documentación escrita, a raíz de las primeras “entradas” en la zona en 1538-1539, indica que este nombre podría ser de origen quechua.5 Los expedicionarios ibéricos encontraron a varias gruesas fortalezas donde residían las guarniciones multiétnicas (mitmaa) puestas por el Inca para defender la frontera contra los agresores venidos del este.6 A la caída del Tawantinsuyu, parte de estos “colonos” imperiales volvieron a sus centros de origen y parte se quedaron.7 De tal modo que ignoramos quiénes eran los moradores originarios que ocupaban estos postreros valles fronterizos entre los potentes señoríos andinos (indios Caracaras y Chichas, miembros de la “Confederación Charcas”) y los nómadas agresivos del Chaco y de la Pampa.

Entre aquellos últimos, cabe destacar el papel sobresaliente de unos emigrantes guaranís procedentes del Paraguay quienes, bajo el nombre de Chiriguanaes (luego convertido en Chiriguano) conquistaron las estribaciones andinas entre los ríos Guapay y Pilcomayo. Se instalan en este piemonte (que los textos denominaran “Cordillera chiriguana”) y de ahí hostilizan toda la comarca circunvecina, atemorizando a los indios como a los españoles.-8

Los cronistas divergen en fechar su avance hacia los valles de Tarija, ubicados entre los ríos Pilcomayo y Bermejo, pero, a partir de los años 1560, los Chiriguanos atacan los establecimientos fronterizos, saqueando las estancias de ganado y despojando los pueblos indígenas.9 Frente a las débiles réplicas, se enardecen y van hasta amenazar las minas de Potosí, la ciudad de La Plata, sede de la nueva Real Audiencia de Charcas, y el camino del Tucumán. Las autoridades coloniales temen una alianza ofensiva entre los Chiriguanos, los Diaguitas (los futuros Calchaquis), los Chichas (en parte sublevados) y los Atacameños. El camino está cortado repetidas veces; varias expediciones bloqueadas sufren graves pérdidas: todo el dominio hispánico en el área sur-andino está a punto de perderse.10

Es para levantar la presión indígena sobre la ruta entre el Perú y el Río de la Plata, que el nuevo virrey Francisco de Toledo, recién llegado a Lima en 1569, decide reforzar la presencia española en el Charcas sur-oriental. Cuando emprende su gran viaje de visita en las altas tierras andinas, pasa por Potosí (a fines de 1573) donde pudo conocer al capitán Luis de Fuentes y luego en La Plata le confía la delicada misión de fundar una “villa- fortaleza” en los valles de Tarija para contrarrestar el empuje chiriguano.

Era necesario recordar estos preliminares para medir el alcance y las implicaciones de la actuación de Luis de Fuentes y de su proyección andaluza en la colonización del sur boliviano.

II  LA ENIGMÁTICA PERSONALIDAD DE LUIS DE FUENTES

El capitán andaluz cumplió su cometido en medio de muchas críticas y trabas que ponen en cuestión su figura. A comienzos del siglo XVI, su padre don Pedro de Fuentes, oriundo de La Rioja, se había instalado en Sevilla donde se casó con doña Ana de Vargas cuya familia vivía en Triana.11 Luis de Fuentes, y Vargas nació hacia 1530 y en su juventud, según su biógrafo, habría frecuentado los círculos de Las Casas y de Cieza de León. No se sabe con que motivos —es de imaginar el ambiente sevillano de aquella época llena de los relatos fabulosos y de las esperanzas entretenidas por los soldados, marineros, comerciantes o misioneros en pos de riquezas y aventuras, ambiente muy propicio al viaje con destino al Nuevo Mundo—, Luis de Fuentes se embarca en 1544. Hace etapa en Panamá y llega al Perú cuando se acababa el último episodio de las guerras civiles. Prestó servicios en Lima, La Paz y Potosí pero ignoramos con qué cargo exacto. Hacia 1560 pasa a La Plata donde se amista con su tío materno, Gutiérrez de Vargas, anciano y rico minero de Potosí. Luego se le encarga de pacificar a los indios chichas del sur potosino recién levantados. En 1565, cuando se crean los corregidores de indios se le destina con este título a la provincia de Chichas cuyos minerales prometían.12

Nueve años después, cuando Toledo organiza la triple expedición punitiva para allanar la Cordillera chiriguana, busca a una “persona de calidad, poderosa y rica” para encabezar el ejército sureño que debía prohibir al enemigo la retirada por el Pilcomayo y asentar un núcleo español permanente. Después de varios rechazos, llamó a Luis de Fuentes quién, según su biógrafo, pidió a cambio del servicio prestado “a su costa y minción” una serie de privilegios y derechos —sobre una jurisdicción que abarcaría toda la zona entre Potosí, Tucumán y el Paraguay— que parecieron “desmesuradas pretensiones”. El 22-1-1574, el virrey capituló con el capitán los acuerdos contenidos en la provisión real siguiente:

«Don Francisco de Toledo, Mayordomo de S.M., etc...

Por cuanto después de haber llegado a esta provincia de los Charcas, en la prosecución de la visita general que por mi persona hago para dar asiento y estabilidad a las cosas de estos reinos, como Su Majestad me lo tiene cometido y encargado: Vistos los daños y muertes y robos, que los indios chiriguanaes han hecho en los vasallos de Su Majestad, así españoles como indios, que estado y están en aquella frontera, he tratado con ellos medios de paz, para ponerlos bajo la obediencia de Su Majestad, me ha parecido para lo que adelante se podría ofrecer, e para la defensa de los españoles e indios, vasallos de su Majestad que se hagan algunas poblaciones de españoles en aquella frontera y que la primera que hiciera sea en el valle de Tarija, por ser de tanta importancia y reparo para los efectos susodichos y de los dichos daños y porque habiendo tratado con Luis de Fuentes que al presente está en esta dicha ciudad de La Plata, lo tocante a la dicha población se la he cometido y encargado para que la haga en el dicho Valle de Tarija en la parte del más conveniente para la dicha defensa y de mejor sitio y comodidad para la salud y conservación de las personas que allí fueren a vivir y morar, he ordenado que la dicha población se haga con hasta cuarenta o cincuenta hombres y que se llame y nombre la Villa de San Bernardo de Tarija. Y el dicho Luis de Fuentes por servir a su Majestad quiere hacer la dicha población con los dichos cuarenta o cincuenta hombres, y para éllo se le ha de dar título de Capitán y Justicia Mayor, y concedérsele otras cosas que me ha pedido y suplicado para el dicho efecto: a todo lo cual se le ha respondido. Y porque está acordado que el dicho Luis de Fuentes salga a hacer la dicha población con las dichas personas para veintiocho días de febrero y antes si fuere posible por convenir tanto que con toda brevedad se haga la población. Y porque estoy informado que en vos, el dicho Luis de Fuentes, concurren las partes y calidades que se quieren para usar de dicho oficio de Capitán y Justicia Mayor de la dicha Villa de San Bernardo de Tarija y su jurisdicción que ha de ser veinte leguas de jurisdicción que habéis de tener hacia los indios chiriguanáes y pueblos de Guayacane y Guayaca y Comechenes se os ha de dar y dará la jurisdicción que convenga, porque ha de ser sin perjuicio de las demás poblaciones que se hicieren y por ahora os señalo treinta leguas por aquella parte hacia los indios chiriguanáes por la limitación que se hiciere en la medida de las leguas: mandé dar y di la presente por la cual en nombre de su Majestad é por virtud de los poderes y comisiones que de su persona real tengo, que por su notoriedad no van aquí insertas y atento a que así conviene a su real servicio e para efectos susodichos, os elijo, nombro e proveo por Capitán e Justicia Mayor de la dicha Villa de Tarija, que así he mandado poblar e fundar en el dicho Valle de Tarija de la dicha jurisdicción que está declarado que tengáis como dicho es, por tiempo de seis años, para que como al Capitán e Justicia Mayor, podáis tener paz y justicia a las personas españolas e indios que fueren a la dicha población y estuvieren o residieren en la dicha Villa y su jurisdicción: y hagáis predicar el sagrado Evangelio y enseñar las cosas de nuestra santa fé católica a los naturales infieles e indios bautizados cristianos que en la dicha Villa y su jurisdicción hay y hubiere, para lo cual habéis de llevar sacerdotes como es acordado para que los naturales dichos reciban nuestra santa fe católica y religión cristiana y se sujeten en cuanto a lo espiritual a la obediencia de la Santa Iglesia Romana y en temporal al señorío y dominio a Su Majestad el Rey don Felipe nuestro señor en la corona de Castilla e de León, conservando los habitantes de dicho valle e jurisdicción de la dicha Villa en la posesión e señorío de todos sus bienes que derecha e justamente tuvieren o les pertenecieren, sin les hacer ninguna opresión, para lo cual tengáis la justicia real de Su Majestad civil y criminal, como tal justicia mayor de la dicha Villa e su jurisdicción e administréis justicia en todos sus casos y cosas conforme a derecho. E por la presente, a vos doy comisión para que podáis dar y repartir solares e tierras, chacras, huertas, estancias e caballerías y otros aprovechamientos de la dicha Villa e su jurisdicción a las personas que con vos fueren a la dicha población y además que en élla recibieren y fueren a recibir y vos la .ayudaréis a poblar y sustentar, según y cómo pareciere que cada uno lo merece más convenga al servicio de Dios e de Su Majestad, bien e sustento de élla e descargo de la real conciencia de Su Majestad contando que esto se haga sin perjuicio de terceros. E mando que en la dicha Villa e jurisdicción os hayan, acaten e tengan por tal Capitán e Justicia Mayor de la dicha Villa e jurisdicción y os dejen y consientan libremente gozar y ejercer los dichos cargos y oficios e cumplir e ejecutar la justicia real de Su Majestad civil y criminalmente por vos y por vuestros Tenientes que podáis tener y pongáis cuando hiciereis ausencia de la dicha Villa para cosas tocantes al servicio de Su Majestad e ejecución de su real justicia y de la dicha población. E veréis el determinar hacía ejecución todos los pleitos y negocios así civiles como criminales que en dicha Villa e su jurisdicción se ofrecieren así entre las personas que a élla van a poblar y estuvieren o adelante fueren, como entre los naturales de élla y podáis llevar y llevéis los derechos a los dichos cargos y oficios anexos y pertenecientes y hacer cualquier pesquiza en los casos en derecho, premisas y concernientes, e todas las otras cosas a los cargos y oficios pertenecientes, que vos en lo que al servicio de Dios y de Su Majestad y ejecución de su real justicia y para usar y ejercer los dichos oficios y cargos e cumplir y ejecutar la justicia de Su Majestad así civil como criminal, todos se conformen con vos con sus personas e bienes se os den y hagan das todo el favor y ayuda que les pidiereis y menester hubieredes y todos os acaten y obedezcan como a tal Capitán e Justicia Mayor de la dicha Villa e su jurisdicción, e cumplan e manden vuestros mandamientos so las penas que se pusieredeis. las cuales ya en nombre de Su Majestad les pongo y he porpuestos y por condenados en éllas para que los podáis ejecutar y ejecutéis en sus personas y bienes lo contrario haciendo, sin que en éllo y en parte de éllo embargo ni contrario alguno os no pongan ni concientan poner y os recibo a los dichos cargos y oficios para que los podáis usar y ejercer según dicho os habiendo hecho ante mí el juramento y solemnidad que en tal caso se acostumbra. E para todo lo que he dicho es lo de éllo dependiente e para traer vara de la real justicia en la dicha Villa e su jurisdicción todo el tiempo que usáredes de dicho oficio y cargo de Justicia Mayor, os doy poder e comisión en forma con todas sus incidencias y dependencias anexidades e conevidades que a su cumplido dé derecho se requiere en tal caso y los unos e los otros no dejáis de lo ansí cumplir por alguna manera, so pena de cada mil pesos de oro para la Cámara de Su Majestad. Fecha en La Plata, a veintidós días del mes de enero de mil y quinientos y setenta y quatro años. (Fdo.) Don Francisco de Toledo”.13

A la cual dos meses después, añadió el poder de repartir a 140 indios chichas de la Corona Real para el servicio de los futuros pobladores. 14 A fines de marzo, el cuerpo expedicionario salió de La       Plata, hizo etapa en Potosí, luego en Tupiza, capital de los Chichas y, a fines de abril, se instaló en un valle cerca de un pueblo de indios tomatas. Luego, Luis de Fuentes descubrió a pocas distancias, río abajo, un sitio más adecuado: el 4-VII-1574, procedió al ritual de fundación de la villa de San Bernardo de la Frontera en la orilla izquierda del río Calama ya bautizado “Nuevo Guadalquivir”. En cuanto al centro del asentamiento hispánico se llamaría “Plaza de Andalucía”15

Con estas denominaciones, que quiso expresar Luis de Fuentes ¿un sencillo homenaje al terruño natal?, ¿un reconocimiento de la filiación directa de la nueva colonia con la “noble y leal ciudad de Sevilla”, cuna de su linaje materno?. Podríamos también traducirlas como una voluntad de apropiación simbólica, mediante la transposición toponímica, de un nuevo territorio, arrancado al salvajismo, que viene a incorporarse en los dominios del Monarca hispánico. Es de notar, por otra parte, cierta convergencia entre la herencia fronteriza de la historia andaluza y la “vocadón” no menos fronteriza de estos confines andinos. La geopolítica testimoniaría, aquí, a favor de una real continuidad entre ambas regiones. En cuanto a los colonos, la proyección de la geografía natal en la topografía local les permite vincularse a la tierra de origen al par que enraigarse en la tierra de acogida, legitimando así la (ingrata) empresa de la expatriación.

Así nace la fructífera leyenda del “oasis andaluz” enclavado en las tierras americanas a mitad del camino entre el Atlántico y el Pacífico, y pronto olvidado por los centros políticos y económicos del imperio ibérico.

Volvamos a la dura realidad de los primeros tiempos. A unos pocos meses nos anoticiamos que la mitad de los colonos se marcharon, abandonando la fundación, y que el resto escribió al virrey:

“Suplicamos a V. M. nos de licencia para ir a buscar nuestras vidas y que no estemos aquí perdidos”.

El biógrafo del fundador de Tarija que refiere estos graves acontecimientos los atribuye a la miseria reinante en aquel memento. 16 ¿Podemos contentarnos con este sencillo argumento material?.

Necesitamos recurrir a otros testimonios para enterarnos del problema con el cual se enfrentaban los pobladores. Es una información de méritos de otro capitán que participó en la fundación que nos revela el estado de las relaciones entre Luis de Fuentes y sus soldados. El capitán Antonio Rodríguez fue uno de los primeros alcaldes de la nueva ciudad. En 1581, siete años después de los acontecimientos, presentó en La Plata testigos para comprobar sus servicios prestados en aquella oportunidad.

Diego Díaz, estante en la ciudad de La Plata —de edad desconocida y “no save firmar”— facilita el primer dato de interés sobre la fundación de San Bernardo de la Frontera:

(fol. 10 r°) «dixo que después de aver entrado el capitán de fuente con la gente en tarixa entraron el dho capitán antonyo domynguez y este t° en el valle de tarixa en donde el padre fray tomas del castillo dixo al dho capitán a que benya antonyo domynguez questamos en un pie como grulla que nos queremos y porque estamos mal con el capitán luis de fuentes que tenya como sesenta cargas de harina las quales no queria dar y el dho capitán dominguez la rrepartio (fol. 10 v°) a muchos dellos que no tenyan de comer y empesaron a poblar el pueblo y metió elI dho capitán honze caballos de bizcocho y dava a muchos de comer y gasto mucha plata por el se poblo el pueblo porque si por el no fuera no se poblara porque todos se querian salir e ansi con su llegada ubo efeto la dha población» (25-1- 1582).

Hay que complementarlo por la deposición de Alonso Gra, vecino de la villa de San Bernardo de Tarija. Tiene cincuenta años y conoce al suplicante desde solamente siete años:

(fol. 4 r°) «el dho capitán antonyo domynguez e otros soldados entraron en la dha villa e quanto llegaron estava la gente y soldados que alli avia para salirse e dexar aquella villa e frontera despoblada y el dho capitán antnyo domynguez les puso a todos en paz y quieto la dha gente e dos meses después de llegado a dha villa hizo ausencia della (fol. 4 v°) el capitán luis de fuentes para que los soldados estavan mal con él y proveyó el dho luis de fuentes por su lugarteniente de capitán y justicia mayor al dho capitán antonyo domynguez el qual administro el dho oficio seyss meses sustentando a su costa diez o doce soldados que comyan con el cada día...» (25-I-1581).

El mismo día, Francisco Basquez añade:

(fol. 3 v°) «es público e notorio que si no lo obieran quitado el dho cargo de capitán por aver vuelto el dho luis de fuentes estubiera aquella villa e frontera mas poblada y mejor rreparo e q. en todo lo suso dho a gastado, el dho capitán antonyo domynguez mucha cantidad de pesos de oro...».17

¿Qué pensar de tales aseveraciones? Ponen de relieve el mal entendido que va a ir ampliándose entre el fundador y sus compañeros. Parece que se origina en gran medida en el carácter autoritario e inflexible —se le acusó de actuar como “déspota y tirano” y su biógrafo evoca su temperamento atrabiliario— de Fuentes aumentado de los favores que prodigó a nuevos pobladores (para atraerlos y fijarlos en Tarija de manera definitiva) al detrimento de los primeros colonos.18

Del cuarto de siglo posterior a la fundación de Tarija, durante el cual el capitán andaluz debía, en principio, ejercer el cargo de corregidor —atribuido “por todos los días de su vida”—, la cronología de sus roces con sus conciudadanos y con la administración virreinal y los motivos que los provocaron salen medio confusos y dejan abiertas numerosas incógnitas. Según los estudiosos locales. Luis de Fuentes habría sufrido tres juicios de residencia y ha sido desposeído de su cargo otras tantas veces.19 No pretendo resolver estos enigmas de su carrera administrativa —tanto más que hace taita la documentación básica, es decir los primeros libros del cabildo de Tarija—, sino contribuir en matizar varias facetas de su actuación.

En lo que toca sus relaciones con los hostiles chiriguanos, se le acusó de entablar alianzas sospechosas con los emisarios indios que venían a verlo a pesar de las repetidas agresiones que cometieron contra la villa naciente. Un historiador local hace justicia con esta denuncia de manera acertada:

«... (L. de Fuentes) conferenciaba con los capitanes e indios a quienes les hacía regalos lo que motivó para que se creyese que estaba en relación e inteligencia con ellos dando origen a las malévolas acusaciones».20

Añadamos que este tipo de “visita/intercambio de dadivas” entre grupos independientes y autoridades coloniales, de una y otra parte de una frontera de guerra, era práctica corriente en los Andes orientales: permitían inquirir el estado de ánimo enemigo y, para los indios, proveerse de unos productos (herramientas metálicas, tejidos) particularmente codiciados.21 Pero un testigo asegura que, en contraste con su rival A. Domínguez, Fuentes no tenía buenas relaciones personales con los indios chiriguanos:

«...por aver estado el dho capitán antonio domynguez sustentando en hazer muchos daños por estar bien con el dho capitán domynguez y muy mal con el capitán luis de fuentes».22

 

1 El hallazgo de huesos gigantes en los valles tarijeños habían ya sorprendido a los cronistas coloniales: cf. R. de Lizárraga, “Descripción Breve...”, escrito hacia 1605. capit. CVIII en B.A.E, Madrid, 1968, pág. 32; y los viajeros contemporáneos (D’Orbigny, Weddel, Nordenskjold).

2 Escuchar por ejemplo los primeros versos de una cueca famosa, «”el Moto Méndez” “Soy de aquel / pueblo de las flores / del valle andaluz / bañado de luz ebrio de colores...”. En un plano más general, \leer los estudios folklóricos de Víctor Vargas Reyes, El castellano popular en Tarija (1960), El calendario folklórico del Departamento de Tarija (1958).

3 Ver las conmemoraciones publicadas en la prensa boliviana cada año el día aniversario de la creación del Departamento de Tarija, el 26 de agosto.

4 El libro más reciente sobre los comienzos de Tarija y el más pormenorizado hasta la fecha es el (inconcluso y publicado en forma póstuma) de don Federico Ávila, Don Luis de Fuentes Vargas y la Fundación de Tarija, editorial Universitaria, Potosí, 1975. Este libro, ampliamente documentado, no evita el espejismo andaluz. Así cuando el autor relata el descubrimiento del sitio de la futura fundación por Luis de Fuentes:

“Súbitamente surgió, además, a sus añorantes miradas el cabildo recuerda de la patria lejana. Las vegas andaluzas, regadas por el pacífico Betis, resucitaron una vez más. el caudaloso paisaje nativo” (págs. 110-111).

5 Así lo relatan las probanzas de los compañeros de Almagro publicadas por José Toribio Medina, Colección de Documentos Inéditos para la Historia de Chile, 6 tomos, Santiago de Chile, 1956-1963. Ver también el nombre y origen de os caciques y pueblos indios encomendados por Pizarro en 1540.

6 Mismos testimonios que los referidos en la nota anterior a los cuales hay que añadirlos a favor de Fuentes en la probanza de 1604 (Archivo General de Indias —en adelante A.G.I.—, Patronato, 137, número 1, ramo 2).

7 Los mismos autores refieren que toda la comarca tarijeña estaba en vía r abandono y despoblación por la retirada de los mitmaq. Los únicos grupos que redaron fueron los Tomatas (en documentación posterior asociados con indios e Copiapo i Chile) y los churumatas (que parecen originarios del chinchaysuyu).

8 Leer el capítulo dedicado a los chiriguanos por el licenciado Matienzo Gobierno del Perú (1567), París-Lima, 1967; y las cartas de la Audiencia de Charcas publicadas por Levillier (1561-1600), tres tomos. Madrid, 1918-1922.

9 Polo Ondegardo en un informe redactado para el virrey Toledo (La Plata, 1574) fecha la expansión chiriguana hacia Tarija en los años 1570 (publicado por R. Mujía, Juicio de Límites Bolivia-Perú, “Anexos”, tomo II, La Paz, 1912). Lizárraga (cronista citado) la fecha durante las guerras civiles (1540-1550).

10 Toda la correspondencia de los oidores y del presidente de la Audiencia de Charcas (1561-1570) y la del virrey Toledo (con su memorial), ambas publicadas por Levillier.

11 En su testamento, Fuentes recuerda ser natural de la «collación de la Iglesia Mayor» (publicado por F. Avila, op. cit., pág. 238).

12 En las probanzas de 1598 y 1601, don Diego de Espeloca, “Cacique principal y gobernador de lo indios Chichas”, testimonia a favor de Fuentes, (A.G.I., Patronato 137, núm. 1, ramo 2).

13 El texto está copiado en la probanza de Fuentes (doc. cit.), y publicado por F. Avila, op. cit., págs. 100-101.

14 Ibídem. págs. 103-104 (La Plata. 12-III-1574).

15 Ibídem, pág. 111.

16 Ibídem, pá'gs. 133-134, culpa también las agresiones chiriguanas; y el padre Alejandro Corrado en la Introducción histórica del Colegio franciscano de Tarija y Sus Misiones, evoca las «hambres y miserias» (pág. 12).

17 «Probanza de méritos del capitán Antonyo Domynguez», Da Plata. 25-VII-1581 y 25-1-1582, A.G.I., Charcas, 78.

18 Detalles en F. Avila, op. cit., cuarta parte, capítulo IV: «Fuentes desposeído de su cargo» (págs. 224-237).

19 Ver el padre Corrado, op. cit. y F. Avila, op. cit., id.

20 Comentario de Bernardo Trigo, Las tejas de mi techo, La Paz, 1941, citado por F. Avila, op. cit.

21 Los cronistas coloniales como el licenciado P. de Aguilar (La Plata, 1639.

Diego de Mendoza (Madrid, 1664) y Arzano y Vela (Potosí, 1727-1731), relatan varios ejemplos de estas «visitas-intercambios» realizadas por los chiriguanos en 1as cíudades fronterizas.

22 Doc. citado, A.G.I., Charcas 78.

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